Sólo un roce

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   Entramos al cine y, juntos, fuimos a comprar las entradas. Hubo un silencio algo raro entre nosotros hasta que Chan comenzó a hablar sobre el tráiler de la película, de lo que trataba, de cuán emocionado estaba por verla y nuestra charla se volvió más entretenida. Él no dejaba de hablar, sonreír y emocionarse cada vez más, mientras que yo lo observaba dulcemente, totalmente empalagado por sus palabras, y le sonreía.
   Luego fuimos a comprar la comida; nos dirigimos al candy shop. La expresión de Jeong Han al vernos había sido como si hubiese visto un fantasma. Yo comencé a reírme mientras nos acercábamos a él.
—Oye, te dije que con mi bebé no —dijo, una vez estuvimos a su alcance.
—Ya te dije que no soy tu bebé —dijo Chan, avergonzado.
—Serás mi bebé hasta que tengas 30 y eso no se discute —le dijo, para volverse hacia mí.
—Él me invitó a ver una película, ¿por qué iba a rechazarlo? —dije, haciéndome el inocente, pero Jeong Han me conocía.
—Oye, Chan, ve a pedirle las palomitas a Joshua. Tengo que decirle algo importante a Jun —le dijo al mencionado, y él lo hizo—. No lastimes a Chan —dijo, serio, una vez que él estuvo lo suficientemente lejos.
—¿Quién dijo que lo haría? Eso es lo último que quiero hacer —dije, sorprendido de que él me dijera eso.
   Admitía estar con muchos hombres, pero jamás mintiéndoles. Si ellos tenían sexo conmigo, era porque sabían que sería sólo sexo. Eso lo dejo en claro desde el primer momento. Y, si me daba cuenta de que alguno se enamoraba o pretendía llegar a más, le traía yo mismo los pies a la Tierra. Quería a Chan como uno de los chicos con los que ando, pero no dejaría que llegara a más. Yo podía controlarlo. Si veo que él se confunde, le recordaría que no es nada serio, al igual que hice con los que se han confundido conmigo. Sería fácil.
—Sabes que siempre lo dejo en claro —le dije.
—Lo sé, sé que eres un buen tipo. Sólo te pido que tengas cuidado con él, mis vibras de madre me dicen que Chan puede ser un chico algo sensible —dijo, observándolo preocupado.
—Jeong Han, no eres su madre —le recordé, divertido.
—Tú cállate —me dijo, ofendido—. Sólo, ten cuidado —insistió, mientras me daba mis gomitas.
—Sabes que lo tendré —dije, tomándolas.
—¡Tienes mi apoyo! —dijo, mientras yo caminaba devuelta hacia Chan.
   Pagamos por todo y caminamos hacia la sala. Al entrar, vimos que estaba todo oscuro y en silencio. Había muy poca gente allí, supongo que debido a que la película había sido estrenada hacía tiempo ya. Nos sentamos en nuestros asientos, muy juntos. La película no tardó en comenzar y ambos nos concentramos en ella. Yo hice el intento por Chan. Y lo hice muy bien, hasta que me terminé mis gomitas y decidí comer de las palomitas. Chan tenía el balde sobre su regazo, por lo que tuve que estirar mi mano hasta éste. Y, accidentalmente, nuestras manos se encontraron al buscar palomitas.
   Cuando sentí su mano rozar la mía, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, dándome escalofríos. Cuando observé a Chan, él también parecía sorprendido, pero rápidamente volvió la mirada a la pantalla y me ignoró. Aquello me confundió. Tal vez lo incomodé con aquel roce o... tal vez le gustó, pero es tímido. Por lo que había aprendido observándolo, él no es tan tímido, pero cuando algo lo toma por sorpresa, se paraliza, se pone nervioso y no sabe cómo actuar. Al menos eso es lo que parece. A decir verdad, soy bueno conociendo gente. Y quería conocer mejor a Chan.
Ese accidente me dio la oportunidad de apreciar su reacción, que no había sido mala, y también me dio la idea para mi siguiente paso. Ya sabía qué haría. Estaba claro que Chan era un inexperto, todo un novato, y no sólo trabajando en el cine, en el mundo de los amoríos se aplicaba lo mismo, estaba seguro de que era mi novato favorito en todo, pero, a lo que iba es que, teniendo en cuenta aquello, no podía empezar con algo fuerte, debía ir de a poco. Es como tu primera vez por atrás, no puedes pretender que entre como si lo hubieses hecho miles de veces por allí, estando acostumbrado a ello y siendo un dios del sexo anal. No, cariño. Eso no pasará. Entonces, o vas lento y de a poco, o terminas en el hospital obligado a contar una historia muy bochornosa para ti.
   Mi plan para ésta primera vez era simple: paso uno, acercar mi mano a la de él y acariciarla suavemente hasta que se acostumbre, para luego entrelazar nuestros dedos. Paso dos, actuar cansado y lentamente dejar caer mi cabeza sobre su hombro, así iba a establecer un poco más de cercanía entre los dos. Y por último, el paso... Mis pensamientos se habían visto interrumpidos por el repentino contacto que Chan estaba estableciendo entre nosotros. Era como si me hubiese leído la mente. Él había apoyado su mano sobre la mía, había saltado el sutil paso de las caricias, pero aún así lo estaba haciendo.
   Quedé sin aliento. Mis latidos se aceleraron y el tiempo a mi alrededor se detuvo. Por un momento, la película había dejado de sonar, yo ya no la estaba oyendo. Mientras observaba a Chan, un calor comenzó a subir hacia mis mejillas, advirtiéndome de que me estaba sonrojando. Él me miró y, viéndose algo temeroso, intentó alejar su mano, pero lo detuve tomándolo de la muñeca. Seguí mirándolo, hasta que conseguí establecer un contacto visual. Fue entonces cuando cambié mi agarre y tomé su mano, para así entrelazar nuestros dedos.
Dejé de hostigarlo psicológicamente con la mirada, sabía que lo incomodaba, y la bajé hasta nuestras manos. Decidí realizar el paso que él se había saltado y comencé a acariciar su mano con mi pulgar. Pude sentir cómo el brazo tensado de Chan comenzaba a relajarse y él se distraía un poco más, sumergido en lo que mis suaves caricias le hacían sentir. Y yo me concentré en lo que él me había hecho sentir con aquello. Entonces, me di cuenta de que con sólo un roce, él podía llevarme hasta la luna y traerme de vuelta, si así lo deseaba.

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora