~ Almohada ~

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Aquellas palabras le habían dolido, demasiado quizás. Era cierto que su único amigo era Woosung, pero no hacía falta echárselo en cara.
De nuevo aquel dolor de cabeza, ¿qué estaba pasando?
Se hacía cada vez más insoportable pero no había forma de pararlo. Creía saber la razón pero había mejores cosas en las que pensar que en aquello.

En silencio, se retiró. Echó a andar de vuelta a su habitación, dándole vueltas a lo que Jinwoo le acababa de decir para así ignorar aquel dolor asqueroso que atacaba su frágil cabeza.
Más que de caminar, ahora mismo lo que tenía eran ganas de partirse los nudillos a base de puñetazos en el muro pero debía contenerse.

Los pasillos desérticos le recordaban lo solo que estaba. Escuchaba sus propios pasos resonando en las paredes del lugar, hecho que no hacía más que llevarle de vuelta a la zona inferior. Y es que había una gran diferencia entre el bullicio de allí abajo con el silencio de arriba.
Definitivamente terminaría por aborrecer el silencio.

Siguió andando, intentando no hacerlo en un ritmo constante, pues si lo hacía se ponía nervioso. Más de lo habitual.
Consiguió llegar a su habitación antes de derrumbarse en el suelo por el dolor de cabeza, la impotencia causada por Jinjin y el cansancio.
Abrió la puerta con pereza y avanzó hasta su cama, cayendo sobre el colchón como un peso en seco. Los muelles se resintieron y lo hicieron rebotar ligeramente, tomando después una postura que consideró cómoda.

Se abrazó a la almohada y, casi sin darse cuenta de ello, comenzó a llorar. Hacía años que no lloraba, que no se desahogaba así. Habían pasado tantas cosas en un espacio tan corto de tiempo que no pudo terminar el acabar así.
Se sentía indefenso, demasiado quizá, necesitaba un abrazo o alguien que le dijera que todo estaría bien.
Era tal y como Jinwoo había dicho: no tenía amigos. Era la verdad, el de cabellos anaranjados no había mentido.
Pero aquella verdad dolía más de lo que creía capaz de aguantar.

Las lágrimas caían amargamente por su rostro, mojado tanto sus mejillas como su almohada y sus gafas. Consiguió quitarse éstas últimas después de unos minutos llorando. No podía hacer nada al respecto, no sabía consolarse a sí mismo y tampoco tenía a quién llamar. Tenía miedo a estar solo pero en realidad era consciente de que lo estaba. Su miedo se había hecho realidad y se lo tenían que haber dicho para que se diera cuenta.

Tenía tantas cosas en la cabeza como lágrimas deslizando por su rostro. Jamás se hubiera imaginado así, abrazado a la almohada y llorando silenciosamente porque se le había juntado todo. Se sentía tan inútil que se llegaba a dar miedo, ya que nunca antes se había sentido así.
Era cierto que cuanto menos sabes, mejor vives.

No se percató de la puerta de su habitación siendo golpeada. Alguien estaba pidiendo permiso para entrar tras ella, pero él no podía salir así.
Todos creían que no tenía sentimientos, así que no podía mostrarse afectado por algo que, en verdad, lo había golpeado como un tren. Limpió sus lágrimas como pudo y se levantó de la cama, sin siquiera poder verse por la falta de un espejo.

Se acercó a la puerta y la abrió. Aquel chaval de cabellos blancos, bajito, de voz dulce y personalidad cercana lo esperaba tras la superficie de madera pintada de blanco.

- ¡Jaehyung! - no pudo evitar gritar mientras una amplia sonrisa se dibujaba en su rostro - ¡Te he echado mucho de menos, tonto!

Sin darle tiempo a reaccionar, el menor se abrazó al delgado cuerpo de Jae. Ahí estaba el dolor de cabeza de nuevo. Se quejó por lo bajo para que Woosung no se diera cuenta, pero en realidad estaba algo más feliz ahora que él estaba ahí.
Necesitaba aquel abrazo.

El rubio dio varios pasos hacia el interior de su blanca habitación y el menor lo siguió sin despegarse del abrazo. Ambos se sentaron sobre la cama del más mayor y el de cabellos blancos analizó la figura del contrario rápidamente: ojos ligeramente húmedos, estaba sin las gafas, pelo despeinado, mejillas teñidas de un tono rojizo, ropa arrugada; algo había ocurrido.

No quería arriesgarse a preguntar, pero aquel silencio incómodo que se había instalado en la habitación lo empujaba a hablar. No se veía capaz de pronunciar palabra, pero su voz salió de su garganta mejor de lo que jamás hubiera esperado.

- ¿Ocurrió algo?

Había conseguido que su voz sonara preocupada, como queriendo preguntar más pero no haciéndolo por puro respeto.

Sí, realmente se preocupaba por él, pero no quería admitirlo porque se sentía inferior. Cualquiera que se enterara de que Woosung era capaz de preocuparse por alguien iría a por él hasta destrozarle por completo.
No podía permitirse algo así.

Jaehyung, por su parte, no dejaba de darle vueltas a la pregunta que le había echo el menor. ¿Había ocurrido algo? Obviamente, la respuesta era sí. El problema era la explicación, ¿qué podía inventar para evitar hacer al menor sentirse culpable?

Prefirió negar antes que decirle la verdad. Mentir tan sólo lo haría preocuparse algo más, o quizás simplemente se olvidaría de ello, pero decirle la verdad lo haría cargar con toda la culpa. No quería verle mal, pensaba que así no pasaría nada.
Obviamente pasaría.

- Estoy bien - afirmó con seguridad el rubio, intentando evitar hablar del tema -. No ha pasado nada, no te preocupes.

- ¿Y me lo tengo que creer? - preguntó el menor alzando una ceja -. Mal vamos entonces. ¿Quién te ha hecho sentir mal? No te creas que no te he analizado cuando has abierto porque lo he hecho, y quien sea que te haya hecho llorar se va a llevar un buen puñetazo en la boca.

Incluso teniendo los ojos llorosos, Jae dejó escapar una pequeña risa por lo bajo, haciendo que Woosung se sintiera realizado al ver aquella sonrisa que tan feliz le hacía. Entonces, el menor se alzó un poco y peinó el cabello del rubio mientras esperaba que éste hablara.

- Te digo que no ha pasado nada, ha sido el golpetazo de volver a la realidad después de estar varios días casi muerto. Sinceramente no sé qué es mejor, si estar muerto o estar aquí - habló entre pequeñas risas, que salían de aquellos labios con suavidad -. Probablemente estar muerto.

- ¿Por qué elegirías algo así? ¿No tienes ganas de seguir viviendo? ¿No tienes ganas de averiguar lo que hay más adelante? - inquirió el menor mientras se volvía a sentar sobre el colchón tras peinar al rubio con sus delicadas manos.

- No, no tengo ganas. No tengo ganas de estar encerrado aquí para siempre. Es raro, pero tengo la sensación de que... - se interrumpió a sí mismo cuando el fortísimo sonido de las campanas llegó a sus oídos.

Ambos intercambiaron miradas. Woosung estaba lleno de curiosidad, pues el mayor no había acabado la frase, y Jae simplemente no sabía si debía acabarla.
Era motivo de expulsión.

Cuando Woosung quiso abrir la boca para pedirle al mayor que continuara, un estruendo que ya conocían de sobra se escuchó por todo el lugar.
Se levantaron a la vez, ya sabían que hora era por la fuerza extra con la que sonaban las campanas, y sin decirse nada echaron a andar.
Iban hacia el mismo lugar, así que no les hacía falta comunicarse para saber qué hacer o a dónde ir.

S E L E C T I O N ┊𝘫𝘢𝘦𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨𝘱𝘢𝘳𝘬𝘪𝘢𝘯 || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora