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Jimin trató de contener la risa que amenazaba con salir sus labios, escondiéndola detrás de sus manos. Sus mejillas estaban rosas y el pelo mojado se le pegaba a la frente. Estaba empapado gracias a la lluvia que caía fuera, y Jungkook no estaba mejor a su lado. Sus ropas se sentían diez veces más pesadas, pegadas a sus cuerpos como una segunda piel. El olor de sus champús cítricos y el té verde salía con la humedad de la lluvia en sus hebras.

Era casi medianoche, y el chico de la caja registradora parecía aburrido jugando algún juego en su teléfono. La luz azul iluminaba su cara mientras la pequeña televisión detrás de él emitía un partido de fútbol. Miró rápidamente a los dos adolescentes que entraban en la tienda, viéndolos chocar las caderas y esconder sus risas, compartiendo miradas cariñosas.

Jimin comenzó a vagar por los pasillos, sabía exactamente lo que estaba buscando, pero el repentino deseo de algo dulce lo superó. La visión de los caramelos ácidos le hizo agua la boca. Tomó un par de paquetes viendo los coloridos dibujos de éste. Jungkook lo siguió silenciosamente. Cuando llegó a su lado estornudó, y Jimin se giró frunciendo el ceño. 

—¿Te has resfriado? —preguntó, pareciendo de repente muy sobrio y preocupado en contradicción con las manchas de pintura, su pelo despeinado y sus mejillas rosadas. 

—No lo creo. —Jungkook lo tranquilizó mientras iban a otro pasillo.

Jimin rió como un niño de dos años al ver los condones, intentando ocultar su risa y ser discreto para no llamar la atención del chico de la caja registradora. Empujó a Jungkook con el codo, indicándole en silencio que eligiera el paquete de condones que quisiera, mientras él miraba los frascos de lubricante.

Se dirigieron a la caja registradora riendo y chocando entre sí. El chico los miró de forma extraña. Pusieron sus cosas en la cinta transportadora y Jimin se escondió detrás del brazo de Jungkook, riendo y pegando su cara contra la tela empapada de su chaqueta.

Salieron rápidamente de la tienda después de pagar, todavía entre risas y caminando torpemente hacia el coche del castaño. La lluvia los cubrió una vez más.

Jimin se sentó en el asiento del copiloto. Una risa finalmente escapó de su garganta y la bolsa de plástico blanco cayó sobre sus muslos húmedos.

No sabía por qué reía tanto. Sus mejillas y labios dolían. Tal vez era el alcohol que burbujeaba en sus venas, el sabor persistente de la marihuana en su lengua, o simplemente el hecho de que Jungkook estaba ahí, y que estaban drogados con la vida.

Nada podía detener su felicidad. Se sentía como si estuviese por encima de las nubes y los pájaros, volando, con la cabeza en las estrellas y el polvo rosa en sus mejillas. Su cabeza estaba llena de Jungkook, los pensamientos de algo malo o desagradable eran ajenos a él. Todo lo que podía ver, saborear, sentir, oír y oler era Jungkook y la felicidad.

El más alto entró en el coche sonriendo, mientras sacudía la cabeza para deshacerse del agua acumulada en su pelo. Las gotas se deslizaron por su su frente y delante de sus ojos. La risa del rubio que llenaba el silencioso coche era música para los oídos de Jungkook. Jimin finalmente se detuvo una vez que su estómago y sus mejillas empezaron a doler. Ambos observaron las gotas de agua chocar contra el parabrisas y las coloridas y borrosas luces de neón que parpadeaban en la oscuridad de la noche.

Jimin giró la cabeza, observándole por el rabillo del ojo. El rostro del castaño era iluminado por las luces, había algunas manchas de pintura y gotas de agua deslizándose por sus mejillas. Un Jungkook desaliñado justo delante de él. Sus ojos miraron con curiosidad su nariz grande y bonita, sus labios brillantes y rosados, su mandíbula afilada y los chupones persistentes en la piel lechosa de su cuello. Era una vista hermosa, y casi podía sentir su corazón hincharse de amor y su cuerpo derretirse contra el asiento.

Pink Lemonades, Tattoos and I Love You's - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora