Recuerdos

621 59 0
                                    


Esas fueron las primeras palabras que le dirigí: "hola, cariño". Normalmente, cuando saludas a un tipo de esa forma, ellos te sonríen y se ponen en modo estúpido. Pero, éste no fue el mismo caso. Él me observó y se paralizó, mientras que poco a poco su rostro iba tomando color, hasta quedar totalmente sonrojado, como si fuese un tomate. Cuando se dio cuenta de que estaba tardando en reaccionar, sonrió nerviosamente y se acercó, con una precaución considerable, al mostrador.
—Hola... —dijo tímidamente, pero una voz de fondo nos distrajo.
—Ya me extrañaba que hubieses tardado tanto —dijo Jeong Han, el empleado que mejor conozco y mejor me conoce.
—Estaba distraído, ¿ok? —contesté, en mi defensa.
—Sí, te vi —dijo, sonriendo, ya que conocía mis intenciones—. Iré a buscar tus golosinas —dijo, desapareciendo a través de la puerta que daba a una pequeña habitación con suministros.
—Es la primera vez que te veo por aquí. Eres nuevo, ¿verdad? —pregunté amablemente, aunque ya supiese la respuesta, sólo para iniciar una conversación.
—Sí, lo soy. Supongo que tú eres un cliente frecuente... —dijo, aún algo nervioso.
—Sí, conozco a la mayoría de trabajadores del lugar. Son todos muy amables, y tú también pareces serlo. Es un gusto conocerte, mi nombre es Wen Jun Hui —le extendí mi mano amistosamente.
—Igualmente. Yo soy Lee Chan —dijo, estrechando mi mano.
Sus manos eran realmente suaves. Era como si él humectase cuidadosamente sus manos cada noche antes de dormir o como si se hiciera la manicura todas las semanas. Insisto, realmente suaves. Estaba claro que no era un hombre adulto despreocupado de los pequeños detalles porque, supuestamente, "no tiene tiempo para ello". Y creo que eso comenzaba  a gustarme.
—Ten —Jeong Han me arrojó mis gomitas encima, lo que hizo que nuestro apretón de manos se deshiciese.
—Gracias —dije, de mala gana por haber arruinado un momento de conexión, aunque seguro fue sólo en mi mente, mientras sacaba mi billetera y le pagaba.
—¿Qué tal te va con ese tipo? —preguntó, intrigado.
—No lo volveré a ver, es un idiota —contesté, indiferente.
—¿Quién?, ¿tu amigo? —preguntó, y mi corazón se derritió ante tal inocencia.
—Ay, niño, claro que—lo interrumpí.
—Sí, digamos que es mi compañero —contesté, sonriendo como un estúpido.
—¿Por qué es un idiota?, ¿te hizo algo malo? —en ese momento, para mí, su inocencia parecía no tener límites.
—No, es sólo que nuestras formas de pensar son muy diferentes —suspiré—. Últimamente no encuentro a nadie que me entienda...
—Si necesitas hablar con alguien, yo puedo escucharte. Intentaré entenderte —dijo, y ya me tenía.
Me tenía sonriéndole y ablandándome por él. Faltaba poco para que comenzase a babear el recibidor.
—Te tendré en cuenta —dije, riendo tontamente.
—Yo creí que no querías nada serio... —dijo Jeong Han, dudando.
—¡A veces necesito algo de consuelo! —exclamé, ofendido—. Y tú sabes a lo que me refiero porque siempre te tiras a los brazos de Joshua hasta que empieza a hablar de que el amor de Dios te va a ayudar y corres a los brazos, muy fuertes, por cierto, de Seung Cheol.
—¡Hey! —exclamó.
—Intenta negarlo... —le reté, divertido, y él apartó la mirada en silencio.
—Aún no comprendo a Ji Hoon —comenzó nuevamente aquella conversación.
—Ahí vamos de nuevo... —suspiró el recién mencionado, quien trabajaba en el candy shop junto a Jeong Han, Joshua y Chan.
—¿Cómo haces para no sentirte solo? —se apoyó sobre el mostrador y lo miró como si intentase averiguar la fórmula—. Nunca te he visto con nadie, ¿acaso eres asexual?
—No soy asexual y a veces sí me siento solo —contestó.
—Entonces, creo que todos necesitamos conocer gente. ¿Qué tal si hacemos una cita a ciegas grupal? —propuso, entusiasmado.
—No iré a una cita a ciegas —refunfuñó el más bajito.
—¡Vamos, Ji Hoon! Déjame conseguirte un chico guapo —insistió Jeong Han, tratando de volver homosexual al pobre chico.
—Ya te dije que no, a mí no me gustan los hombres —volvió a contestar a esa petición por milésima vez.
—Ya lo veremos... —dijo, mirándolo con los ojos entrecerrados—. Hay una vibra en ti que me dice que eres gay, puedo sentirla.
   Mientras Jeong Han decía esas estupideces, Ji Hoon se dio la media vuelta y comenzó a caminar en dirección contraria.
—¿A dónde vas? —preguntó.
—Al baño —contestó, irritado.
—Dale un poco de paz —le dije a Jeong Han, divertido.
—Sólo por ahora... —él contestó.
—Bueno, creo que debo irme... —dije, volviendo mi mirada hacia Chan, quien, debido a un cliente, tuvo que dejar la conversación hacía tiempo y ahora estaba concentrado limpiando la mesada frente a él—. Adiós —me despedí de él con una sonrisa, la cual devolvió y agitó su mano en forma de saludo.
   Me di la vuelta, algo atontado. Aún seguía sonriendo y así fue todo el camino hacia la sala hasta que volví a ver al chico con quien se suponía que estaba y mi triste realidad golpeó mi cara como si me hubiesen echado un balde de agua en la cara. Al verlo, recordé la razón por la que él estaba allí, que era que me sentía realmente solo. Sin nadie junto a mí.
   A veces, recuerdo lo que se sentía tener a alguien a mi lado, alguien que sé que estará allí cuando lo necesite. En las buenas y en las malas. Y, por esos momentos, extraño ese sentimiento; deseo volver a sentirlo. Pero, luego, recuerdo que nada es para siempre. Recuerdo que, por mucho que ames a esa persona, algún día se irá y te dejará solo, desamparado. Te guste o no.
   Recordar eso me causaba rabia, enojo. Por un momento, estuve a punto de abalanzarme sobre él y besarlo como jamás antes he besado a nadie. Pero, sabía que aquello no iba a calmar mi rabia; sólo lo empeoraría. Sabía que terminaría como siempre, llorando en silencio, en algún rincón de mi apartamento. Por lo que, al sentarme a su lado, me dirigí a él y le fui claro.
—Min Gyu, lo siento. Creo que esto no va a funcionar.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó, decepcionado—. Agh, volví a arruinar las cosas devuelta.
—No, simplemente no sentí esa chispa que creí... —me atribuí la culpa.
—Cuando hablamos por mensajes pensé que lo nuestro podría ir bien, realmente comenzaste a gustarme... —dijo, confundido.
—Lo siento... —volví a disculparme.
—Está bien, yo sólo... creo que necesito ir al baño y luego me iré —contestó.
—Cuídate —le dije, sintiendo algo de culpa.
—Tú igual —dijo, antes de alejarse e irse.
   Ésta sería una larga noche para mí, y no en el buen sentido...

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora