30. Fieras

96 17 0
                                    

Me he parado a verme.
De golpe y porrazo, he visto una hostia impactando mi cara, un ya te lo dije detrás de mis oídos.
Un no hay más ciego que el que se tapia la vista, ni hay más sensatez que la que te escupe el borracho elocuente.
Nunca he querido autoanalizarme, he sido consciente tantas veces de mi locura... Para mi la autoayuda siempre ha sido tocarme, cerrar los ojos, palpar mi interior y dejar de encontrarme, así como me gusta ayudar al prójimo a perderse. Camino bajo la desesperanza, desesperada.
Me compongo de varias personas, de tres tiempos verbales, lanzo garabatos escritos con el lápiz del siglo XXI. Soy la mancha de tinta en mitad del poema más hermoso del mundo, vengo salida del inframundo o quizás expulsada. Me da igual, yo también soy espina, soy la imagen de la muerte de una flor a cámara lenta.
La niña llorando cuando ve escapar su globo por no poder volar con el, voy a tientas por la vida, acaricio las palabras y odio que me las digan.
Soy una noche que nunca descansa, autodestructiva y mágica, me acoplo a la forma de mi cuerpo entre las sábanas, voy puntuando las comas, pillo carrerilla con la muerte, y hasta ahora sigo ganándole, subiéndome al podio levanto mis manos para tocar la Luna y acabo besándola.
Me callo a voces lo que no digo, soy íntima y salvaje.
La música amansa a mis fieras y yo las tiento para que bailen.

Rebeka V.

La octava luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora