~ Día Uno ~

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Unas suaves caricias sobre su cabello despertaron a Jae, quien abrió sus ojos lentamente y con pesadez. Encontró al sonriente chico de blancos cabellos frente a él. Éste último se encontraba justo enfrente del lugar del que provenía la brillante luz natural que bañaba toda la habitación, haciéndole parecer un ángel.
Ese ángel que estaría ahí sólo para él.

- Dormilón, - dijo Woosung sin borrar esa bella sonrisa de su rostro - despierta. Tenemos que ir a desayunar.

El rubio gruñó levemente y volvió a cerrar sus ojos de forma brusca. En respuesta, el menor tomó sus gafas, que yacían sobre la pequeña mesita de noche que había junto a ambas camas y que las separaba, y se separó de él, alejándose hacia la puerta de la habitación.

- Me llevo tus gafas como no te levantes ya.

Como si de un resorte se tratase, el rubio se incorporó hasta quedar sentado sobre el colchón, sobándose los ojitos son sus manos hechas puño.

- Iré, pero no te lleves mis gafas. - pronunció el mayor con una voz más grave de lo habitual - Dámelas...

Ese último reclamo fue el fallido intento de sonar autoritario, mas falló puesto que su desbaratado cabello caía frente a sus ojos y su voz era un poco más grave y baja de lo normal, haciéndole parecer un niño pequeño recién levantado.

- Levántate y vístete. - ordenó el menor, que ahora parecía el padre de Jae - Cuando termines te las daré.

Woosung sonrió ladino mientras observaba como el rubio comenzaba a desperezarse, ocasionando que varios de sus huesos crugieran levemente. Segundos después, Jae se había levantado y dirigido hacia el baño, peinándose frente al espejo observando su dejado ser.
Desde luego, la falta de un espejo en su habitación de la zona superior le estaba pasando factura.

Peinó su pelo con sus propios dedos, parándose un poco en los pequeños nudos que se habían formado gracias a los cabellos se habían enredado entre ellos a causa del movimiento mientras dormía. Deshizo unos pocos, probablemente no los suficientes pero se aburrió a los pocos segundos, y se echó agua en la cara, como si ésta le quitase la cara de recién levantado que llevaba.
Salió del baño como un zombie, con la espalda encorvada y dejando sus brazos colgar sin que ningún tipo de fuerza los mantuviera rectos.
El menor se acercó a Jae y, poniéndose de puntillas, puso sus apreciadas gafas sobre el tabique nasal y las orejas de su mayor, sonriéndole al instante.

- Ponte recto poste de luz - le dijo en tono de burla el más bajo.

Al instante, Jae se puso recto y dejó que el menor peinase varios cabellos rebeldes que habían quedado mal peinados. Woosung consiguió peinar esos cabellos gracias a que se puso de puntillas y se elevó para quedar a la altura de los pequeños ojos del rubio.

- Pareces mi estilista... - río Jae cuando los talones de Woosung tocaron de vuelta el suelo.

- Yo te querré mucho, pero tu estilista no pienso ser - el menor rió y abrió la puerta de la habitación, dejando que el frío aire que corría por el pasillo entrase a la sala.

Ambos rieron mientras caminaban hacia el pasillo. Cuando los dos se encontraron fuera de la sala en la que habían dormido, sus miradas se cruzaron y, como si fuera algo programado, tras cerrar la puerta, los dos chicos corrieron hasta bajar las escaleras.
Lo único que se escuchaba en aquel pasillo a esa hora eran sus contagiosas risas.

Al encontrarse frente a la puerta del comedor, Jae miró al menor, que lucía emocionado por aquel lugar repleto de comida. ¿Era ese un lado que el rubio no conocía de aquel chico que se había convertido en su compañero de aventuras?
Probablemente lo era.

- Parece que te vas a comer la mesa entera y aún no hemos entrado. - dijo Jae en tono de burla.

Cuando Woosung dirigió la mirada al rubio, éste último se rió, observando el estupefacto rostro de su menor.

- ¿Vamos dentro? - preguntó el más bajo devolviendo la mirada a aquella enorme mesa repleta de comida.

- Sí, vamos. - el rubio volvió a reír y caminó dentro del salón con el menor agarrado por la muñeca.

Se sentaron junto a una columna, en una mesa que estaba prevista para cuatro personas y que, por falta de inquilinos en el hotel, se encontraba vacía.

- ¿Irás ya a por tu comida? - preguntó el mayor aún utilizando el idioma arcano que sólo ellos dos entendían.

- Cambia de idioma - susurró Woosung mientras le sonreía al mayor.

- No sé hablarlo, - el rubio susurró, sonando un tanto molesto - pero lo entiendo...

- Entonces mantente callado.

Woosung habló un poco más alto de lo que le hubiera gustado, atrayendo las miradas de un par de curiosos que dejaron de mirarles en cuestión de segundos. Aquellas miradas les hicieron quedarse en silencio hasta que dejaron de estar sobre ellos. Se notaba el creciente nerviosismo en el de cabellos blancos, que comenzó a tamborilear sus dedos sobre la mesa. Jae, mientras tanto, sonreía burlón mientras miraba al menor. Ambos sabían que de milagro no habían sido descubiertos por culpa del más bajo.
Pero esa no era su prioridad en ese instante.

El de cabellos rubios como el sol reflejado sobre un estanque se levantó de su asiento, decidido a servirse algo para poder desayunar.

- O vienes o no desayunas - dijo mientras entrecerraba sus ojos por culpa de su amplia sonrisa.

Al instante, el menor se levantó también y los dos chicos volvieron a intercambiar cómplices miradas que se indicaron la una a la otra que era el momento de moverse.
Aquellas miradas decían más que mil palabras.

Jae tomó dos platos y, tras sentir la fría cerámica sobre sus manos, tendió uno de los dos a su menor, que aún le observaba.

- Gracias - murmuró Woosung en aquel arcano idioma, haciendo que el Rubio fuera el único que le entendiera.

El rubio se limitó a sonreír y comenzó a aproximarse hacia el tostador con una rodaja de pan sobre su plato.
El mas bajo quedó solo observando aquella gran mesa llena de comida que despertaba el apetito con sólo mirarla u olerla.
Era majestuosa la forma en que aquel lugar estaba organizado, lo que siempre había llamado la atención de Woosung.

- Perdona... - dijo una voz que el, ahora solo, chico de blancos cabellos creyó reconocer - ¿Woosung?

El recién nombrado se giró, encontrándose a una de las personas que menos esperaba ver allí.

- ¿J-Jaehyeon? - preguntó Woosung con un hilo de voz y el aquel idioma tan antiguo que sólo los habitantes de la zona superiores entendían - ¿Q-qué haces aquí?

S E L E C T I O N ┊𝘫𝘢𝘦𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨𝘱𝘢𝘳𝘬𝘪𝘢𝘯 || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora