Yo solo quería dejar de pedir deseos.
"Y entonces lo entendí...
Mirarte era soplar las velas teniendo el deseo en frente".Yo no pedía amor, ni magia. No pedía que se murieran por mí, ni que sacrificaran corazones en danzas amazónicas para después comerme viva.
Yo no quería besos en la espalda, ni manos entrelazadas, no pedía besos. Prefería que me los robaran.
No quería vivir deprisa, pero se me aceleró el pecho, en pleno éxtasis de azúcar lamiendo toda la dulzura de mi amarga incomprensión.
Yo dejé de buscarme y me encontré con quien estuvo escondida tanto tiempo que ya quedaba de ella lo que en su día solo fue un sueño.
Tenía al miedo sometido por mis deseos, lujuria con tacones de aguja y suela de fuego. Rock and roll al desnudo, sin prejuicios, melena recorriendo carne y piel con torpeza en los dedos.
Una noche a medio hacer y un día nublado, cuatro hojas de papel y bolígrafo casi gastado.
Y llegó la chica del planeta lejano, que veía la vida con la cabeza boca abajo. Tenía en sus ojos todas las ventanas de Nueva York, y estaba de la vida hasta el mismísimo cosmos.
Tenía la sonrisa de cien puertas abiertas de par en par hacia la libertad.
Y sus ojos eran todas las rejas de los pájaros en las cabezas que su musa echó a volar.
Le metió mano a la vida para acostarse con ella cada noche, y desde entonces todos sus insomnios hicieron borrón y cuenta nueva para dibujarse a lápiz.
En su piel se posaba el terciopelo que en comparación con su tacto se volvía lija.
Las palabras que salían de su boca eran gominolas de fresa y nata.La conocí por casualidad, llamé a su puerta casi sin preguntar nada, sigilosa dio un paso al frente, quiso escapar pero se sintió tranquila, en paz.
charlando con una imperfecta desconocida con la que conectó como neutrones con carga positiva.
A mil quilómetros de distancia a los corazones le salen patas, se hacen valientes, se vuelven fieras amansadas por la música que resuena en las arterias.
Convirtiéndose en aventureros, en exploradores de caminos, nadie les para, son cuatro ventrículos disparando con fuerza, rasgando capas.
Se pegaron a sus cuerpos entrecuzando sus alas, para convertirse en las diosas de un mundo sin fe, sin humanidad...
Lanzaron un guiño a lo incorrecto, un desplante al conformismo, se jugaron la ropa porque el alma no usa prendas, dieron todos los pasos en firme que sus columnas y piernas soportaban.
Levantaron la cabeza, orgullo de fieras en libertad, cruzaron a nado todas las lágrimas que habían derramado.
Contemplaron la luz que todos guardamos en nuestro lado oscuro, pidieron deseos a las estrellas.
Conjugaron los versos que quedaron vivos entre las partículas de una tierra muerta
Para dar paso a los sentimientos que se encuentran escritos en poemas, abandonados a su suerte... Y yo...
Entonces lo entendí...
Mirarte era escribir el libro teniendo a la musa en frente.
Rebeka V.