2.

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—¿Chico de ciudad? —dijo el chico alto frente a Jimin, mientras él tragaba saliva nerviosamente.

—Oh Jungkook, hola. Este es Jimin —dijo Sunghyun, girándose hacia ellos dos, mientras el resto del grupo volvía a su conversación—. Es de Seúl y pasará el verano aquí.

Jimin miró la reacción de Jungkook y casi puso los ojos en blanco ante la sonrisa que apareció en la cara del chico. Este dejó rodar su skate a unos metros de distancia, hasta que chocó contra un árbol, y se sentó en el césped junto a Jimin, sin dejar de sonreír. Jimin se movió torpemente antes de volver hacia su teléfono, deseando desaparecer en ese mismo momento.

—¿Qué haces en Busan entonces, Jimin?

El chico rubio se giró a su izquierda con sus sudorosas palmas pegadas a su teléfono sorprendentemente frío. Jungkook parecía que lo estaba disfrutando demasiado, recostado sobre sus codos y con una pierna sobre la otra, mientras que su molesta -y atractiva- sonrisa no abandonaba su rostro. Jimin mordió el interior de su mejilla, el sol de repente le calentó demasiado la piel. El otro chico no les prestó atención, hablando ya de la próxima fiesta.

—Mis padres me enviaron aquí —contestó, su voz fue casi un susurro bajo la ruidosa conversación que estaban teniendo junto a ellos. Disimuladamente evitó la mirada de Jungkook, demasiado fuerte y pesada sobre él, y se removió al empezar a hurgar en el césped, tirando con ligereza de la hierba.

—¿Cuántos años tienes? ¿Doce? ¿No puedes cuidar de ti mismo? —preguntó Jungkook, y Jimin puso los ojos en blanco, aún mordiendo su mejilla. Pensó en una buena respuesta para demostrar que podía dirigir la conversación y tener confianza, pero sintió que su ansiedad lo consumía por dentro.

—Cállate —murmuró en voz baja, las palmas de sus manos estaban cada vez más sudorosas y su estómago se sentía pesado.

—¿Eso es todo lo que se te ocurre? —preguntó Jungkook, riendo un poco, y Jimin tiró más fuerte del césped. Casi cerró los ojos, pensando en sus amigos de Seúl, en cómo podría estar con ellos, divirtiéndose, en lugar de ser acosado por un imbécil. Abrió la boca, listo para responderle, cuando su teléfono empezó a sonar en sus manos, sobresaltándolo.

Dio la vuelta al aparato, y casi suspiró aliviado cuando vio la foto de Taehyung. Se levantó rápidamente, y contestó mientras se alejaba del grupo, la fuerte presión que sentía sobre su pecho y sus pulmones disminuyó un poco.

—Tae.

—Hey, Jimin, ¿estás bien?

Jimin se sentó en la acera, el asfalto caliente se encontró con sus pantorrillas desnudas, lo que le provocó una mueca de dolor. Apoyó su mentón sobre sus rodillas y finalmente suspiró.

—Sí, estoy bien. Sólo quiero salir de este agujero infernal —exhaló Jimin, mientras sus dedos jugaban con algunas diminutas piedras, dándoles vueltas. El sol estaba caliente, y podía sentir el sudor que comenzaba a formarse en la piel de su espalda, entre sus omóplatos, dentro del hueco de sus codos, y contra su nuca.

—¿Por qué? Te gusta Busan.

—Sí, cuando tenía como diez años. No lo sé, estoy aburrido y la abuela me presentó a un tipo que me trajo con su grupo de amigos, pero no lo sé.

—Jimin, escucha, dales una oportunidad, ¿sí? ¿Son agradables?

—No lo sé, Tae —susurró Jimin, su garganta apretándose. Suspiró una vez más, sintiéndose como un niño pequeño. Casi quería llorar, hasta que se recordó a sí mismo que tenía dieciocho años y que ya no era un bebé. Tenía que ser fuerte, y no podía derrumbarse el primer día de verano.

Pink Lemonades, Tattoos and I Love You's - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora