Prologo.

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El día de ayer o al menos eso fue lo que dedujo con muy poca certeza, basado en el sistema de comidas que tenia asignada, tuvo que curar sus propias heridas, ya que unas arrancar la golpearon solo por que si, Grimmjow intervino para saldar su deuda con ella, y sino hubiese sido por él, habría muerto a golpes, así como también hoy, y al igual que ayer, había sido salvada por él mismo, el desenlace de su triste y absurda vida se resumía a esto. Quería reclamar le al moreno en cuanto lo viera, si tan solo le fuera posible verlo ¿Dónde estabas cuando te necesitaba?  pero seria inútil, no podría atreverse a decirlo siquiera y si lo hiciera él ¿qué le diría? 

Lo escuchó entrar a su habitación, esos eran sus pasos, su riatsu, su dominante presencia.

Inoue se obligó por dignidad a no mirarlo, ella seguiría viendo por la ventana hasta que notará su profundo malestar, sin voltearse a verlo, muchas veces se había mostrado deseosa de entablar una conversación con él, hoy no era ese el caso. Él se percató que estaba extraña, el ambiente alrededor de ella era deprimente, pero ya de por sí ella era rara, dejo el plato de comida en la mesa y habló para llamar su atención. 

-Come- dijo esperando una respuesta o más bien la acción inmediata. 

Seguía dándole la espalda, no quería ignorarlo a propósito, pero quería protestar en silencio, era lo único que podía hacer tristemente, camino y se situó detrás de ella para amenazarla, cuando notó que las ropas de está, estaban sucias, y un poco rasgadas, dio vuelta al sillón donde ella estaba mirado hacia el exterior por la ventana, para verla de frente. 

Su cabello estaba desordenado, tenia el labio roto, notablemente hinchado. y el alrededor del ojo negro, con un derrame en su interior, la marca de un agarre envolviendo su cuello, la habían golpeado brutalmente y ella se había tratado de defender, tenia pruebas de todos sus esfuerzos de resistencia por todo el cuerpo. 

Recordó los ladrido que le echó Grimmjow de camino -¡Más vale que cuides mejor de la mascota! ¡o un día de estos la encontraras destrozada en la habitación!

-¿Puedes hablar?- preguntó sin quitarle la vista de encima. 

Ella negó con la cabeza y abrió lentamente la boca esforzándose en emitir sonido alguno, su voz sonó destrozada, desgarradora, incluso para el taciturno de Ulquiorra. —Cre..o q-ue... no p-p-obr comer— dijo con todas sus fuerzas. 

—Cúrate— ordenó. Se quedo de pie impávido, viendo como las temblorosas manos de ella subieron hasta sus horquillas y trató de activar su poder, una, dos y tres veces, la tercera vez por fin pudo decir el conjuro correctamente y comenzó a sanarse así misma. 

Al cabo de unos minutos su aspecto mejoró, sus hematomas y signos de lucha comenzaron a desaparecer. 

—¿Quién fue?— sus eclécticos ojos estaban escudriñando sus acciones buscando una respuesta.

—Noitora— le resbalaron unas gruesas lagrimas de solo recordarlo, está era la segunda vez que intentaba violarla. El moreno apretó lo puño ya había sido tajante con él, no podía tocar la chica, ya se lo había prohibido. 

Nadie podía tocarla a menos que fuera una orden. Gruño furioso aunque su aspecto era el mismo de siempre, Orihime lo miró buscando alguna señal de empatía en él, como había visto en Grimmjow pocas horas antes, pero no podía discernir nada de su expresión. 

Intento herir su orgullo.—Grimmjow fue quien lo sacó de mi habitación, también me ayudo el día de ayer con otro asunto— su voz estaba volviendo a su cantarina y dulce tono habitual.

Le tocó el hombro, ella lo miró a los ojos. No solía tocarla —come cuando estés mejor— dijo y salió de la habitación. 

Se quedó viendo desaparecer su figura por aquella puerta extrañada, preguntándose que había sido eso, se llevó una mano a su pecho, su miedo crecía a cada momento, un pavor intangible pero tan presente como cualquier cosa que pudiese tener contacto con ella, tan grande como las sombras de esa enorme habitación que tenia por celda. 

El sentido de ser humano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora