Su dulce tacto

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   No podía creerlo. Aún no podía creerlo. Había llegado a mi casa y me había dejado caer en mi cama, suspirando, en un estado de shock del cual recién estaba saliendo y volviendo a mi persona. Estaba realmente asombrado de la noche que acababa de tener. Creía que ligar con Chan y conseguir respuesta tomaría lo suyo, que sería más difícil. Pero no fue así, ni siquiera tuve un segundo para acercarme a él, que él ya lo hizo por sí solo. Tan sólo pensar en el momento en el que nos besamos provoca que corrientes de electricidad recorran mi cuerpo de pies a cabeza.
Ese momento fue perfecto. Él había dado el primer paso e iniciado el beso, pero parecía que luego se había vuelto algo tímido, inseguro. Aún así, cuando correspondí su beso y comencé a besarlo, aprendió muy rápido a seguirme el ritmo. Juro que estuve a punto de subirme sobre su regazo y pasar ese momento a un nivel mucho más elevado, pero logré ser más fuerte que mis deseos. El beso ya había sido mucho por hoy y todo estaba pasando lo suficientemente rápido como para terminar haciéndolo en el medio de la sala. Debía esperar. Me tomaría mi tiempo. Disfrutaría de él y haría que él disfrutara de mí. Con ese pensamiento en mente, me acosté en mi cama y, no estoy muy seguro de cuándo, me quedé dormido.
   Al despertar al día siguiente, tuve que prepararme para el trabajo y, cuando terminé y abrí el refrigerador en busca de comida, éste estaba vacío. Nota mental: debía ir a hacer las compras. El día se había sentido muy largo y había sido algo agotador, pero estuvo bien. Una vez terminé, volví a casa para ponerme algo más cómodo y salí para hacer lo que debía si quería comer.
   Recorrí los pasillos con una canasta, poniendo en ella todo lo que iba a comprar. Normalmente, mi desayuno consistía en cereales con leche y, a veces, alguna fruta, por lo que me dirigí a la sección de cereales. Al llegar allí, busqué con la vista mis favoritos, que eran unas bolitas de cereal con sabor a chocolate, y los guardé en mi canasta, pero, antes de seguir, me detuve en los que estaban al lado de éstos, unos diferentes, los cuales me causaron risa y ternura al mismo tiempo. En la caja tenía escrito su eslogan y decía: "Dino's, cereal frutal en forma de tus dinosaurios favoritos". Comencé a reír para mis adentros. Hasta esos malditos cereales me recordaban a ese niño. Y, se preguntarán, ¿por qué? La respuesta es sencilla. Y es que parecía que a él le gustaban los dinosaurios.
   Recuerdo que el día que fuimos juntos al cine, él pagó las entradas y, cuando sacó su billetera de su bolsillo, ésta era de dinosaurios y en uno de sus lados tenía un gran dinosaurio que decía "¡Roar!" y al otro lado decía "Dinosaurs". Era la billetera más adorable que había visto. Y, por cierto, ¿olvidé decir que la película que fuimos a ver era la más reciente de la saga de Jurassic World? Pues, sí. Parecía que le gustaban los dinosaurios.
   Tomé la caja entre mis manos y la volteé para leer lo que decía por detrás, pero entonces una voz sonó detrás de mí.
—¡No puede ser! —exclamó—, ¿tú también los comes? Creí que era el único.
    Al voltearme, no pude evitar comenzar a sonreír. Mi día comenzaba a parecer no tan malo. ¿Cómo hacía para aparecer siempre que pensaba en él? Éste chico estaba volviéndome loco.
—Yo... sí los como —mentira—. No eres el único —claramente era el único de su edad y para arriba.
—Qué suerte —sonrió, y aquellas mentiras se hicieron valer todas y cada una—. Es una linda coincidencia que nos encontremos aquí.
—Lo es —contesté, embobado en su sonrisa, pero coincidiendo.
   Él tomó una caja y la guardó en su canasta. Cuando se volteó, dejé la caja que tenía en la mano en el estante donde estaba, sin que se diera cuenta. Realmente no tenía intensiones de comer ese cereal. Además, debo recalcar que la caja tenía la foto de un niño de siete años comiendo el cereal. Era bastante gracioso pensar en ello.
—Oye, ¿qué no deberías estar saliendo a ésta hora del trabajo? —pregunté al ver la hora en mi celular.
—Sí, pero Jeong Han me dejó salir un poco antes y cuando llegué a casa mi mam... ¡Digo! Cuando llegué a casa decidí salir a comprar lo que faltaba en mi casa.
—Espera, ¿en serio Jeong Han te dejó salir antes del trabajo? —pregunté, ahora asombrado, ya que el Jeong Han que conozco no haría eso ni en los mejores sueños de Chan.
—Así es, me dijo que volviese temprano a casa y que no me acercase al cuarto trasero de suministros, que él se encargaría de cerrar y ordenar todo —contestó.
—¿Por qué te dijo que te alejaras del cuarto de suministros? —mi confusión aún no se aclaraba.
—No estoy seguro, dijo que estaría allí con Seung Cheol y me aclaró que no podía acercarme. Luego de cambiarme el uniforme pasé cerca de allí para ir a la salida y escuché ruidos algo raros y algunos gritos de él, pensé que tal vez estarían peleando o... ¿llorando?, aunque sería un llanto muy extraño, pero le hice caso y no me acerqué. Sólo me fui. Estoy algo preocupado, me pregunto si estará bien... —pobre niño inocente, mis dudas desaparecieron en el momento en el que dijo que Jeong Han estaría encerrado a solas con Seung Cheol, era claro que se debía encontrar más que bien, sin mencionar que era un atrevido por permitirse gritar en un lugar público, podría haber intentado contener sus ruidos, aunque seguro es muy difícil con Seung Cheol, se ve de la clase de tipos que son salvajes en la cama, sin mencionar que Jeong Han tiene reputación de ser ruidoso y algo... gritón.
—No te preocupes, seguro está bien... —dije, algo divertido.
Fuimos juntos a la caja y ambos pagamos lo nuestro, pero, en el último segundo, Chan tomó mis gomitas favoritas que estaban exhibidas a un lado de la caja y las agregó a su compra. Al salir, él me las dio y sonrió.
—No puedo verlas sin tener la necesidad de dártelas, sé que realmente te gustan. Disfrútalas —dijo, sonriendo y haciendo que mi corazón diera un vuelco.
—Déjame compensarte —dije, algo culpable por aceptarlas—. Te compraré un helado.
—Lo aceptaré sólo si comemos juntos, yo el helado y tú las gomitas... —condicionó.
Mi corazón se aceleró aún más de lo normal. Pero acepté, asintiendo, sin oponer resistencia. Fue entonces cuando Chan me tomó de la mano y me llevó de esa forma hasta la heladería. Haciéndome sentir un tacto dulce, el cual comenzaba a gustarme. Comenzaba a gustarme otra cosa más de él. Comenzaba a gustarme su dulce tacto.

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora