2º B E C A

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―Buenas noches Elif ―se despidió Jack dejando un beso en mis mejillas.

―Descansa ―sonreí hasta ver que la puerta de su habitación se cerrara.

―Veamos Tim, primero la camisita y luego los pantalones ―decía tratando de animarme, bañar a un bebe era todo lo contrario a tranquilo.

Sus bracitos se levantaron dejando caer la camiseta, se desabrocho los pantalones y quedándose desnudo saltó a la bañera. Me recordaba a Jack cuando todavía sus instintos de can no se apaciguaban.

Jack cuando era bebe solía correr saltando de un lado a otro, en cambio Ryan no lo hacía, él era más tranquilo, como si estuviera al acecho, siempre pensativo y más callado que todos los demás de la familia, había que sacarle las cosas por cucharadas. Finalmente Alex, él siempre fue el más maduro de todos, supongo que porque tuvo que crecer más presurosamente a causa de la presencia de nosotros sus hermanos. Pero según mamá, nunca supo si en verdad tendría los genes de papá.

Y después de cada uno de ellos, me encuentro yo, la normal, la que no tiene nada de especial. Elif Jackson. Con pocos amigos en la escuela, y los pocos que le quedan a veces ni siquiera hablan con ella por la gran etiqueta que tienen sobre ella "La rara", vaya vida me toco seguir respirando e inhalando, pero no me culpo, es la mejor droga del mundo saber que tú familia es diferente a la monotonía de las demás, aunque a veces deseara esa "Normalidad"

La esponja recorría la piel tersa y frágil de Tim, limpiando las marcas de árboles y las manchas de barro. Limpiando sus noches, sus días, limpiando la sangre que rodeaba sus manos y sus ojos.

―Vas a quedar limpio para la cama ―decía mientras escuché pisadas en las escaleras―. Ryan ¿Eres tú?

―¿Quién más? ―suscitó―. Iba a lavarme los dientes, pero veo que estas ocupada.

―No, no te preocupes, tú lávate, mañana tienes clases y no permitiré que te quedes más tiempo despierto ni que asistas con un aliento a muerte ―contesté haciéndole muecas a Tim.

―Eso es sexi para chicas ―un bufido de mi parte lo animó a terminar su cometido.

―Te vas a mojar ―advirtió Alex desde la puerta del servicio.

―¡Tim!

Las risas de Alex y Ryan decoraban las marcas de agua que había dejado el chapoteo de Tim. Ahora solo faltaba que vomitara. Pero pensándolo mejor, no desearía nada más por hoy.

―Ya está bien, afuera ―dije alzándolo, separándolo del agua y espuma―. Pásame la toalla, Alex.

―Buenas noches, Elif ―comentó Ryan saliendo del baño.

―Sueña bien, Ryan ―dije entre el frío que recorría mi cuerpo a causa del agua en mi ropa―. Ahora te toca a ti, Tim.

Llevándolo entre sabanas traté de evitar que el suelo se mojase, ya me bastaba con el escalofriante ambiente que estaba sintiendo en mi piel.

SOMBRAS INMORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora