#25 Porcentajes

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Aspen:

Lo primero que quise hacer después de escuchar más que suficiente de Bastian, fue querer ir a verla.

Necesitaba ver a mi hija.

Y el doctor entro a la habitación, impidiéndome moverme, me dieron indicaciones de que solo podía verla en ciertos horarios y que les era imposible a las enfermeras traerla hasta mi habitación, por lo pequeña y débil que estaba, escuchar eso hizo que me preocupara aún más y cuando llegara el momento yo era quien podía verla solo a través de una cortina de vidrio.

No podía tocarla y mis brazos deseaban tenerla.

Sentí tanta impotencia mientras sus palabras continuaron saliendo, nos dijo que había intercambiado opiniones con varios doctores, los mismo que le dijeron a Bastian que era prácticamente imposible que nuestra bebé se salvara, el miedo floreció más en mi pecho, pero tenía la mano de Bastian aferrada a la mía, a pesar de nuestros problemas y aunque nuestra relación continuara siendo incierta, él estaba conmigo dándome su apoyo y no estoy segura de haber podido lograrlo estando yo sola.

—¿Cuánto tiempo?.—Pregunto con voz débil y no necesito decir más el doctor me entiende enseguida.

—Depende de muchas variables, hasta que ella sepa respirar y alimentarse por si misma.—Nos responde.—Nayeli nació con 750 gramos y tenemos que tener en cuenta el peso, hasta que no alcance los dos kilogramos, el hospital es el mejor sitio para su hija.

No puedo con las lágrimas, siguen creciendo.

—Aspen.—Pronuncia al verme.—El tiempo pasa mucho más rápido de lo que te puedes imaginar y aunque una semana te parezca eterna, en nada todo habrá terminado y pronto tendrá a tu bebé en casa contigo.

Sollozo.

Me aferro a la mano de Bastian.—¿Realmente cree que sobreviva?

—Sí, lo creo.—Se toma unos segundos y continua.—Lo primero que deben saber es que en estos últimos veinte años, el índice de supervivencia de los bebés que nacen con menos de un kilo ha subido de forma exponencial.—Nos explica.— Los avances médicos han conseguido que sobrevivan un ochenta por ciento de los bebés prematuros.

Desearía que fuera un 100, no un 80.

—Es normal lo que están sintiendo.—Nos dice y se acerca a mi.—Te conozco desde pequeña, Aspen.. Así que voy a decirte algo.

Aprieto los labios.

—Tener un bebé prematuro es muy, muy complicado. —Asiento con el dolor en mi garganta y los ojos llenos de lágrimas.—Sobre todo por la implicación sentimental, hará que todo sea más difícil; habrá momentos de miedo, de duda, y días en los que se verá mucho más fácil tirar la toalla que continuar con la lucha.

Las lágrimas caen por mis mejillas.

—Pero es necesario que tengas algo presente: pasará.

Asiento despacio y él sonríe despacio, unos segundos después cuando logro calmar mis sollozos, se dirige a Bastian.

—Como les dije habrá horarios de visitas muy determinados, pero.—Vuelve su mirada a mi.—Podrán acompañarla en su proceso de sanación y en los momento en que no puedas estar con ella, tendremos internos cuidándola durante toda la noche. Estarán atentos ante cualquier complicación

—Muchas gracias.—Dice Bastian.—Si necesitan algo, cualquier cosa que aumente la posibilidad de supervivencia de nuestra hija, no importa cuánto cueste..

El doctor pone la mano sobre el hombro de Bastian.—No es cuestión de dinero ahora.

Bastian entiende las palabras y se vuelve hacia mí, sus labios se presionan sobre mi cabello y mientras me aferro a su pecho con mis manos, vuelvo a dirigirme al doctor.

—¿Podemos verla?

El observa el reloj en la habitación.

Una débil sonrisa curva sus labios.—Estamos con suerte hoy.









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Hoy es un día que no he dejado de llorar.

Los ojos me duelen y aun así tengo muchas más lagrimas guardadas, lo sé cuándo me llevan a verla.

Cuando veo a mi hija.

Al ver lo diminuta que es y lo arruga que esta su piel.

No debe de superar lo largo de mi antebrazo , su cuerpo es delgado y con cada débil respiración sube y baja su barriguita, tiene los ojos cerrados y su piel es tan roja que noto que no se trata solo de su piel, sino de su sistema muscular, las capas de epidermis son tan delgada y trasparente que puedo ver sus venas delgadas y pequeñas, sin embargo a pesar de eso y de los cinco meses que la tuve dentro de mí.

Ella está desarrollada, tiene todas sus extremidades, sus uñitas, ojos, nariz, labios y debería ser un alivio enorme para mí, lo es, en un corto tiempo lo es porque no puedo ignorar todo lo que mis ojos ven.

El corazón se me aprieta y rompo en un sollozo mientras Bastian intenta darme fuerza a mi lado.

Tiene tubos por todas partes, Dios mio.

En la nariz, en sus delgados y pequeños bracitos y me cuesta creer que no le duele, que no está siendo lastimada.

Ella está sufriendo.

Mi bebé está sufriendo.

Le duele.—Pronuncio con voz rota.—Le duele mucho, Bastian.

—Aspen..

Ojala pudiera quitarle todo ese dolor.

Ojala pudiera hacerlo.



Contra Todo Pronostico (#10 Saga Bebé)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora