25º M E L O D I E S

126 15 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


· CAPÍTULO DEDICADO A MELODÍAS MORTALES ·

Bajé de su regazo, no quería dificultarle más soportar su naturaleza. Y sí, debía aceptarlo tal como él lo hacía conmigo. Entendería, comprendería, no trataría de mejorar a nadie, pues quizás no todos estamos dispuestos a recibir ayuda. Cuando en verdad sabes que no necesitas arreglo de ningún tipo.

Una sonrisa se dibujó entre nosotros dos, casi podía sentir que aquellas sombras en mi interior volvían a teñirse de color, volvían a brillar fuera de todo el dolor y los intentos por olvidar. Podía sentirme nuevamente viva, respiraba, lo hacía. Pero en su compañía. La mejor solución para mis problemas, siendo el antídoto para su sed.

―Creo que no viniste sola ―agregó dando una mirada en dirección a las puertas del cinema―. Será mejor que salgamos a recibir a tus amigos ¿No lo crees?

―No pretendí que tus celos fueran lo suficientemente veloces como para comenzar a hostigarme ―reí abriendo la puerta. El gélido ambiente ya no efectuaba ningún problema, tenía mi propia órbita alrededor del sol, no había momento más cálido que su respiración muerta bajo mis cabellos.

―Solo estoy siendo amable ―bajó―. En mis tiempos sería un descortés si no conozco por completo a las amistades de mi novia.

―Pues no creo que desees conocerlos a fondo ¿Cuántas posibilidades hay de que les caigas maravillosamente bien? Espero que no sean nulas ―farfullé.

―Humm... ―volvió a sonreír pegándome a su costado―. Un cincuenta, cincuenta.

Nos recostamos en el auto, su agarre no aflojaba y aunque sentía que moriría sin el aire en mis pulmones, la sensación de estar por fin a su lado, era un ensueño del cual no podría salir tan fácilmente.

Unas voces se escucharon detrás de la puerta y en pocos segundos, tres chicos salían con la intención de encontrarme. Sus miradas giraron en torno a su alrededor, hasta que Enna se llevó las palmas en dirección a su boca. Su expresión de sorpresa liberó un sonrojo que Cameron notó sin problema alguno, estaba ardiendo.

Otro par de ojos se fijaron en la escena, esta vez solo una demostraba una gratificante sorpresa sin fastidio alguno, sin embargo la otra, la otra ardía en una incomprensión que causo un bufido de burla por parte de mi protector. Asher no estaría dispuesto a socializar con alguien que, por supuesto le llevaba el toro por las astas.

―Veo que simplemente tengo un treinta porciento de agradarle ―susurró a mi oído―. Vaya y yo que quería salvarlo de los Apolo. Ahora deberé velo morir, eso es cruel hasta para mí.

―¡¿Qué?! ―miré con asombro, aquella información caía de sorpresa y no era el momento preciso como para decirla. Los vellos se impregnaron de pavor y por un instante pensé que la cefalalgia volvería a arremeter.

SOMBRAS INMORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora