Algo entre tú y yo

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Gideon camina por los pasillos de la enorme casa de los Malfoy preguntándose dónde demonios está todo el mundo. La casa sin duda es cálida y por algún motivo le hace sentir tan bien como lo hace en su casa. Todo el mundo lo ha recibido con cariño, desde los adultos hasta los más pequeños, en especial las hermanitas de su amiga, cuando le piden jugar no puede negarse, son demasiado dulces. Por lo tanto, es extraño que no haya nadie en casa o eso piensa hasta que observa a una castaña caminando de puntillas mirando por los pasillos. Clary sin duda parece tratar de verse sigilosa, pero solo se ve muy graciosa cuando trata de ponerse las botas.

— ¿Qué estás haciendo? —la castaña casi se va de espaldas mientras suelta un grito de susto.

— ¡Casi haces que me muera! Pensé que no había nadie en la casa.

— Pues aquí estoy —Gideon sonríe ante la mirada cautelosa de Clary. —¿Qué vas a hacer que requiere tanto misterio?

Clary se desparrama en una silla para acomodar sus botas correctamente.

— Olvidé comprar regalos para las niñas, ayer estaba empacando los obsequios de todos y déjame decirte que son muchos, pero vi que no he comprado nada para Cissy y Violeta. Soy una mala tía.

— Solo has estado ocupada por lo que comentó tu hermana.

— Ay ni me lo digas, he tenido que ver el drama que hay entre Orión y Molly, Alana está en modo novia monstruo y...

— Y vas a quedarte sin aire —comenta el rubio con diversión. —¿Quieres compañía? No sé a donde fue Themis o Altais y no me apetece quedarme leyendo.

— ¿De verdad quieres acompañarme a hacer compras?

— Claro.

—¿Seguro?

—Sí.

—Que sí Clarisa.

—No uses conmigo ese tono jovencito — responde la castaña acomodándose la bufanda haciendo que el rubio se ría pues le recordó a Hermione regañando a Violeta. —No te rías.

—Lo siento, me recordaste a tu hermana.

—Y tú a Draco cuando la hace rabiar más —murmura la castaña. —Pero bueno, vámonos.

****

Molly se encuentra demasiado interesadaen su trabajo como para notar que la puerta del laboratorio se cierra tan cautelosamente que no puede hacer nada cuando unas fuertes manos la toman por los hombros poniéndola delante de unos hermosos ojos grises que ha estado evitando más de dos semanas.

—¿Cuánto tiempo más piensas ignorarme Molly?

—¿Qué haces aquí Orión?

—No me dejaste de otra.

—¿Acaso no quedo claro que no quería verte?

—Molly, yo...

—Ahórratelo, quieres a Victoire, ese beso fue porque estabas ebrio y bla, bla,bla —lo interrumpe la pelirroja fijando sus azules ojos en los del pelinegro que ha estado sin duda evitando. Después de que le gritó lo obligó a bajarse de su auto a punta de varita y que no dijera nada, desde ahí lo ha evitado como si su vida dependiera de ello, pero también le había dado mucho en que pensar. ¿Cuándo empezó a tener sentimientos por Orión? No tenía ni la más remota idea, además para el tonto de su amigo ella era como un amigo con cabello largo. No negaba que era guapo, pero desde ese maldito beso ella fantaseaba de formas cursis y un poco indecorosas con el azabache, ¿cómo podría volver a verlo de la misma forma? Además estaba el hecho de que Victoire no le volvería a dirigir la palabra si se enteraba cosa que destrozaría el corazón de Orión después de tener tantos avances.

Historias y aventuras de una nueva generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora