Capítulo 19: Cena

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Lucas y Claire se sientan algo incómodos alrededor de la mesa y, en vez de observar a Jake y a Ana, que están en frente suya, observan la comida con atención. Están ambos hambrientos.

Jake ha cocinado pasta para todos, a regañadientes ya que Lucas no es mucho de su agrado, pero ha acabado haciéndolo.

—Gracias por prepararla —dice Claire, intentando ser amable.

Ana se remueve incómoda en su asiento y mira a Jake con las cejas levantadas, intentando hacerle responder.

—Oh, de nada —dice después de un rato, y al ver que nadie abre la boca intenta romper el silencio—. Ana, ¿has hecho muchas amiguitas en el colegio hoy? 

Ella deja de comer para darle suavemente con el puño en el brazo.

—Pues sí, para que lo sepas he conocido a una chica muy maja. Se llama Kiera, se sienta a mi lado en la clase y es bastante lista, con su ayuda he conseguido mover un boli de sitio en menos de cinco segundos. 

Lucas la observa extrañando. 

—Yo también se hacer eso —dice.

Todas las miradas se dirigen a él.

—No creo que se refiera a moverlo como tú estas pensando —le explica Claire conteniendo la risa y mirándolo con ternura. 

Ana nunca ha visto esa mirada en Claire, casi sonrojada, y se sorprende al verla, aunque no puede concentrarse mucho en ella ya que Lucas vuelve a hablar.

—Oh, cosas de brujas, lo pillo.

Todos se ríen, excepto Jake que pone los ojos en blanco. Y la chica se da cuenta, aunque se sorprende a sí misma dejándolo pasar y cambiando de tema. 

***

Jake termina de fregar los platos mientras Ana está sentada en una banqueta de la cocina, contemplándolo disimuladamente. El chico no la ha dejado mover un dedo y ha recogido todo él solo. 

Lucas y Claire se han ido hace ya unos minutos a otra casa del aquelarre para estar junto a sus padres, y les han dejado solos. Cosa que es bastante incómoda, a pesar de haber vivido juntos algunos días en Nueva York. 

—¿Has visto como miraba Claire a Lucas? —dice Ana por crear algo de conversación— Nunca la había visto mirar a alguien así...

Él guarda el último plato y se vuelve hacia ella. 

—No, no lo he visto. Aunque tampoco era algo que me interesara ver. ¿Por qué, te molesta?

Niega con la cabeza.

—No, sólo es que…no sé, es raro. 

Jake resopla, casi parece cabreado.

—Si te gusta puedes decírmelo, tampoco es un drama. 

—Es mi amigo, no me gusta. Además tengo otras preocupaciones ahora mismo. 

—Como aprender a mover bolis —dice el chico sin poder contener la risa.

—Para que lo sepas, eso no es lo único que he aprendido —dice ella levantando las cejas—. También me han hablado de magia negra y un tal brujo todo poderoso que puede cumplir todos tus deseos.

—A ver si lo adivino...¿Thomas?

Se queda sorprendida y asiente.

—¿Cómo sabes eso?

—Soy cazador, ¿recuerdas? He estado estudiando la historia de las brujas desde que era un crío. 

—Bien, lo pillo, eres un experto —suspira—. Pero yo no y debería, así que he cogido un libro prestado de la biblioteca. 

—¿Qué libro? —pregunta él dudoso.

—Uno sobre hechizos oscuros y cosas así —Jake la fulmina con la mirada—. ¡Tranquilo! No pienso hacer ninguno de esos hechizos. Sólo quería saber más sobre el tema, pero las brujas ancianas se negaban a dejarme nada que tuviera que ver con la magia negra así que puede que me haya colado en el despacho de una de las profesoras y haya husmeado un poco hasta encontrar el libro. 

—Soy una mala influencia para ti —suelta Jake divertido, a pesar de no querer que tenga nada que ver con ese tipo de magia. 

—Tienes una versión muy mala de ti mismo en la cabeza —le dice ella más seria—. Eres mucho mejor de lo que piensas, Jake. 

Él quiere abrazarla y darle las gracias, aunque no lo hace.

A pesar de ello no quiere hablar sobre ese tema, así que huye, es lo único que se le ocurre. 

—Eres preciosa —susurra con voz grave. 

Ambos se quedan en silencio, mirándose con intensidad, sintiéndose tan cerca pero a la vez tan lejos…

Ana coge aire y abre la boca todavía sorprendida. Quiere hablar, aunque sabe que puede arrepentirse, pero ahora nada de eso le importa. 

—Ayer,por la noche tú… —el chico sabe perfectamente lo que va a decir, es justo lo que esperaba, y la mira con interés— ¿Ibas a besarme?

Después de pensárselo un rato, asiente. 

—¿Por qué no lo hiciste? —pregunta ella con suavidad.

Jake la mira, de una manera que hace que a Ana se le acelere el corazón y se le seque la boca. 

—Porque… —no se le ocurre una razón lo suficientemente fuerte como para no besarla, hasta que aparta la mirada y recapacita— Porque no sabía si tú también querrías, además no estábamos solos y… no sé, supongo que no me pareció buena idea. 

—Ahora estamos solos —suelta Ana casi en un susurro. 

— No voy a besarte ahora, brujita. Tan sólo lo haré cuando me lo pidas.

La chica le mira intentando disimular la sorpresa por sus palabras.

—¿Y si no lo hago?

Él levanta una ceja, desafiante y se acerca a ella poco a poco, dejándola sin escapatoria contra la mesa de la cocina. 

—Lo harás —dice. 

Y entonces se escucha el grito, un grito agudo y que hiela la sangre a Ana, que intuye inmediatamente que algo va mal. 

Ambos miran hacia la puerta y casi a la par se dirigen rápido hacia ella. 

Jake empuja a Ana detrás suya, a pesar de sus quejas, y se dispone a girar el pomo. La puerta casi está abierta cuando alguien entra por ella.

Lily tiene el rostro pálido y parece acelerada, Lucas y Claire la siguen detrás con la misma expresión. 

Algo no va bien.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Ana preocupada.

—Cazadores — responde su madre. 

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