21º T I N T A · Y · S A N G R E

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Arista era la nueva estudiante del instituto, quién, sin dudarlo dos veces, se hizo amiga de Enna y por consiguiente mía. Ahora la vería en la clase de literatura, italiano e historia y de seguro nos sentaríamos juntas. El aura de Arista era una verdadera oportunidad para reanimarte y embelesarte, su mirada estaba viva y siempre guardaba una sonrisa para cada trayecto de dialogo, una persona a la que todo el mundo le gustaría conocer.

Pude notar el cierto cambio de estado por parte de Asher al estar junto a ella en la mesa del comedor, sonreía más, hablaba más. Hasta Landon apreció el repentino cambio de actitud, ni siquiera le molestaba la presencia de Cameron a mi lado.

Cameron me comentó el gran control que mantenía su hermana respecto a la sangre humana, no le era fácil, pero con el tiempo había desarrollado el autocontrol gracias a una fobia que poseía, sin embargo no siempre funcionaba y ella trataba de alejarse lo más posible. Era comprensible, cuando lo que más desea tu cuerpo es aquel líquido, es casi imposible resistirse a no obtenerlo y más para ellos que están siempre en contacto con las personas. Cualquier fobia desaparecería ante por ese apetito.

Por otro lado me parecía grato tener que zafarme de las preguntas compuestas por Asher ―la aparición de Arista hacía que todo el mundo se despistara de la presencia de alguien "normal" ―, así tendría más tiempo para centrarme en el plan. Cameron había notado mi inseguridad e inquietud a lo largo de la clase de ciencias y de camino a las olimpiadas. El señor Foxter se convirtió en alguien totalmente exigente comparado a la última vez que lo vi, habitualmente ese cambio se producía a lo largo del evento. Pero esta vez, fue mucho más rápido.

―¿No jugarás? ―pregunté.

Habíamos tomado asiento en uno de los últimos lugares. Desde arriba se podía observar mejor el primer partido de vóley, lástima que era muy torpe para participar en actividades físicas, prefería la clase de la señorita Jones, la pintura siempre fue una de mis salidas cuando las sombras no me permitían pensar.

―¿Acaso quieres que me descubran? ―sonrió―. Sabes muy bien que podría ganarle a todos tus compañeros sin esfuerzo alguno.

―Vale, no quería tener que chocarme contra un muro hecho de egocentrismo ―respondí volviendo a mirar el partido. Enna era una buena jugadora, mantenía mi ilusión para que pudiera levantar la copa.

―¿Ya viste que es enorme? ―rio delicadamente Arista, quién se sentó a mi costado libre―. A veces a mí también se me es complicado desbaratarlo.

El dichoso sonrió soltando un pequeño bufido.

―¿Así? ―lo miré y luego a su hermana―. Te juro que no es la primera vez que lo hace.

―Es mejor que te vayas acostumbrando Elif ―comentó Arista―. Suele ser peor cuando habla de ti ―eso no lo estaba esperando y mucho menos él.

SOMBRAS INMORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora