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    "Un nuevo comienzo para un final".

Ahora sí que todo tenía sentido. Los comportamientos de sus padres y las peleas constantes tenían un nuevo sinónimo.

Divorcio.

Era una palabra, la cual no estaba lista para pronunciar, se negaba rotundamente a aceptarlo pero debía hacerlo. Sus heridas cicatrizadas se habían vuelto a abrir. Sentía que estaba en modo pausa, que no sabía que pensar, que no podía recapacitar, que no tenía sentimientos, como un robot.

El clima la acompañaba. Las brisas del húmedo frío la acompañaban haciendo que su cabello se mueva al compas de éstas, mientras ella se encontraba sentada en un escalón que estaba antes de la puerta de su hogar. Respirando el aire en abundancia. Ahora los días de gracias serían dos, las navidades serían dos, los año nuevo serían dos, todo se duplicaria y ya que era así ella también tendría que dividirse en dos. De pronto una lágrima traviesa marcaba el rostro de Millie, ahora sí era hora de largar todo.

Sollozaba sola. La ausencia de sus amigos la seguía marcando, pero pensó que son adolescentes, seguro tienen otras cosas más importantes que hacer. A cada 10 minutos pasaban los vecinos transitando normal por la calle mientras observaban detenidamente a la castaña llorando sola en la calle en un día lleno de frío, ella trataba de taparse y hacer como si nada pasara pero lo costaba demasiado. Aún con los guantes sentía frío en sus manos, sentía que el frío quemaba.

Oía y observaba a los vecinos encender sus autos, irse, volver, llegar con las compras en una mano y con la otra sostener la de sus pequeños. Pero luego un auto se estacionó enfrente de su casa, un auto negro de lujo brillaba, de allí salió un hombre con un maletín de cuero negro y ni se inmutó de la presencia de Millie.

El abogado.

Éste se adentró a su hogar mientras seguía concentrada en sus pensamientos y sollozando tratando de no hacer ruido. Resulta que ahora era invisible hasta para ese tipo.

Ninguno de sus hermanos la acompañaban. Eva estaba en quien sabe donde, Charlie universidad, Paige universidad. No tenía a nadie a quien acudir, aunque tal vez no sirviera ya que las palabras de su boca no saldrían fácilmente.

De pronto su cerebro se iluminó. Se incorporó y entró a su hogar para a los minutos salir con una caja rectangular en sus manos. Se sentó en donde había estado hace minutos, puso la caja de madera sobre sus piernas y abrió esta  dejando ver sobres y papeles.

¿Qué más podría ser si no eran las cartas de Finn?

Querida Millie. He estado pensando ...sí es extraño ya que nunca me complico la vida pensando y lo sabes. Como sabes ahora estoy sólo, en mi habitación y como debes saber... aunque tenga personas que me quieren y me lo recuerden siempre, siempre me siento sólo.

Contigo no era así.

Creo que nosotros, los adolescentes, de a poco nos vamos acostumbrando a esta sensación, y creo todo esto me está fortaleciendo. Enfrentar mis batallas conmigo mismo con una sola espada en la mano y en el campo de batalla sólo, me hizo dar cuenta de que aunque cueste no tiene nada de malo estar solo. Y poco a poco me di cuenta.

Soy un estúpido.

Porque aunque no lo creo tengo a miles de personas que están lejos pero que me quieren y tratan de acompañarme como pueden. Okey ya me confundí a mi mismo con lo que escribo. Pero pensaba que aunque tu misma ahora te sientas sola siempre me tendrás. No lo sientes, pero a lo lejos estoy yo. Tal vez no pueda darte apoyo moral ahora mismo, pero quiero que sepas que estoy Millie.

Letters for you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora