15.

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Jimin se dejó caer en el suelo temblando y jadeando, mientras el aire caliente quemaba la delicada piel de su garganta. La canción comenzó de nuevo en los altavoces, haciendo que el sonido rebotase en las paredes. Su cuerpo se hallaba cubierto de sudor, sus músculos adoloridos y sus pulmones arqueados, clamando por un poco de descanso.

Rápidamente miró la hora en su teléfono, entrecerrando los ojos a través de una fuerte inhalación. Llevaba dos horas bailando. Le empezaban a doler los pies y de vez en cuando se le acalambraba el arco del pie. Limpió el sudor de su frente y utilizó las últimas fuerzas que le quedaban para levantarse y coger la botella de agua.

Esa mañana se había despedido de Taehyung, Hoseok y Seokjin en el andén de la estación de tren, mientras el sol brillaba con fuerza sobre sus cabezas. Los cuatro habían pasado sus últimos días juntos en la playa, comiendo helados derretidos, hablando en el porche mientras bebían limonada y durmiendo hasta el mediodía. Desafortunadamente, el tiempo que pasaron juntos había llegado a su fin, y había sido un poco triste cuando Jimin los abrazó aquella mañana para despedirse.

Pensó en ello, en la sonrisa de Hoseok y un nos veremos en septiembre, en Seokjin acariciándole el cabello con una delicada sonrisa, y en Taehyung abrazándole con fuerza y sonriéndole tiernamente. Habían pasado la semana riendo, jugando y bebiendo bebidas refrescantes. Habían ido a una fiesta en la casa de Yoongi, sólo ellos cuatro, bebiendo alcohol y riendo a carcajadas.

Recordó a Namjoon sentado a su lado con una cerveza en la mano, preguntándole por Jungkook. Recordó la mirada de Taehyung cuando el castaño le abrazó con fuerza, y recordó también el ceño fruncido de Seokjin. Suspiró, sentándose en la cama y apretando su teléfono caliente entre sus sudorosas manos.

Recordó la suave presión de los delicados labios de Jungkook contra los suyos, la forma en que su piel se erizaba cuando el más alto lo tocaba, o la forma en que todo se sentía inútil cuando Jungkook estaba junto a él. Recordó la forma en que la risa de Jungkook sonaba en sus oídos como una dulce melodía, o lo relajado que parecía cuando estaban juntos.

Habían pasado casi cinco días desde que se habían visto. Jimin había estaba ocupado con sus amigos de Seúl, y Jungkook parecía ocupado con sus otros amigos, simplemente hablaban por mensajes de texto.

Jimin inhaló profundamente con el pulgar temblando sobre la pantalla de su teléfono. Podía sentir el nudo formándose en la boca de su estómago, doblándose y retorciéndose, haciendo que su garganta se sintiera seca y tensa. Sabía que era la ansiedad que se estaba formando, quemando su interior. Su pulgar se cernió sobre el número de Jungkook, el pequeño sobre que brillaba junto al dibujo verde del teléfono móvil.

Suspiró y se limpió el sudor de la frente, presionando con el pulgar el nombre. Suspiró con anhelo y en voz alta mientras el teléfono sonaba en la habitación. Jimin apagó los altavoces, caminando nerviosamente. Unos cuantos tonos después, la voz de Jungkook resonó por el aparato, haciendo que Jimin se quedara inmóvil.

Sonaba sin aliento, y se escuchaban risas distantes de fondo. 

—¿Sí?

Nunca habían hablado por teléfono. Siempre por mensajes de texto y nunca se llamaban entre sí. Jimin se limpió la palma de su mano sudorosa sobre sus pantalones cortos de baloncesto, antes de morder suavemente la uña de su pulgar. 

—¿Jimin? ¿Estás bien? —preguntó Jungkook, se podía notar algo de preocupación en su voz.

—Yo... sí, estoy bien... ¿Estás ocupado? —susurró, rascándose nerviosamente la piel del codo. No podía permanecer quieto, seguía moviendo sus manos, tirando de su cabello y mordiendo sus uñas. Podía sentir como la ansiedad hacía que sus manos temblaran ligeramente, y maldijo en voz baja. 

Pink Lemonades, Tattoos and I Love You's - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora