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Cenar oden, Inoue había comprado todos los ingredientes y unos muchos más inútiles que no necesitaba que fueron a parar a la alacena donde se quedarían por largo tiempo. La comida caliente desprendía un estupendo olor que hizo babear mentalmente al arrancar. Preparó todo para la celebración del nuevo trabajo de su novio, le estaba enseñando que todas las nuevas noticias se celebraban. 

Los dos se sentaron en la mesa de desayuno junto a la fuente de piedra donde estaba la comida hirviendo. 

Inoue soplo la raíz que sacó. —Sabía que te gustaría comer oden. 

—No está mal. 

—Se que te gusta, no finjas. 

Hubo un silencio. 

—Termine la manta ¿la viste? use los colores que me recomendaste. 

Ulquiorra solo los dijo al zar para que ella no le volviese a preguntar. —Bien, después de cenar me muestras—. La humana corrió por la manta —vas a manchar la cobija. 

Ella comenzó a reír, era verdad, corría riesgo de manchar la manta y luego tendría que hacer otra. Volvió a su lugar. Inoue se quedó inquieta por la vergüenza. 

—Me encontré al engendro de Yoruichi-san antes de llegar. 

—¿Eh? ¿estaba perdido?

—Se había salido, lo lleve de vuelta—. No era una explicación de porque llego más tarde de lo que planeaba. 

—Tienen cuatro años los hijos de Yoruichi y Urahara-san ¿no?

—Lo ignoró. No es como si fuese muy importante el paso de los años. 

—Es importante Ulquiorra, muy importante. Los humanos vivimos pocos años por tanto debemos celebrarlos y festejar el paso de ellos, llevamos la cuenta. Ya te lo he dicho muchas veces— dijo con un puchero. 

—No importa cuantas veces lo digas, una tontería siempre será una tontería, dilo como quieras. 

—No es una tontería—. Inoue siempre se ponía como una fiera cuando se trataba de celebraciones. 

—Son hijos de dos shinigamis, no son humanos. 

Inoue abrió sus enormes ojos, era verdad, sonrió riéndose de ella misma. —Ups— dijo riendo y llenándose la boca de comida —ay, ay, ay... está caliente... ah.... —Ulquiorra le quitó los palillos. 

Enfrió él mismo cada bocado para ella, para que no volviera a quemarse la boca, Inoue estaba mortificada, muy sonrojada, cada cuanto apretada sus manos entrelazándolas sobre su regazo, esto era muy intenso para ella. Seguro que el arrancar estaba jugando con ella. Ulquiorra  por su parte la miraba fijamente, cada movimientos, cada detalle, atravesándola y escudriñándola. Satisfecho con solo verla comer de su mano, algo se retorció en su interior, debía controlarse.  

La puerta sonó, ambos dejaron lo que hacían, Ulquiorra le devolvió los palillos y se centro en comer, Inoue se golpeo las mejillas y fue a abrir. Rukia entro como una tempestad, Inoue alcanzo a echarle un cojín encima a la bolsa con la manta tejida. 

—¡Necesito...! ¡Ulquiorra felicidades por ser aceptado para el cargo! uh... ¿a qué venía?

—No soy adivino— le replicó el arrancar. 

Rukia se largo a reír. —Ya recordaré ¿los molesto?

—No, claro que no siéntate acá Rukia— Inoue la llevo con ellos. 

El sentido de ser humano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora