Capítulo IV

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Capítulo IV: “Oficial”.

Roger caminaba de manera lenta hacia la preparatoria, estaba cansado, no hay dormido bien debido a la discusión que había tenía el día anterior con Brian.

Faltaban más de 20 minutos para que sonara la campana y ya no le quedaba mucho para llegar así que del bolsillo de su chaqueta saco un cajetilla de cigarros.

Tomo uno y lo encendió, dejo que el humo inundará su boca y después viajara hasta sus pulmones, para volver a salir.

Siguió caminando y divisó a la preparatoria a lo lejos, volvió a darle un calada al cigarrillo, con cada paso sentía que el aire se agotaba y se sentía cada vez más cansado, pero prefirió ignorar todos aquellos síntomas.

Llego a la farola que estaba frente a la escuela, justo ahí apagó su cigarro y lo tiro al bote de basura.

Se quedó ahí unos minutos mientras recuperaba el aliento, miró hacia enfrente y noto que en la entrada estaban los mellizos Mercury.

Suspiro con pesadez y camino hasta la entrada de su infierno, pasó por un lado de Freddie, lo saludo e ignoro a Brian.

Recorrió los pasillos y se topó con algunos chicos y chicas quienes lo saludaban de manera amistosa.

Después de unos minutos la campana sonó, indicando el inicio de clases, Roger camino con algunos amigos hacia su salón.

Entro y el profesor quedó impresionado por ver al rubio llegar temprano.

Unas horas después y algunas preguntas bien respondidas por el rubio, salieron.

— Vaya Taylor, te estás volviendo un cerebrito –bromeo uno de sus amigos.

— No, yo nunca seré un cerebrito –dijo Roger.

Roger miró a lo lejos a Brian, rápidamente se molestó y lo ignoro, pero al darse la vuelta se topó con su amigo James, quién tomo la mochila del rubio y la cargo en su hombro y abrazo al rubio con su otro brazo, protegiéndolo de los bravucones.

— Vamos Rog –dijo el mayor, arrastrándolo con él.

El par de amigos se vio rodeado por sus otros amigos.

Todos se preguntaban como es que esas personas podían mantenerse juntos si siempre estaban problemas, pero eso era sencillo, ellos eran leales.

Brian miraba como aquel castaño se llevaba al rubio y sintió una gran oleada de celos ¿A que estaba jugando el rubio? Pensó Brian, la noche anterior había descubierto que estaba enamorado de él y al día siguiente lo ignoraba completamente.

Estaba furioso, pero no haría un escándalo, después de todo lo vería en la tarde y no sería nada lindo con el rubio.

— Vamos Brian –dijo Franco detrás de él.

El rizado solo siguió a su compañero y fue a la cafetería.

Después de otras horas finalmente las clases acabaron y Roger estaba a punto de ir por sus hermanos.

— Taylor, ya no saludas –dijo el rizado al verlo salir.

— ¡Ah, mierda! –grito el rubio por la repentina aparición de Brian.

Rápidamente el castaño amigo de Roger se acercó a él.

— ¿Estás bien, Roger? Te escuche gritar –dijo el castaño.

— Sí, estoy bien, es solo que me asuste –dijo el rubio.

— ¿Te acompaño a tu casa? –pregunto James.

Mi Último Cigarro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora