No tiene por qué ponerse raro, ¿verdad?

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Una cosa que todos los estudiantes en Hogwarts saben es que si observas a un integrante de la familia de los héroes de guerra caminar como alma que lleva el diablo solo debes hacer una cosa: quitarte de su camino.

Themis Malfoy siempre ha pensado que sacó esa capacidad de controlar su temperamento como lo hace su abuela, siempre viéndose tranquila, imperturbable y dulce, pero hay cosas que no piensa permitir, no después de darse cuenta de lo manejable que se volvió por un triste enamoramiento que ni siquiera era reciproco.

—Pero miren a quién tenemos aquí, mi dulce Themis —le dice Richard cuando la ve. Claramente no tiene miedo, pero sin dudas sus compañeros son más listos pues dan un paso atrás al verla acercarse. —No le tengan miedo, es tan mansa como un gatito.

—Váyanse —es única palabra basta para que los tres chicos se vayan de inmediato, pero sin duda Richard está confiado que no le hará nada.

—¿Qué pasa amor?

—Yo ya no soy tu amor.

—Claro que lo eres, ¿acaso quieres que te recuerde...

—No, porque fue una experiencia mediocre y que sin duda no debí acceder. Ahora quiero que dejes de asustar a los chicos en Hogwarts, yo ya no soy tu chica y puedo hacer lo que me de la gana y no debe importarte o interesarte.

—¿Yo asustarlos? Por favor Themis, eres mía y todo el mundo lo sabe, incluso tú lo sabes, aunque estés enojada.

—No estoy enojada Richard, estoy decepcionada de ti, pensé que eras otro tipo de persona, me pelee con mi hermana por defenderte, para darme cuenta que no vales ni una sola lágrima que te dedique. Ahora más te vale dejarme en paz.

Sin decir nada más la rubia voltea, pero el castaño la agarra de la cintura atrayéndolo hacia él.

—Tú no me vas a dejar preciosa.

—¡Suéltame!

—Veamos si pides que te suelte —sin decir nada más pega sus labios a los de la rubia que sin duda no se lo esperaba y se queda estática a lo que él empieza a creer que todavía tiene poder sobre ella, pero no, Themis sale de su sorpresa para darle una buena patada en su entrepierna y al soltarla le da una buena bofetada. —Eres una...

—¡Atabraquium! —gritan al fondo del pasillo dejando estático al castaño. —¿Estás bien Them?

—Sí, gracias —le responde al azabache mientras él examina su mano. —No tenías que hacerlo.

— No lo hice por ti, lo hice por él —responde James con una divertida expresión. —Lo vi en tus ojos, si no lo detenía ibas a darle la paliza de su vida.

—Espera por favor —la rubia saca su varita apuntando a Richard. —Finite incantatem.

—Eres una salvaje Malfoy, pero nadie se le ocurrirá pedirte ir al baile, me encargaré de que nadie siquiera te voltee a ver.

—Ahí estás muy equivocado —responde James.

—No te metas Potter.

—Me meto porque sí, nadie le pedirá ir al baile porque ya tiene pareja y soy yo. 

****
— Herms, tienes una vídeo llamada! —La castaña sale corriendo del baño con una toalla puesta. —¿Ya sabías que era Draco?

—No me molestes Pansy —responde Hermione antes de aceptar la llamada de su esposo. —Hola Draco, ¿sucedió algo?

—Hola amor, si fuera otra ocasión me sentiría feliz de verte solo en toalla,  pero ahora es más  importante. Resulta que nuestra hija tiene pareja para el baile de navidad.

Historias y aventuras de una nueva generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora