capítulo 18

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Me miró sorprendida al aceptarlo de inmediato, ya lo sabía pero no quería afirmarlo del todo. ─Pero...  me dejó muy en claro que lo nuestro, si es que se pudo haber llamado así. Ya nunca más podrá ser

Me aguanté las lagrimas enfrente de ella. Escuché como la silla de al lado se movió y vi al chico salir corriendo como loco, no pude evitar rodar los ojos. Una niñita resentida después de mostrarme a su novia con los mejores de sus modales. ─Ay Michelle, es todo un drámatico

Tomé mis cabellos cafés entre mis manos y fue mi turno de estampar mi cabeza en algo, la mesa. Michelle rió con ternura.

─Estos niños y sus enredos amorosos

Entrelazó ambas manos y esperó a que terminara, lo hice y la miré con la mejor de mis pocas atenciones. ─Como te dije, deberías hacer algo, no por nada se fue dejando su batido

Observé al lado y sí, estaba a la mitad con una pequeña propinita al lado. Y un  pedazo de hoja blanca. La observé a los ojos. ─Ve, ve.

No lo dudé más y me levanté de la silla camiando a la mesa en la que él estaba. Tomé la nota entre mis manos, una sonrisa apareció en mí al ver su caligrafía tan linda que hace mucho no había visto.




《No hables de mí. Me haces sentir mal》

Pero lo que tenía escrito me hizo decaer con intensidad esperaba un "te veo en el parque, todavía te amo, no te puedo olvidar", pero era obvio que no. Llevó a la chica a comer porque le gusta todo de ella, la ama. ─¡Qué no hable de él!

Regresé furioso a la mesa intentando no restregarle el papel en la cara para no ser grosero. Me lo arrebató y me senté en la silla observando con atención su rostro, miraba con sumo cuidado la hojita.

─El bastardo no me quiere

─Pues sí me hubieses tratado como a él mandaba a alguien a matarte por hacer y decir cosas estúpidas.

Chasqué la lengua y me crucè de brazos en la silla. ─Lo perdiste John

Una mirada vaga me adornó, sentí como ese abandono tan extraño en mi corazón se iba agrandando a través que pasaban los minutos.

─A menos que... definitivamente quiera sacar celos de ti con la chica y que la nota sea un grito desesperado de 'date cuenta cerebro de pez, estar sin ti me hace mal, blah, blah'. ¡Rayos!, ya me tengo que ir, ¡te cuidas!

Reí decaído. ─Gracias Michelle hasta luego

Revolvió mi cabello con rapidez, se levantó de inmediato de la silla y salió disparada hacia no sé donde. Yo seguí ahí degustando mi bebida, no tenía ganas de hacer algo que conllevara respirar pero no todo es posible aunaue los escotes de las chicas traviesas aún me provocaban.
Si Paul olvidó 'nada', yo puedo olvidar todo.

(...)

Dejé el trapo lleno de aceite en la estantería mientras aue con mi mano sacaba el sudor acumulado por mi ardua sesión para arreglar el auto de una señora riquilla que llegó aqui por recomendaciones por no sé quien.

─Mire, le daré un ultimo retoque. Sé que ya es bastante tiempo pero solo hace falta moverle un poco a las bujías, ¿está bien?, el precio seguirá igual.

La mujer lo pensó y luego asintió. ─Claro, este auto tiene mucho valor para mí. El amor de mí vida me lo dió antes de que lo perdiera...

Sonrió con melancolia la señora a la par que sin tratar de despistar yo la miraba incomodo. ─Ah... sí, claro, eh. ¡Martín un 38!

Le grité asustado observando como la mujer se hundía mucho más en sus pensamientos en medio del trato.
─¡¿Qué es eso?!

─¡Ahg!, viejo lo habíamos practicado. El 1 es un niño bobo molestando, el 16 es chicas ardientes, el 25 es tengo hambre y 38 mujer loca!

─¡Ah ya!
Su voz se escuchaba lejana, estaba en su oficina quizá acomodando las diversas ganancias que ganaba por mi. Últimamente solo tomaba un pedazo del pago por semana, algo más justo para los demás empleados que me cubren. ─Arreglatelas tú

Bufé y piqué el hombro de la mujer que quedó echa piedra. Al reaccionar me miró totalmente enrojecida.

─Lo siento, ¿así está bien entonces?

Ya no quería decir nada por miedo a cagarla pero tenía que hacerlo para terminar lo que había empezado.

─Sí Paul, olvidalo todo y volvamos

Mi boca habló como loca, cuando terminé de decirlo la mujer y yo nos observamos con vergüenza pero la incomodidad que yo tenía hace rato estaba ahora plasmada en su cara arrugada despues de todo. ─Ehhh, está bien así

Al reinar la incomodidad la mujer fue saliendo con lentitud del despacho sin dejar de mirarme, probablemente pensaría que le haría alguna cosa mala.
Al momento que salió la mujer del pequeño establecimiento tan famoso pude ver una figura esbelta pero alta pasando a mis narices con su mirada en los suelos. Suspiré admirando su belleza ahora de lejos, ¿cómo había llegado de ser uno de sus primeros besos a ser solo un desconocido que lo veía de lejos con una sonrisa boba en su boca?, ni idea.

Iba ir con él, a darle un abrazo y un gran beso en esos labios tan blancos que necesitaban ser besados una vez más por MÍ para recuperar ese color rojo tan caracteristico de él pero no, no me atrevía a hablarle después de todo. No podría soportar esa carga de sentimientos nostalgicos y tristes en un solo momento.




hablaremos luego (mclennon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora