Cuentos, relatos y narrativa

Nanagua (Nelson Van Jaliri)

En estos momentos no sé si lo que pienso tiene algún sentido, lo cierto y evidente es que estoy nuevamente frente a ellos; pero no como lo que uno piensa...

Nanagua, un fortín ubicado en la selva, sin agua a muchas distancias, ahí el hambre y la sed recorrió en nosotros, en el ataque más reñido y encarnizado de toda la Guerra del Chaco; pero si bien llegamos hasta las cocinas del fortín, no se llegó al éxito apetecido por falta de refuerzos. Hans Knundt, de origen alemán, preparó el ataque.

3 de julio de 1933. Noche antes al ataque.

Todos los camaradas estamos reunidos alrededor de una fogata, la misma se apaga poco a poco a nuestras miradas: La guitarra de Faustino Quispe Mamani, toca unos "huaynos" tristes. Todos inertes, escuchando a la vez, cualquier ruido extraño que se presentara en la selva inmóvil y que no es para fiarse.

4 de julio de 1933. En el ataque.

A mí y a otros cinco, nos mandan a una misión de patrullaje. En el intento perecen dos. Enseguida les informamos el plan siguiente, avanzar con mucha cautela, en tres grupos, para luego atacar, pero no nos comprenden. En el ataque, una bala perdida atraviesa mi pecho, pierdo el conocimiento y despierto en algún hospital desconocido.

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Ahora nuevamente estamos frente a ellos, nos volvemos a ver el rostro, bolivianos y paraguayos; pero no como lo que uno piensa, al contrario, nos volvemos a ver como excombatientes y veteranos.

La Plaza Villarroel, en la zona de Miraflores, de la ciudad de La Paz, se ha convertido en una concentración, no para luchar o atacar, sino para poner fin la enemistad entre ambas naciones. Es un acto de civismo, que termina en el abrazo de ambos presidentes, del Paraguay Juan Carlos Wasmosy y de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada. En el intercambio de trofeos de guerra, se observa las dos banderas que habían quedado en poder de ambas naciones. Entonces el tiempo avanza, se nos acaba poco a poco, la vida se nos va de a poco.

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NOTA

En fecha 6 de agosto de 1994, Bolivia y Paraguay, decidieron terminar con la enemistad, originada a consecuencia de la Guerra del Chaco, con el intercambio de reliquias de guerra y el correspondiente abrazo por parte de ambos bandos.