Lucas abre la puerta principal y sube las escaleras corriendo, dirección a su habitación, sin ni si quiera saludar a su madre que está sentada en uno de los sofás del salón.
Ella hace una mueca ante la impaciencia de su hijo por aislarse, pero acaba poniendo los ojos en blanco y resoplando.
Siempre ha sido un buen chico, sólo necesita su espacio como cualquier adolescente. Su madre lo sabe, por eso lo deja estar.
Él cierra la puerta efusivamente y el sonido del portazo retumba por toda la casa. No pretendía que sonara tanto.
Está nervioso, casi hiperactivo y esto es algo que le suele ocurrir cuando está molesto o enfadado. Pero, ahora no siente nada de eso, sólo está preocupado.
Durante toda la mañana ha estado dándole vueltas a todo. La casa de Ana vacía, el misterioso chico de la fiesta, el echo de que ni ella ni su madre respondieran a sus llamadas…
Todo ello le ha hecho ponerse en lo peor. Por su mente no dejan de pasar palabras como secuestro o desaparición. Y, aunque intenta convencerse de que es un exagerado y de que todo tendrá una explicación, tiene una sensación en la boca del estómago que no hace más que aumentar su ansiedad.
Siente como si algo malo fuese a pasar, o hubiera pasado. Tal vez es una tontería, pero tiene que averiguarlo. Por ello ha decidido llamar a la policía.
Ha estado hablando con Claire a la salida del instituto y aunque ella ha dejado claro que piensa qué probablemente, Ana aparecerá mañana como si nada y todo tendrá una explicación de lo más normal, aún así le ha dado su apoyo para llamar a la policía si así se quedaba más tranquilo.
No quiere decirle nada a su madre para que no se preocupe innecesariamente, últimamente no lo ha pasado muy bien. Su padre se fue de casa hace unos meses y poco han sabido de él a excepción de los papeles de divorcio que envió por correo hará un par de días.
Lucas se esperaba algo así, siempre estaban discutiendo y la verdad es que ya se sentía desde hace tiempo como si no tuviera figura paterna alguna. No estaba en casa casi nunca y no les trataba bien. No es que fuera un padre agresivo, pero le había dejado muy claro a Lucas que no esperaba que llegara a nada en la vida siendo tan blando, que era una total deshonra.
Si no ser un idiota machista es ser un blando, Lucas piensa ser un blando de por vida.
Marca el número de la policía y a los tres segundos exactos alguien contesta.
—Policía del estado de Virginia , ¿dígame? —le dice una voz de mujer.
Él se sorprende, no esperaba una mujer.
Cuando ve películas de acción sobre tíos heroicos que llaman a la policía y salvan a la chica, el policía qué contesta siempre es un hombre.
Aunque, supone que todo está demasiado estereotipado. Ni él es un héroe, ni esto es una película de acción.
—Hola, quería denunciar una desaparición.
Su voz tiembla y suena menos grabe de lo que debería.Teme que piensen que es un crío gastando una broma y le cuelguen.
—Está bien, está hablando con la agente Elisa Rupert. ¿Cuál es su nombre?
—Me llamo Lucas.
—¿Su nombre completo?
Piensa en las consecuencias posibles si lo dice.
En esas películas de acción, el que llama a veces también es el incriminado injustamente más tarde. Sabe que no está en una de esas películas pero, no quiere problemas de ningún tipo.
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Secreto
Romantizm"—¿Sabes? Podrías estrangularme ahora mismo, volver con los tuyos, y todos tus problemas acabarían. Lo dice en serio y él sabe que tiene razón, pero no piensa hacerlo. —No voy a matarte. —¿Por qué? —le pregunta, por segunda vez en el día. Piensa bi...