Una ración de celos y romance

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Clary ni al enterarse que iba a convertirse en madre entró en shock tanto como lo está en estos momentos, Peter no puede estar hablando enserio ¿o sí? Y si lo está entonces el maldito ramo que agarró en la boda sí que era efectivo.

—Rebobinemos porque ya me perdí, ¿qué dijiste?

—Ileana, tendremos que casarnos —comenta el azabache con pesar o más bien con frustración mientras toma asiento. —¿Cómo demonios pudo pasar esto?

—Ya que ambos estábamos muy ebrios tal vez no lo recuerdes, pero supongo que sabes el proceso básico, ¿verdad?

—Gracias, sí entendí la ironía —dice el azabache mientras toma la mano de Clary. —Supongo que tendré que acostumbrarme.

Si bien al conocerlo imagino en su muy loca cabeza todas las posibles para que él le propusiera matrimonio ni se le pasó por la cabeza que podría ser por terminar embarazada y ser casi una obligación.

—No tienes que acostumbrarte, porque no vamos a casarnos.

—No permitiré que mi hijo sea un bastardo.

—En primer lugar todavía no sé si es niño, apenas y parece un frijol —dice ella poniéndose de pie para poner un poco de distancia. —Segundo, ¿en qué siglo vives? Ni mi cuñado es tan anticuado —obviando el hecho de que la mando a su habitación a pensar en lo que había hecho y no ser el primero en enterarse.

—¿Tienes un cuñado?

—Sí y... sí, es más como mi hermano o bueno él a veces me trata como si fuera mi papá...el punto aquí es que estás loco si crees que vamos a casarnos.

—¿Por qué?

—Porque ni me lo has pedido y antes de que lo hagas, solo quería que lo supieras, nada más, no quiero que ninguno termine embaucado en un matrimonio sin amor porque aquí donde me ves soy muy cursi así que si me disculpas tengo irme.

La castaña no espera ninguna respuesta así que se va tranquilamente por el pasillo o esperaba irse tranquilamente pues antes de entrar en el ascensor Peter ingresa dejándola sin poder escapar.

—¿Y ahora por qué me sigues?

—Porque solo me lanzaste una bomba y te fuiste.

—Y tú igual, ¿acaso te tomas el matrimonio tan a la ligera? —en una parte eso le molesta pues ni Teddy y Alana que está más que enamorados se casaron de inmediato.

—Bueno sí, me pasé un poco, pero empecemos de nuevo, ¿cuándo te enteraste del embarazo? —la castaña suspira antes de empezar a contarle sobre la cita con la doctora, los datos del embrión, que está creciendo bien y las distintas cosas que le mando a tomar.

—Me alegro que esté bien.

—Claro, como a ti no te toca pasarte cientos de vitaminas y ácido fólico en forma de pastillas.

—¿No has tenido nauseas o mareos?

—No, al menos no me ha pasado factura todavía —la castaña antes de que se abra el ascensor se coloca todo el arsenal de ropa ante la mirada curiosa de Peter. —No preguntes.

—No iba a hacerlo, pero bueno, ¿te irás en auto?

—Tengo chofer —susurra la castaña con un poco de malestar en su voz, pues esto no fue idea de Draco sino de Blaise, según él su baby Clary y Blaise junior no pueden andar en trasporte público y ni hablar de manejar. De verdad tenía que tener una plática seria de "estoy embarazada, no enferma" con ellos. —Tranquilo, estaré bien.

La castaña está a punto de girar para ir en busca del chofer cuando Peter le pone las manos en los hombros.

—Ileana, sé que lo que dije fue precipitado, pero más que otra cosa quiero pedirte que lo pienses, quiero ser parte de la vida de mi hijo —y no es por nada, pero las palabras del azabache sí que le hacen sentirse tan sensible, tanto para llorar.

Historias y aventuras de una nueva generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora