La bailarina del carnaval (Fanny Escóbar Silva)

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— ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! —coreaba la multitud al verla tan hermosa. Estrella bailaba coqueta con ojos risueños y trenzas hasta la cintura; las luces celosas proyectaban la figura esbelta de la muchacha, quien hizo un movimiento de caderas y con las manos lanzaba besos al aire como si estuviera soplando burbujas de cristal, esto provocó suspiros de los gavilanes admiradores de la estampa femenina.

Un enorme oooohh de admiración surgió del público apostado alrededor en las graderías, mientras se llevaba a cabo la entrada del fastuoso Carnaval de Oruro.

Los reflectores se encendieron haciendo brillar con más intensidad las lentejuelas de los trajes, el público al son de la banda de música se puso de pie y aplaudía alborozado, mientras la fraternidad "Morenada de Ferrari Ghezzi" hacia su paso por la avenida del folklore de Oruro. Una hilera de Morenos con trajes ricamente bordados en lentejuelas, con caretas exageradas de negro, con el caminar cansino iba cantando y bailando al son de la matraca:

"Vamos alegres al Socavón,
bailando con gran devoción,
buscando a la Reina del Carnaval
linda Morenita bella flor
"

Un bello ejército de voluptuosas Chinas Morenas, con trenzas adornadas, faldas cortas y escotes agresivos, enloqueció al público ya sumido en el licor:

" Mira lo que me encontré,
en el Carnaval,
Morenita bella flor,
de la Ferrari
"

La gente ovacionaba más cuando pasaba Estrella, la figura central, encabezando la comparsa. Ella con la mirada coqueta, agitaba los brazos sensualmente de un lado a otro, mostrando sus piernas perfectamente torneadas, con la silueta de una diosa; detrás del diminuto traje de bailarina que consistía en una minipollera colorida, una blusa bordada, un sombrero con plumas, y botas hasta la rodilla.

De pronto, la banda dejó de tocar, el silencio se apoderó de las calles de Oruro, los cohetillos dejaron de tronar, la gente comenzó a murmurar, los danzarines aprovecharon para descansar, los más osados del público saltaron la baranda para acercarse a los danzarines. Una llamarada de luces de celulares y cámaras fotografiaba, los ojos provocativos, los cuerpos delirantes, los torsos desnudos, los labios de carmín apasionados, las manos desinhibidas.

Mas luego, el público ya impaciente chillaba y silbaba, mientras coreaban a una sola voz: ¡Hora! ¡Hora de bailar!

Algunos continuaban bailando desde las graderías coreando de memoria el estribillo de una canción del carnaval. Los visitantes extranjeros parecían los que más se divertían caminando de un lado para el otro a lo largo de la avenida del folklore.

La "Morenada" era una danza añorada por la aristocracia para bailar en el carnaval, se dice, es la expresión de los esclavos negros que llegaron al nuevo mundo, con el fin de trabajar en las minas y terminar cultivando coca.

—¡Una fotito por favor muñeca! —reclamaba un hombre bajo y risueño quién se atrevió a saltar la baranda que distanciaba a los bailarines de los espectadores. Éste tenía una lata de licor en una mano y olía a tufo.

—Gracias niña preciosa, ¿una cervecita? —preguntó otro, y Estrella respondió haciendo un ademán de un no con las manos.

Estrella tenía 22 años, desde niña se había destacado en el baile, sus padres estaban separados, hubo un tiempo que vivió con su abuelo ahora ya fallecido, a quién veía como padre verdadero por los sabios consejos que le daba a ella.

Año tras año, en época de Carnavales, Estrella recibía una carta anónima, pero ella andaba afanada en sus preparativos para la fastuosa entrada del carnaval de Oruro, nunca la abría, y los sobres estaban guardados intactos en el cajón de su velador.

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