Especialmente para él

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   Luego de haber descubierto a Ji Hoon en aquella situación, Jeong Han se olvidó de Chan y de mí, por suerte. Nos dejó en paz para ir a perturbar al pobre chico recién lanzado al mundo de la homosexualidad. Al salir del baño, recorrí con mi vista todo el mostrador. En la punta de éste, estaba Jeong Han llenando de preguntas a Ji Hoon, un poco más lejos, estaba Joshua con una expresión confundida y algo triste, y luego, estaba Chan. Me embobé un rato mirándolo, hasta que me di cuenta de que me hacía señas para que fuese con él. Rápidamente reaccioné e hice lo que me estaba indicando.
—Oye, estaba pensando... —comenzó a hablar una vez estuve frente a él— ¿qué te parecería si vamos a cenar... juntos?
   Él se veía nervioso y ansioso. Se veía adorable y yo aún no lograba caer en que él me estaba invitando a salir. Comencé a sonreír y, mirándolo a los ojos, le contesté.
—Me encantaría, ¿a dónde quieres ir? — apoyé mis codos sobre el mostrador.
   Él se sostuvo con una mano su barbilla, con una expresión pensativa, mirando al techo y, luego de unos segundos, habló.
—Pues... creo que ir a un restaurante sería mucho y mi casa... —pensó por unos instantes—tampoco creo que sea una buena opción —concluyó rápidamente.
—¿Estás insinuando que vayamos a mi casa? —pregunté, divertido, levantando una ceja.
   Su expresión fue de sorpresa total; creo que no se esperaba que lo dijera tan directamente. Aún así, se sonrojó y sonrió, para complementarlo con un:
—Tal vez...
—Bien, ¿qué te parece éste domingo, ya que no trabajas, a las... 07:30 P. M., en mi apartamento? Luego te envío la dirección por mensaje —dije, y le guiñé discretamente una vez concluye lo que tenía por decir.
   Él asintió algo embobado y luego sonrió.
—Te aprendiste mi agenda —rió tontamente.
—Sólo tus días libres —le sonreí pícaramente.
   No podía dejar sonreír cada vez que veía su rostro sonrojado, y, en aquel momento, verdaderamente lo estaba. Y se veía hermoso de aquella y de cualquier otra forma.
—Creo que debería volver a casa... —dije, observando la hora, ya que había salido de mi casa poco después de haber llegado del trabajo y ya era tarde.
—Oye... —Chan llamó mi atención—, mi turno termina en diez minutos. Podrías esperarme y enseñarme el camino a tu casa en vez de sólo mandarme un mensaje —dijo, algo tímido.
   Yo lo observé por unos segundos, realmente se había hecho tarde, pero aún así no iba a desperdiciar ésta oportunidad de pasar más tiempo junto a él. Asentí, mientras le sonreía, y lo esperé hasta que se hizo su hora y ambos estuvimos caminando juntos hacia la puerta. Mientras caminábamos hacia mi casa, Chan no dejaba de observarme, como si estuviese algo inquieto.
—¿Te sientes bien? —pregunté, algo preocupado.
—Sí --contestó rápidamente—, es sólo que tengo miedo de perderme —agregó, aunque no terminó de convencerme.
—Tranquilo —dije, tomando su mano y entrelazando nuestros dedos—, eso no pasará.
   El resto del camino él siguió algo tenso y sentí que sus manos sudaban un poco. Aquello me tenía algo confundido, no entendía por qué tanto nerviosismo. Aunque hubiese intentado averiguar más, no habría podido, ya que vivo cerca del cine y no tuve mucho recorrido durante el cual pensar.
—Aquí vivo —dije, una vez estuvimos en la puerta.
   Entonces, se hizo el silencio. Aquel incómodo silencio. Y, fue en ese momento cuando me di cuenta de que, si lo invitaba a pasar, él no volvería hoy a casa, o al menos no temprano y estando del todo presentable y arreglado como suele estar. Pero, ¿realmente estaba él listo para aquello? O, mejor dicho, ¿estaba yo listo para corromper a aquel dulce chico? Hasta hacía no mucho, me creía capaz de tener sexo con cualquiera que me atrajese, pero jamás me imaginé una situación en la que la persona que me atrae es un novato y que me diese miedo lastimarlo.
—Aún no es tan tarde —dijo, observando el reloj en su muñeca—, si me invitas a pasar, podría quedarme un rato... —dijo, intentando disimular inútilmente sus intensiones.
Lo tuve que pensar; dejarlo pasar sería una decisión sin vuelta atrás. Pero, él sí parecía estar listo, pues fue él quien pidió que le abra las puertas, ¿no? ¿Por qué negarme...?
—Creí que debías volver, pero, si puedes quedarte un rato, entonces, pasa —dije, abriendo la puerta e invitándolo a pasar.
Tímidamente, me siguió hasta el elevador y lo esperamos allí juntos. Una vez que las puertas de éste se cerraron, luego de que nosotros entramos en él, casi en un abrir y cerrar de ojos, Chan se abalanzó sobre mis labios, besándome con mucha necesidad, reafirmando mis pensamientos de que él ya estaba listo. El impulso que él llevaba terminó provocando que yo quedase acorralado por su cuerpo y la pared del elevador, subiendo drásticamente la temperatura que había comenzado a surgir en mí.
Sacándonos de nuestro climax, el timbre que advertía que el elevador se había detenido en un piso sonó y nos vimos obligados a separarnos, intentado recuperar un poco la compostura. Al otro lado de la puerta se encontraba una de mis vecinas, una mujer grande y algo fanfarrona. Aunque, no se veía sorprendida, ya que lo nuevo para ella no era la situación, eso lo había presenciado muchas veces, sino el chico. Supongo que mi vida era como su telenovela; ella era una espectadora frecuente.
Algo apenados, salimos del elevador y entramos en mi apartamento. Chan se quedó observando cada detalle que veía en la habitación, hasta que vio el sofá.
—Ese sofá es muy grande... y se ve muy cómodo —dijo, acercándose a éste.
—Lo sé —contesté, por aquellas cualidades lo había comprado; en las noches con invitados era la joya de la sala.
—¿Puedo? —preguntó, buscando mi aprobación antes de sentarse en él.
—Claro —puedes sentarte sobre todo lo que me pertenezca.
Luego de sentarse, se acomodó y se dejó caer, relajándose al instante. Lentamente me fui acercando a él y me quité los zapatos. Una vez estuve al lado del sofá, me senté también en éste, lo más cerca de Chan que pude. Él se dio cuenta de la situación y se incorporó, mientras me observaba. Ambos nos observamos fijamente, hasta que no pudimos resistirlo más y terminamos besándonos salvajemente, de nuevo.
El aire escaseaba en nuestros pulmones y nuestros labios ya estaban rojos de tanto contacto. Cuando él se separó de mí para recuperar el aliento, yo lo empujé, recostándolo sobre el sofá y colocándome cómodamente entre sus piernas. Él se tensó un poco y no dejó de observar cada movimiento que yo hacía. Intenté ayudarlo a relajarse un poco dejando besos en su cuello, bajando un poco y volviendo a subir a su boca, pero no funcionó tan bien.
—¡Oh! Creo que se ha hecho algo tarde —dijo, mirando su reloj y alejándome para poder incorporarse—. No apuremos demasiado las cosas —dijo, sonriendo algo nervioso—, continuemos con esto la próxima... —susurró en mi oído y me dio un beso en la mejilla—. No te preocupes por mí, le pediré al portero que me abra, adiós —intentó mantener la calma, pero cuando llegó a la puerta salió corriendo.
El chico me había confundido del todo. No comprendía si me quería llevar a la cama, si quería que yo lo llevase a la cama o alguna otra cosa que yo no comprendí. Aún así, él dijo que continuaríamos la próxima, lo que me dejaba algo de tiempo para preparar la habitación especialmente para él.

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora