34º C O L O R E S

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C O L O R E S

Delante de mí, la reina se alzaba, entre nosotras solo el tablero en jaque mate. El rey había sido capaz de terminar la partida, en realidad lo había logrado, había podido vencer al cruel destino. La alegría se desataba entre la mirada de todas la piezas mientras las sombras desaparecían en la mirada de todos aquellos que batallaron contra el mal. El sacrificio y las verdades expuestas para liberar, todas, habían valido la pena en concreto.

Poco a poco la vista volvía a sentir sus alrededores, lentamente mi alma levantaba sus pilares hacia la luz del sol, hacia la realidad de sus venas. Sentía paz, calma, tranquilidad. La muerte nunca se había pintado con tanta naturalidad, el dolor desapareció entre los vestigios del ensueño, pero había algo que todavía no lograba entender.

¿Por qué...? ¿Por qué mis ojos lo observaban? ¿Por qué mi tacto acariciaba su piel de granito? ¿Por qué mi corazón aun resonaba en la soledad del suyo? ¿Por qué sus cristalinas lágrimas silbaban entre la soltura de los míos?

EL trueno lloraba la perdida de la lluvia, pero ella todavía no estaba muerta, ella todavía podía sentirlo resonar, ella aún lo amaba, aun percibía sus lamentos en el fondo de su vacía alma. La tempestad había cesado, pero dentro de él aun los vientos se debatían a dejarlo respirar, aún se mantenían a la defensiva de destruirlo por dentro. Sus alrededores se pintaban de gris, así como los míos permanecían oscuros y tenues. Todo lo que el rayo había tocado para proteger, todo eso se mostraba frente al lamento de Cameron.

¿Cómo era posible que aún deseara besarlo? ¿Cuándo quizás todo era una ilusión? ¿Por qué?

De repente el aire renovó mis pulmones, la asfixia desapareció, murió en el olvido. El entrecortar de mis venas ahora se notaba limpio y sin rasguños. La vida relucía mostrando su mejor sonrisa, deseando nuevamente la ecuanimidad. El edén que mis sentidos asomaban era la saciedad de la existencia, la misma que compartía escuchando los lamentos de él. Lamentos que deseaba terminar, deseaba curar, deseaba amar, borrar.

El corazón latió, el alma resonó, los huesos sintieron, la respiración soltó a las palabras entre la sorpresa de su sorpresivo actuar.

―C-Cameron...

Cada letra, cada silabeo, cada sonido representaba una nueva oportunidad, una nueva salida, una solución para todo. Su piel era áspera y el gélido regía mis interiores, quizás, tan solo quizás mis clamores aún no se liberaban de esta tempestad. Quería ir tras él, quería ir tras su reencuentro, quería abrazarlo, fundirme a él y todavía mis huesos me lo impedían.

―Lo siento tanto Elif, no debí involucrarte en esto, no quise perderte... ―sus lágrimas se convertían en los peores tsunamis de mi ser―... despierta por favor, despierta...

―Tu amor me trajo a la vida... ―suspiré abriendo por fin mis escenarios. En torno al teatro la melodía del amor, la melodía del cruce.

―¡Elif! ―sus labios ardieron contra los míos, las gélidas puertas de un ruego perdido. Nunca antes la calidez de ellos había ardido con tanta potencia, con tanto cuidado y a la vez fiereza. La voracidad me consumía y sin querer me gustaba.

SOMBRAS INMORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora