Capítulo 10 : Cita

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 Claire mira con cara de asco a su alrededor e intenta pegarse lo máximo que puede a Lucas, como si eso ayudara a que la suciedad no se impregnara en ella. 

—¿Cómo qué no lo recuerda? —dice Lucas, casi gritando.

Se encuentran en el Motel Virginia y el chico lleva hablando con el recepcionista unos cuantos minutos, intentando sacarle información sobre el paradero de Ana. Pero el hombre sigue negándose a decirles nada.

—No lo recuerdo… 

Claire nota inmediatamente por su tono que está mintiendo, ella lo ha hecho cientos de veces y reconoce una mentira a kilómetros de distancia.

—Déjame a mí —le dice al chico al oído. 

Se coloca frente al hombre y se aclara la voz.

—Mire señor, esa chica y su madre son prácticamente como nuestra familia. Si les pasara algo pudiendo haberlo evitado, sólo porque a un puñetero recepcionista de motel no le apetece ayudarnos —Lucas la mira con los ojos como platos—, la próxima vez será la policía la que te haga estas preguntas.

Sabe que la policía es totalmente inútil de momento, pero la amenaza parece tener un gran impacto en el hombre, que parece pensativo mientras la mira fijamente. Aunque no se decide a abrir la boca.

La chica pone los ojos en blanco

—Tengo cien dólares —dice.

Ese es el último empujón que necesitaba el recepcionista para acabar soltándolo todo. 

—Está bien, pero no quiero meterme en ningún lío. Ese tío me dijo que no contara nada.

Lucas se pone alerta ante el comentario.

—Espere, ¿qué tío? —pregunta, poniéndose igual de cerca de él que Claire.

—Con el que se fue, aunque de su madre sí que no sé nada. Cuando he ido a mirar en la habitación ya no estaba, cosa que me ha parecido rara porque pagó alojamiento hasta hoy.  Pero bueno, más para mí… —dice riendo secamente.

Los jóvenes se miran y ponen ambos los ojos en blanco.

—¿Quién era el hombre con el que se fue? —pregunta Claire, rotunda.

—No sé quien coño era. Parecía un chaval joven y creo recordar que era moreno y tenía los ojos claros… Sin venir a cuento me amenazó y me pidió que si alguien venía preguntando por ella no dijera una palabra. Más tarde escuché unos cuantos gritos y fui al aparcamiento, cuando llegué se estaban yendo los dos en un coche. 

Ni Lucas ni Claire dan crédito a lo que escuchan, les parece una historia surrealista. 

—¡¿La escuchó gritar y no hizo nada?!

Al chico no le faltan ganas para saltar encima de él y darle una paliza.

—No quería meterme en sus asuntos, parecía que le conocía y no me interesan mucho las peleas entre adolescentes. 

El suspiro que Lucas suelta casi podría escucharse por todo el motel. 

—¿Sabe cómo era el coche o a dónde se dirigían? 

El hombre suspira, cansado.

—No sé más chico. Mira, no sé que clase de problemas tenéis pero yo si fuera vosotros me mantendría alejado de ellos. No vayáis buscándolos, ¿vale?

Después del sabio e inútil consejo les guiña un ojo y se da la vuelta para seguir con su trabajo, que consiste en comer comida basura y ver la tele hasta que su turno termine. 

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