~ Viaje ~

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Jae se separó de la pared con lentitud y miró al final del pasillo, buscando alguna forma de acortar el camino hasta la sala de visitas del gran monitor.
De repente, recordó que llevaba una pequeña cajita en sus manos y la alzó a la altura de sus ojos, examinando cada detalle de su exterior. Después, se decidió a abrirla, encontrando varios cubitos con muchos cables conectados, todos iguales.
Jae sonrió para sí, habiendo conseguido su meta de poder bajar a la zona inferior.
Cerró la caja con cuidado y emprendió el camino hacia la sala de la gran pantalla.

Cuando llegó, se posicionó frente al monitor que, tras realizar el escaneo facial, abrió la puerta segundos después.
El rubio tragó saliva y comenzó a caminar en dirección a la enorme pantalla, que le había observado desde el momento en el que se había abierto la puerta.

- Veo que traes los transmisores, Park. - el rubio asintió con una sonrisa y después miró a la pantalla, que le observaba con curiosidad o, al menos, esa era la sensación que transmitía - ¿Estás listo para el viaje que harás?

Jae volvió a asentir, esta vez mucho más enérgicamente, mientras aferraba la pequeña caja a su pecho, sintiendo como esta era la llave para su libertad momentánea.

Segundos después un gran portal se abrió a su lado. Jae miró a través de él, viendo una larga escalera que parecía no tener final.
El rubio dirigió su mirada a la pantalla, que ahora yacía apagada, tragó saliva y se dispuso a entrar a aquel portal.
Él mismo se detuvo y volvió a tragar saliva.
¿Por qué estaba tan nervioso?
Suspiró hondo y relajó sus hombros, que se notaban más tensos que nunca antes.
Ahí, en ese mismo momento, entró en el portal.

Y, de repente, todo se volvió oscuro.

Jae abrió los ojos, encontrándose en un lugar que había visto antes pero que nunca había pisado.
Estaba en un lugar cercano a esa facultad que había observado tantas veces.
¿Por qué sabía que era esa facultad? Porque desde su posición actual era capaz de ver el característico reloj que estaba situado sobre la puerta principal.
Leyó la hora, con dificultad por culpa de la distancia a la que se encontraba del reloj. Las 21:03.

"¿En qué momento ha pasado tanto tiempo? ¿Tantas horas he pasado bajando escaleras?" se preguntó el rubio mientras observaba sus alrededores.
Comenzó a escuchar varias voces, que se acercaban a su posición conforme el tiempo avanzaba.
El rubio era capaz de entender todo lo que decían a pesar de no saber el idioma en el que hablaban.

Jae suspiró y esperó, quieto en el mismo sitio, para averiguar quiénes eran los propietarios de las voces.
Lo que no se esperaba era ver a el humano que lo había llevado a bajar a la zona inferior.
Pero no venía sólo.

Aquel chico que Jae recordaba haber visto juntar sus labios con el pelinegro que le tenía encandilado, ese chico, estaba tomado de la mano con el pelinegro y ambos se acercaban hacia donde estaba el rubio.
Cuando Jae los vió, tragó saliva, sintiendo su corazón partirse un poco más.
En ese instante quería tener a Woosung junto a él y que le dijera que todo saldría bien.

Suspiró hondo y comenzó a alejarse del lugar, sin importarle lo que pensasen de él.
Una voz que no conocía sonó a su espalda, cosa que le obligó a girarse.

- ¡Eh! ¡Rubito! - dijo una voz que no pertenecía al pelinegro, pero tampoco al otro chico - ¿No estás un poco solo aquí?

El propietario de la voz se acercó a él. Era alguien que nunca había visto y eso no le producía ningún tipo de sensación positiva. El rubio se volvió a girar y comenzó a caminar velozmente, intentando alejarse del desconocido que se dirigía a paso rápido hacia él.

- No huyas, no voy a hacerte nada. - dijo el chico, que había conseguido posicionarse junto al rubio - ¿Estás bien? Luces perdido.

Jae no era capaz de articular palabra. No por el nudo que se le había formado en la garganta, que también, sino porque era capaz de entender lo que decían pero no de utilizar el idioma que estaba escuchando a su alrededor. El rubio se limitó a asentir y falsear una sonrisa.

- ¿No puedes hablar? - preguntó el chico, algo sorprendido por la incapacidad del rubio para comunicarse - ¿Te diste un golpe o algo?

Jae negó exageradamente. No se había dado ningún golpe y, aunque así fuese, no iba a darle tanta información a un chico desconocido.

- Entonces... ¿cómo te llamas? - preguntó el chico, tras dejar escapar una risa por lo exagerado que había sido el rubio.

Jae tomó aire e intentó copiar la fonética que el chico había utilizado. Sentía como su lengua se resentía al no hablar en aquel idioma arcano que aún era capaz de recordar a la perfección.

- J-Jae... - contestó el rubio, mientras notaba como su pequeño cuerpo comenzaba a temblar.

- ¡Matthew! Lo estás asustando... - otra voz nueva llenó los oídos del rubio, que alzó la mirada para encontrarse con su propietario.

El pelinegro. Ese chico tan bonito, que tenía a Jae a sus pies desde el primer momento, estaba frente al tímido rubio en ese mismo instante.
Jae se sonrojó bastante y lo único que pudo hacer fue apartar su mirada.

- Oye, Jae... - dijo el primer chico, de nombre Matthew - no pretendía asustarte... es más, quería ayudarte...

- N-no te preocupes... - el rubio devolvió la mirada a Matthew, quién le sonreía ampliamente y puso una mano sobre su hombro.

- A veces das miedo. - rió el pelinegro - Pero que, aún así, nosotros te queremos.

Jae soltó una risa forzada y vio como el último chico se acercaba a ellos tres. Cuando estuvo a su altura, tomó la mano del pelinegro, subiéndola hasta sus labios y dejando un beso en su dorso. El rubio por poco escuchó su corazón partirse. Matthew pareció detectarlo porque pasó un brazo alrededor de los hombros de Jae.

- ¿No te dan asco? - preguntó para después soltar una risa - Tan melosos, tan bonitos juntos... me dais repelús...

Jae no pudo evitar soltar una leve risa mientras notaba como el pelinegro y el otro chico les miraban mal. Ese chico, Matthew, iba a empezar a caerle bien. ¿Cómo lo sabía? Una simple corazonada.

- Si te molesta, vete. No tenemos que aguantarte por estar saliendo... - contestó el que se proclamaba como la pareja del pelinegro - YoungHyun es mi pareja y no la tuya, Matthew. Debes aprender a controlarte.

- Todo el odio hacia mí ahora mismo, ¿eh? - Matthew volvió a reír - Lo tengo más que claro, HongGi. Deja de recordarme que ese bombón te ha tocado a ti y no a mí.

Jae había dejado de escuchar la conversación. Sus ojos estaban fijos en YoungHyun, el pelinegro por el que había caído rendido desde el primer momento en el que le vio. Notó sus mejillas arder cuando el bello pelinegro le miró y le dedicó una dulce sonrisa. ¿Cuánto estaba Jae dispuesto en sacrificar por el pelinegro? Ni él mismo lo sabía, pero, seguramente, no era poco.

S E L E C T I O N ┊𝘫𝘢𝘦𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨𝘱𝘢𝘳𝘬𝘪𝘢𝘯 || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora