capítulo 5

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Sonreí al instante que vi la carita ¿sacando la lengua?, ni idea. Dibujaba horrible. ─Dame el cuaderno, te voy a dar mi dirección y número para que me hables. Pero hay un pequeño problema.

El levantó una ceja y me entregó el cuaderno después de abrir la ventana de ese bello convertible blanco. Apunté de inmediato el número y mi dirección pegando el cuaderno en la puerta.
Pude verlo de reojo, con su dedo índice y pulgar mando uno de sus mechones atrás de su oreja. Luego le entregué el cuaderno y lo miró espantado, casi como si hubiera entendido le dije.

─Oh sí, ese era el pequeño problema. Mimi no me entiende un carajo, menos tú.
El chico escribió en cuaderno.

《Dime tu número y dirección. Yo la apunto》

Qué raro, pensé. Luego regresé a la realidad. ─Ah sí, ¿qué?. Ah ya
Reí, le dí la información. ─Oh mira, si el estúpido de tu papá no sabe muy bien donde está eso pues... mi dulce hogar está a dos cuadras a la izquierda y luego te vas derecho, es una casa verde muy fea.

Asintió con su cabeza y cerró la ventana del auto dejandome ahí como idiota pensando en como sería su voz. Chillona, normal, grave. ¿Angelical?. Ni idea.
Me alejé de él para revisar al fin el auto, lo abrí del cofre y el motor que tenía era sorprendente. ─¡Wow!

James iba saliendo de la oficina con una sonrisa de oreja a oreja. Con mi sonrisa maliciosa hablé apartándome un poco de el auto ─¿Qué pasó?, ¿ya le pidió matrimonio?.

─No, ¿te digo algo?, ya cállate. No te había extrañado para nada.

─¿Ahora sí?, aw.

El señor ahora enfadado le pidió a su hijo que saliera, el mismo salió con calma. Estaba igual que la última vez que lo había visto, delgado y alto, sacó con él el cuaderno. ─Lo invito a una cita en mi casa con su hijo, guapo. A las cinco...

─¿Qué?... ¿Estás bromeando o no?, ya no se lo que pasa contigo.

─Pues lo de la cita no es cierto, Mimi me ha pedido de hace tiempo que si los llegase a ver que los invite a comer un poco para charlar y arreglar lo que pasó, Mimi está apenada por lo que hice. Yo no, ella sí.
Levanté los hombros, James rodó los ojos. ─¿La dirección?

Desvíe la vista a ¿Paul?, él le enseñó la dirección y el hombre acomodó su saco. ─Más vale que la comida esté buena

Dijo por último el anciano para salir de mi lugar de trabajo y perderse en quien sabe donde. El resto de la tarde trabajé un poco en su auto, cuando dieron las tres y media salí disparado a casa. Mimi me iba a matar por no haberle avisado con tiempo.
Abrí la puerta sin cuidado, de inmediato escuché un grito y luego la cerré despacio. ─Mujer, vi a los McCartney

─¿Sí hiciste eso qué te pedí?
─Ajá

Todo salió bien para que sea Mim...
─¡Me hubieras avisado antes!, ay no, mira mis fachas. ¡La casa es un desastre!, ¡la comida!.

─Es a las cinco, tranquilizate.
─¡Ayúdame a limpiar John!
─Ehh, no.

Sentí algo golpear mí cabeza era el palo de la escoba que me había lanzado mi tía. Caminé por la sala con la escoba mientras me iba desinflando poco a poco por la boca. Sin problemas (además de mi flojera) comencé a barrer tarareando una de las tantas canciones de Elvis. En ese momento recordé a mi banda.
Algo agridulce porque sí la amaba, cuando supieron que iba a trabajar sabían que eso restaría tiempo a los ensayos y mini-conciertos en bares por diversión, tuve que dar (casi a fuerzas) por separada a la banda.
Seguí barriendo recordando los viejos tiempos de hace algunos meses.

hablaremos luego (mclennon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora