capítulo 12

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Sentí unas manos heladas tocar mi rostro, me incomodaba pero aún asi estaba más comodo recostado con los ojos cerrados. Luego las manos en mi rostro se volvieron varios piquetes en mi espalda, ya harto abrí uno de mis ojos y estaba ahí sentado un chico muy lindo. Sonreí y aunque no quería, me levanté para estirarme.

─¿Qué tal?

Levantó sus hombros y dejó un beso en mi mejilla mientras yo bostezaba. ─Yo estoy muy bien, estás lindo hoy.

Frunció sus ceño y fue por una libreta. Escribió tan feo como rápido, aún así lo entendí (experiencia).

¿Antes no me veía lindo?》

─No, me dabas asco

Rodó los ojos y sé cruzó de brazos del otro lado de la cama.

─Me daría risa qué me dirías, supongo qué serían muchas cosas estúpidas así como tu cara...

《¿Te parece gracioso burlarte de eso?, tú dices un montón de cosas estupidas ¿sabías?. Esto es un ejemplo》

─Calmate, estoy bromeando, tu carita es muy... no sé decirlo. Me deja sin palabras.

Me carcajeé sin intenciones malas o de burlarme en cambio su rostro se iba tiñendo más y más de color rojo.
Su pijama azul de nubes era mucho más graciosa, combinaba con su rostro, hacia un contraste perfecto. Mientras el tamaño de su berrinche iba aumentando no hacía nada, aunque podría jurar que esperaba qué lo hiciera ya que dirigía su vista hacia mi, rogando por algo.

─No me gusta ser romantico, además tu papá nos puede ver. No quiero que sé ponga celoso.

Había empezado totalmente serio, casi reprochandole hasta que la risa me ganó luego me hizo una señal con su dedo pulgar. ─Oh vamos...

Lo jaloneé hacia a mí con fuerza hasta que lo tenía un poco más cerca, luego pasé uno de mis brazos por detrás de su cuello, al momento se acurrucó y puso su mano en mi pecho con una sonrisa en su rostro. Y eso me ponía nervioso de alguna u otra forma, de un día para otro sus ojos y pestañas me parecierón lo mejor que me pudieron haber mandado.
También sus labios y cejas.
Igual su cabello y nariz.
Su rostro.
Su cuerpo.
Todo en él literalmente, hasta sus malos gustos de ropa.

─Prometeme qué nunca me dejarás

Le ofrecí mi meñique, él me dirigió su ojos verdosos, quizá dudando. Aún así lo hizo y una sonrisa adornó su rostro al momento, aunque se desvaneció a los segundos de hacerlo.
No pregunté el porque, quería estar comodo con él por un momento, recordando lo poco qué habíamos pasado y como nos habíamos conocido.
Sus ojos se fueron cerrando al momento que se recargaba en mi pecho, y no me sentía comodo.
De alguna forma u otra eso me había hecho sentir extraño y un nudo enorme en mi garganta se fue formando a punto de llegar a las lagrimas, justo una sensación de incompetencia me había inundado por completo y quería despertarlo y ver sus ojos abiertos.

Como cuando Mimi lloraba por mi culpa.
Con mi mano libre me dí unas cachetadas tratando de evadir temas de ese tipo, evadir lo de Julia. Evadir lo de mi padre. Evadir todos los problemas externos que me rodeaban siempre.
Pero después de un tiempo de ver a la nada, al verlo dormir ahí por fin me causó una paz interior, aún sabiendo que lo nuestro no podría funcionar como tanto lo deseabamos.

Era un completo estúpido por enamorarme.
Y sí, estaba enamorado de ese chico.
Desde la primera vez qué lo ví, ya lo entendí.
No me cautivó su guitarra, fueron sus ojos. No me cautivo su forma de tocar, fueron sus labios y las arrugas que aparecían en su rostro al sonreír.

No fue de un momento a otro, ya estaba ahí. Por eso me disculpe, me lastimó haberlo golpeado, siempre había golpeado a estúpidos y no me había sentido igual de mal que con él.

─Ya todo está tomando sentido otra vez. Qué lento soy...

Abrí mis ojos sorprendido. Él estaba dormido, sin mucho problema tomé su rostro y dejé un beso en sus labios. Se sentía mejor qué ayer. Y lo volví a hacer varias veces, quizá buscando que se levantara pero no lo hacía, un poco asustado lo empecé a mover y nada.
Lo quité de mis brazos y lo picotee, nada.
Le dí cachetadas, nada.

─Paul, levantate, ya es tarde... son las diez, ya me habías levantado. ¿Para que te duermes?, Dios...

Sin querer la promesa apreció fugazmente en mi mente haciendo volver a ese nudo. ─Justo le dije eso a mi madr... Julia y... ¡Paul!

Por fin se había levantado con una cara bellísima de enojo, y yo justo estaba hincado en la cama. Tomó el cuaderno a un lado suyo y escribió.

《¿Qué te pasa?》

Negué con la cabeza y me levanté intentando de no lucir como un loco, pero de inmediato corrí a él y lo tacleé a la cama quedando encima suya.

Le dí otro par de besos qué no negó.

─Me asustaste tonto.
Le dije mientras comenzaba a abrazarlo con fuerza. Él hacia cara de asco lo que me causó gracia.

《¿Seguro que no eres romantico?,¡me empalagas!. ¿Y por qué te asusté?》

─No lo sé, tengo problemas. Y sabes, no quiero que me dejes. No aún por que apenas empezamos.

《¿Empezar qué?》
Escribió con un leve rubor en sus mejillas.

─No lo sé, nuestro matrimonio quizá. Digo...

Le dí una sonrisa el negó con su cabeza mientras una sonrisa ladeada de "compasión" ocupaba su cara 《Tienes a Cynthia, sabes muy bien que esto es una broma》

Mientras iba escriendo una mueca iba apareciendo en mi rostro.

─Aguafiestas, obvio estoy jugando. ¿Qué creías?, no me gustas...

《¿Ves?, es un jueguito muy cruel que me creí. Ya dejemos esto aquí, ¿sí?, fue "gracioso" pero detente.》

Tachó de inemdiato el "que me creí". Chasqueé mi lengua y salí de su cuarto. James y Mary me vieron confundidos, quizá no sabían que yo estaba ahí.


hablaremos luego (mclennon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora