7.

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Jungkook apenas tuvo tiempo de tragar el bulto que se estaba formando en su garganta, antes de que Jimin bajara las escaleras.

—Hola abuela, ¿cómo estuvo...?

El chico rubio se detuvo en el último escalón, frunciendo el ceño. Tenía una toalla alrededor del cuello, jadeaba suavemente y algunas gotas de sudor rodaban por su sien, haciendo brillar su piel.

—Hola Jimin. Estuvo bien, ¿qué tal tu tarde? ¿Practicaste?

Jimin no podía moverse, sus ojos observaban fijamente a Jungkook de la cabeza a los pies. No tenía ni idea de por qué el chico alto estaba allí de pie en su sala de estar, con los ojos rojos y húmedos, los labios agrietados y rojos, y su aliento desigual. La atmósfera era incómoda. No se habían visto desde que jugaron a aquel juego estúpido, ni siquiera habían hablado.

—Hum... —su voz se fue apagando, mientras se movía inquietamente sobre sus dos pies.

Jungkook lo miraba fijamente, en silencio, y eso lo empeoraba.

Younghee observó como los dos chicos se miraban el uno al otro, analizando cuidadosamente su reacción. La tensión era muy fuerte y pesada entre los dos muchachos, y decidió intervenir.

—Encontré a Jungkook al final de la calle, estaba teniendo un ataque de pánico.

Jungkook hizo una mueca, con su mirada en sus pies. Se suponía que nadie debía saberlo. Se suponía que nadie debía saber de sus debilidades. Miró con cuidado a Jimin y su estómago se apretó ante la inesperada mirada en el rostro del rubio. Su ceño fruncido estaba al revés, una clara expresión de preocupación y confusión escrita por toda su cara. Sus ojos se encontraron, y Jungkook tragó pesadamente.

Jimin dio los últimos pasos hacia ellos, girando el cuello levemente para mirar al chico que tenía delante, sin romper el contacto visual.

—Los dejaré solos. Estaré en la cocina si quieren algo de beber o comer.

Jimin volvió la cara hacia su abuela, y asintió con una amable sonrisa.

—La limonada está arriba en mi habitación si la buscas —Jimin sonrió amablemente, y Younghee le devolvió la sonrisa antes de desaparecer en la cocina.

Jungkook no podía dejar de mirar a Jimin. Diferentes emociones y sentimientos se mezclaban en su cabeza y se sentía paralizado. Podía sentir el miedo en la boca del estómago, haciendo sudar la parte de atrás de su cuello, y el aliento en su garganta. Podía notar la preocupación que emanaba del rubio y eso hacía que su estómago estuviera apretado y caliente.

Jimin se volvió hacia él, mirando los rasgos de su cara, antes de ofrecerle una pequeña sonrisa.

Jungkook estaba paralizado. No podía hacer nada.

Jimin suspiró suavemente, pasando una mano por su cabello antes de mirar a su alrededor.

—¿Sabes qué? Vamos arriba —dijo Jimin, sonriendo, antes de subir las escaleras.

Jungkook no podía hacer nada más que seguir al chico rubio. Sus extremidades se movían solas, subiendo las escaleras con Jimin justo enfrente de él. Se limpió las sudorosas palmas de sus manos en su pantalón, mientras llegaban al final de las escaleras.

Jimin giró a la izquierda y entró en una de las habitaciones. Jungkook se quedó torpemente en el marco de la puerta, mirando con curiosidad la habitación. Podía sentir los ojos de Jimin sobre él, su era mirada fuerte. Se movió, evitando cualquier contacto visual. Odiaba estar en esa posición. Odiaba estar tan incómodo, especialmente cuando se trataba de Jimin. Se suponía que el rubio era tímido y torpe, no confiado y amigable.

Pero Jimin estaba en su casa, en un ambiente familiar, y Jungkook se sentía débil en esos momentos.

Jimin suspiró, sentado en el suelo, tocándose la frente con la toalla.

—Ven aquí —gesticuló Jimin con una señal de mano mientras daba palmaditas en el suelo a su lado. Jungkook se tragó el bulto de su garganta y se sentó junto a él, con las rodillas dobladas y la barbilla apoyada en ellas.

Miró alrededor de la habitación, frunciendo el ceño ante los muebles empujados contra las paredes.

Pink Lemonades, Tattoos and I Love You's - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora