¿Acaso Dante le había contestado?
Releyó las palabras mil veces. Quería asegurarse que realmente le hubiera contestado.
No sabía cómo actuar, qué contestar, qué hacer.
¿Respondería? ¿O se quedaría como piedra todo el día?
Dante le había contestado. Un halo de esperanza le iluminó el rostro, sonriendo ampliamente. Tenía tantas cosas para decirle. Entre ellas, lo mucho que se sentía atraído por él.
Miedo.
¿Y si lo rechaza?
Se detuvo a pensarlo. Por una parte tenía que decirle lo que siente, y por otra, su miedo era quedar en ridículo.
Viernes. 22:40 pm.
- ¿No piensas constestar su mensaje? -dijo su amigo mientras le miraba-
- ¿Por qué debería hacerlo? Él no quiere saber nada. Y yo sigo sus palabras.
- Vamos, Dante. Él tipo está desesperado por saber si sigues vivo. Parece que realmente se preocupa por vos.
- Facundo... ya para, ¿sí? No lo haré.
- Dante, ¿hace cuánto te conozco? -preguntó dando un sorbo a la cerveza negra-
- No sé... -respondió-. ¿Unos quince años, quizá?
- Lo suficiente para darme cuenta que ese tipo te tiene estúpido.
- Si vos lo decís...
- ¡Ay, por favor! -le interrumpió- ¿Me estás jodiendo? Ni siquiera es nombrado y te pones en imbécil. ¿Qué ha hecho el señorito para tenerte así? ¿Qué es lo que tanto te atrae?
- Todo -soltó sin dudarlo-. Su piel, sus labios, su perfume, la timidez, la forma en la que desvía sus ojos cuando le miro fijamente... -hizo una pausa-. Me tienta demasiado. Me dan ganas de corromperlo por completo.
- Woooo -rió ante las palabras de su amigo, sabía que algo sentía por ese tal Benjamín, pero no sabía que era más que una atracción física-. ¿Y por qué no lo invitas a salir? Con tus encantos, hasta una piedra saldría con vos.
- Cómo si fuese fácil...
- Dante ¿cuál es el puto problema?
- ¡Es jodidamente hetero! -su voz se alza, vuelve a agachar la mirada, con la más cruel de las tristezas inundando su cuerpo-. Además, está saliendo con alguien más...
- Por lo menos dile lo que te pasa... si no lo haces, yo me acercaré a él.
- Tócale un pelo y te destrozo la cara.
- Sabes que estoy jodiendo, Dante. Pero hazlo.
Hubo un silencio por parte de el rubio. Sabía que ni no se confesaba, la culpa lo agobiaría por siglos.
Pasó noches enteras pensando en él. Pasó días extrañándolo. Pensando en lo mucho que deseaba volver a sentir sus cuerpos juntos, en sus labios, en la suavidad de su piel. En cómo lo embriagaba al escucharlo gemir. Quería todo eso. Y más. Le gustaba Benjamín Molina. Lo sabía desde hace rato. No podía negar el hecho de soñar saboreándolo de piez a cabeza, de compartir una noche durmiendo en la misma cama, sientiendo el calor de su espalda contra su pehco. Deseaba oler su escencia. Mancharse de él. Y más que nada, deseaba llevarlo al más cruel de los infiernos para después alzarlo al mejor de los placeres.
Su ser se estremecía cada ves que la imagen se le plantaba en la memoria. En los besos que se dieron, llenos de pasión, lujuria y desesperación. Recordaba su cuerpo semidesnudo, su rostro enrojecido, y en cómo deseó ser besado. Vamos, él se había dado cuenta que el moreno buscaba más contacto. Moría de ganas por darle lo que tanto anhelaba. Quizá ésta era la oportunidad de hacerlo.
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Entre Cadenas
Romance- La respuesta correcta es "Sí, señor" Cadenas. Fustas. Placer. Desobedencia. Dominación. Tenían todo eso en común, aunque no lo supiesen, aunque lo negasen. NOTA: historia 100% de mi autoría. Si quieres adaptarla, por favor contáctame antes. Esper...