capítulo 16

835 105 242
                                    

¡o no lo sabía!, no tenía ni idea. Como dije, salí de la casa con la cabeza gacha y justo cuando había comenzado a caminar sentí unos brazos suaves rodear mi cintura. Era él, con su tan afamada delicadeza ruda digna de un caballero.
No sonreí, no me sentía bien y eso lo empeoró, ya no tenía ni la más mínima idea de lo que sentía por él, quizá había confundido la amistad por el tan deseoso amor.
Y lo qué no sabía fue que sus padres veían desde la ventana, lo quité con cuidado de mi cintura y a plena luz de la luna dejé en el posiblemente el último de mis besos marcados en sus labios, lo disfruté como nunca. Era un beso casto qué nunca fue detenido, Paul sólo me apegó más a él.

─Lo mejor será separarnos, no somos nada además de amigos. Y esto está mal, tus padres no me quieren

Le dije separandome de poco a poco de él y las lagrimas lo iban inundando provocandome uno de los peores nudos de garganta como ninguna otra vez. ─No llores, ésta vez no. Quiero verificar algo, sí lo confirmo regresaré y lucharé por tu amor... por más rídiculo que suene

Ví sus manos moverse, sabía lo básico y entendí un no te vayas. La incompetencia y frustación yacían parte de mí, dolía verlo llorar. Quizá eso era una señal que era la persona indicada, o quizá no.

─Volveré lo prometo...
Él se quedó tiezo mientras sorbia la nariz, yo saqué mi dedo meñique y se le extendí. Después de tiempo extendiendolo dudé que lo tomara pero lo hizo. ─Hablarem... nos vemos luego.
Ví a la ventana y pude ver a ambos padres moviendo su cabeza de un lado a otro negando decepcionados. Con la mano hecha un fuerte puño me  fui de ahí sin dudarlo más dejando al pobre chico llorando sin parar.

─Delicado de mierda.

(...)

Reí indespistadamente, estaba con Michelle en la cafetería aún ensayando el lenguje de señas. Sus ojos eran de un color verde muy extraño y tenía el pelo negro lacio agarrado de una coleta con un gran moño rojo, su piel era muy pálida y linda. Una gran mujer inteligente... y muy habladora.

─Oh Eric, todo lo haces mal, ¿cómo puedes hacer algo tan sencillo tan mal?
Normalmente me reíria pero recordé la noche anterior, amar era algo muy sencillo y... no lo sabía. Reí pesadamente. ─Sí, supongo, una qué otra vez

Ella tomó mis manos haciendo la figurita, no sentí nada al respecto pero pude ver la cara colorada que ella tenía en estos momentos. Al pasar los minutos de "ardua" información pidió dos cafés, lo aceptè con gusto, eran las ocho de mañana.

─¿No deberías estar en la escuela, chico?
Hojeó uno de los tantos libros con una gran sonrisa. Negué con la cabeza dando el primer sorbo al café.

─Me expulsarón. ─La chica me miró indignada a tal punto de casi escupir su café.─ ¿A Eric?, ¿cómo es posible?, ¿fue por tonto?

La miré mal, luego rodé los ojos. ─No, eso lo soy en ocasiones especiales, es qué le dí un beso a su hijo y me corrió.

Comenté con sarcasmo pero sí había besado a su hijo. Ella me miró con el ceño fruncido, conocía esa seña, no entendió. ─¡Estoy bromeando!, ahg. Lo golpeé en en el rostro, también a su hijo...

Me quedé viendo un punto en expecifico en blanco mientras mi mano solo se dignaba a llevar la taza a mis labios. ─Qué rudo, mí Eric. Deberías pensar más las cosas antes de hacerlas. 

Ignoré lo que había dicho, ya no parecíamos buenos amigos o pareja, ahora lucía como mi madre. Lo qué me hizo hacerle una pregunta.

─Una pregunta sin fines de ofender o bueno... quizá sí. Un poco,─Ella rió y prestó más atención que otras veces.─ ¿eres mayor qué yo?, las chicas de mí edad no son tan... cómo tú.

─Sólo un poco mayor, treintaisiete años son nada. Y hey, no le hables así a una dama, si fuese una cualquiera ya hubiera desparramado mi mano en tu mejilla, ¡cuida lo que dices muchacho!

La miré apenado tomando del café, me excedí. ─Hablar demás te puede hacer mal

─Ni que fuese a decir qué soy más grande qué Jesus, eso si sería una estupidez. ─Reí con fuerza mientras ella me miraba mal cruzada de brazos. ─Cuida lo qué dices y prometes Eric.

Sus manos tomaron las mías que estaban sujetando una taza, no me aparté ni nada. Sólo la observé con una pizca de alegría, sentía qué era como mi madre.

(...)

Vamos, solo faltan pocos días para qué vuelvas a tu ansiada vida despreocupada de un joven trabajador.

Llevaba meses sin contactarme con Paul y recién me di cuenta que estaba mal. Cuando Michelle iba a comprar un aperitivo siempre lo veía pasar completamente contento a mi lado con chicos y chicas desconocidas qué nunca me había dignado a ver por un extraño enojo, a veces iba con su chaqueta y suspiraba al aspirar el dulce aroma que dejaba esparcido en el aire. Pero era algo pasado y quería terminar con este tormento de una vez por todas.

─Hey... Michelle, ¿podrías darme cinco disparos en la espalda?, no soporto más.
Hablé lo más bajo y suave posible, Paul tenía un gran sentido auditivo aunque estuviera cruzando la banqueta a una mesa de nosotros. Yo lo miraba sin despistar.

─Oh, claro qué no mí Eric.

Dejó una limonada enfrente de mí, sin dudarlo comencé a sorber del líquido y Paul no hizo más que llamar a alguien con la mano, era una chica.
Pasé mi lengua por mis dientes observando la escena, no era algo mío y no me gustaba, ¿por qué enojarme?
La tomaba con fuerza de las manos mientras le sonreía.

─Michelle, ¿me permitiría darle un beso?
La mujer abrió sus ojos como plato provocandole tos, dejó su malteada de lado y me miró extrañada. ─¿Es para darle celos a una chica, Eric?
Observó mi mirada fija al par de enamorados. ─Ehhh... sí algo así

─Va en contra de mis principios
Frunció su ceño. ─Michelle...

─Eres como un hijo para mí, Eric querido
No me enfadé, suspiré vencido y miraba como Paul se comía a la chica con besos. ─Olvidelo, ya se besaron

Dí un golpe en la mesa mientras apretaba los labios y observaba con angustia la escena. ─¿Por qué me molesta sí no me gusta, má?

La mujer me escuchó y con una sonrisa habló. ─Por qué sí te gusta, Lennon.
La volteé a ver asombrado, no le había dicho mi nombre verdadero.

hablaremos luego (mclennon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora