~ Interés ~

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El corazón de Park se partió al ver aquel gesto del pelinegro. ¿Qué había hecho mal para que eso le ocurriera?
No comprendía nada de lo que estaba pasando, ni por qué se había puesto nervioso al verle antes, ni por qué ahora se sentía tan mal.
Ese chico era un mundo nuevo para el rubio e iba a averiguar por qué.

Park se levantó del suelo de cristal y dejó de fijar al chico en el monitor, haciendo que este se moviera a su antojo por la ciudad. En esos instantes se sentía destrozado, tanto, que se acercó a una de las paredes del mirador y se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo.
Otra sensación nueva invadió a Jae, quién notó como sus ojos se cristalizaban por primera vez.
Una vez más, la misma pregunta de siempre rondó su cabeza.
¿Qué era esa sensación?

Cuando sintió la primera lágrima recorrer su mejilla, y la sensación de calidez que esta llevaba consigo, solamente se derrumbó ante la nueva e inesperada sensación de soledad.
Minutos después escuchó la puerta abrirse, alarmándose y limpiando las pequeñas gotitas que caían por su cara.

- ¿Hay alguien? - aquella voz era la de Woosung, que ahora se encontraba bajando las escaleras.

El rubio no dijo nada, guardó silencio mientras se levantaba del suelo y escuchaba el compás que marcaban los pasos del chico de cabellos blancos mientras bajaba las largas escaleras.

- ¿Jae? - preguntó el menor cuando se encontró dentro del campo visual del rubio - ¿Qué haces aquí? Pensaba que estarías durmiendo ya...

- S-sólo descansaba de la rutina...-dijo el rubio mientras miraba hacia otro lado, para esconder el hecho de que había llorado.

- Es la primera vez que te escucho titubear, ¿estás bien? - preguntó el de pelo blanco, como todo en aquel lugar.

- Eso creo... - volvió a tartamudear Jae mientras mantenía la mirada fija en otro lugar.

Sin volver a mediar palabra con él, el menor se acercó al rubio y lo abrazó con cariño, dándole esa calidez que le faltaba al mayor. Este último suspiró, dejando escapar una lágrima mientras rodeaba a Woosung con sus brazos.

- No, no estoy bien... - alcanzó a decir el rubio mientras abrazaba al menor - pero ni yo mismo entiendo por qué...

El mayor suspiró de nuevo mientras que el de cabellos blancos comenzaba a hacer caricias en su espalda.
Era la primera vez que ellos dos tenían contacto físico pero se sentía como si fueran amigos desde hacía muchos años.

- No sé tus razones para estar así y tampoco creo que tengas algún tipo de confianza en mí... - pronunció el menor sin dejar de abrazar a Jae - pero siempre estaré aquí cuando necesites hablar...

Woosung se despegó de Jae, mirándole con una sonrisa dulce.

- Vale... - contestó el rubio, intentado no romper la armonía que el de cabellos blancos y él habían creado.

Poco después, Woosung abandonó el mirador, dejando sólo al rubio, quién repitió la misma acción que el menor había efectuado minutos antes.

Jae caminó por los pasillos antes del primer toque de las campanas, cosa que era la primera vez que ocurría. El rubio sólo quería tumbarse en su cama y no despertar en mucho tiempo, pero el hecho de tener que ir junto a Suho, persona que construiría los transmisores para él, le hacía tener que levantarse a la mañana siguiente. Aunque, pensándolo bien, se tendría que levantar igual por culpa de su molesta y repetitiva jornada laboral.
A veces, deseaba haber nacido en la zona inferior para no tener que trabajar con tantísima regularidad y poder relajarse más normalmente.

Llegó a su habitación y, sin cambiarse, se dejó caer sobre su cama, con la mejilla sobre las sábanas y la cara en mirando al armario. Cerró los ojos, buscando relajarse y pensar, pero sólo consiguió quedarse dormido.
A las pocas horas, un tremendo dolor en su cadera le despertó. Dejarse el cinturón abrochado para ir a dormir no había sido buena idea así que, adormilado, se incorporó, sentándose sobre la cama, y miró a su alrededor.
Poco después, se puso en pie y se quitó el pantalón y la camiseta, quedándose en ropa interior y entrando a su cama sin ponerse el pijama. Poco importaba si nadie lo iba a ver.
Pocos minutos después, el rubio quedó dormido profundamente, ahora sin un cinturón que lo separase del descanso.

A la mañana siguiente, abrió los ojos con dificultad, queriendo quedarse en la cama y tapándose con las sábanas hasta las orejas.
Terminó por incorporarse sobre el colchón y estirarse con pereza, levantándose segundos después para vestirse e ir al taller de Suho.
Caminó por los mismos pasillos de siempre, llendo esta vez más lejos que otras veces al pasar de largo por la puerta de la cafetería.
Llegó al pequeño taller en el que Suho trabajaba y llamó con cuidado, esperando que él estuviera dentro a pesar de la temprana hora.

- Si hubieras llegado un par de minutos más tarde me habrías pillado dentro - rió una voz a sus espaldas.

Jae se asustó, creyendo haber hecho algo mal, y se giró de golpe, encontrando a Suho a sus espaldas.

- No te preocupes, - dijo con una sonrisa - hoy dormí un poco más de lo habitual. Esos transmisores fueron algo complicados de idear y construir, pero lo conseguí.

El rubio sonrió de vuelta, mientras que Suho abría la puerta del taller. Cuando está estuvo abierta, ambos entraron a la pequeña habitación.
Era un taller bonito, en tonos caoba y madera, cosa que llamó la atención del curioso rubio, que miraba cada detalle que la habitación le ofrecía.

- Aquí tienes... - dijo Suho mientras bajaba una caja de una estantería y la dejaba sobre su mesa de trabajo, abriéndola y sacando una caja más pequeña - espero que funcionen.

Jae sonrió ampliamente mientras tomaba la caja que Suho le tendía. El rubio comenzó a caminar hacia atrás, intentando retirarse de la habitación, mas no pudo porque Suho le agarró del brazo.

- ¿No deberías agradecérmelo? - preguntó sonriendo el moreno.

- Gracias Suho... perdón por ser tan descortés - el rubio sonrió, sintiéndose un tanto nervioso.

- No, no, no... así no... - Suho ladeó su sonrisa, asustando al rubio - tú sabes a lo que me refiero.

Park salió corriendo con la pequeña caja en las manos.
Recorrió casi todo el camino hacia su habitación sin dejar de correr y, cuando llegó a la puerta de esta, se apoyó contra la pared para recobrar el aliento.

¿Qué ha sido eso? ¿Por qué quería que se lo agradeciese de otra forma? ¿Por qué salí corriendo? ¿Por qué me dió miedo perder algo que ni siquiera sé lo que es?

De un momento a otro, se daría cuenta de que lo que tiene miedo a perder es a ese chico de la zona inferior y que por eso no se había echado atrás tras observar aquella escena la noche anterior.
Tuvo la sensación de que, de alguna forma, ese humano sería para él, aunque no sabía cómo, cuándo, ni por qué. Sólo sabía que quería probar a hacer lo que ese otro chico había hecho con él. Quería juntar sus labios y probarlos. Quería saber lo que se sentía al tenerlo tan cerca. Quería saber qué era ese ligero hormigueo que se formaba en su tripa cada vez que pensaba en él. Quería conocerle a fondo.
En resumen, Jae quería viajar a la zona inferior para descubrir todas esas sensaciones que el chico le hacía experimentar.

S E L E C T I O N ┊𝘫𝘢𝘦𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨𝘱𝘢𝘳𝘬𝘪𝘢𝘯 || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora