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Permanecieron así durante varios minutos, hasta que la respiración de Jungkook volvió a la normalidad, el temblor se detuvo y su corazón volvió a un ritmo regular. Jimin no paraba de acariciar su pelo, su espalda y, a veces, de dejar besos contra su mandíbula, acercándolo hacia sí. Jungkook se acurrucó aún más cerca en el cuello de Jimin, aspirando su cálido y reconfortante aroma, el fuerte champú de cítricos y el delicado y dulce olor a palomitas de maíz.

—¿Qué tal si voy a buscarte ropa seca y nos sentamos en el sofá? —preguntó Jimin, susurrando contra la mandíbula de Jungkook.

Asintió casi adormilado, inhalando una última vez el calmante aroma de Jimin, antes de separarse de su calidez. Jimin le sonrió suavemente y acarició sus mejillas, deshaciéndose de las lágrimas. El castaño se inclinó ante aquel tacto, con sus ojos casi cerrados mientras miraba a Jimin.

—Quédate aquí, ahora vuelvo.

Jungkook asintió y resopló cuando desapareció en la escalera. Jimin se dirigió rápidamente a su habitación y encontró a sus amigos sentados en la cama, hablando en voz baja. Taehyung fue el primero en notarlo, una expresión de preocupación pintaba su rostro.

—¿Cómo está? —quiso saber Hoseok, y Jimin se encogió de hombros, buscando en su armario algo cálido y suficientemente grande.

—No lo sé —exhaló.

Se dio cuenta de que sus manos comenzaban a sudar mientras arrastraba la ropa, buscando apresurada y desordenadamente. Podía sentir como su garganta se estrechaba y su estómago se contraía con ansiedad. Suspiró durante un segundo, sintiendo venir el ataque de pánico, cuando de repente unos fuertes brazos se envolvieron entorno a su cintura y una mejilla descansaba entre sus omóplatos.

—No te preocupes, Jimin, está bien. Lo tienes bajo control —dijo Taehyung, sus palabras rozaban la piel de sus hombros.

Jimin suspiró y se inclinó un poco hacia atrás en el abrazo de su mejor amigo, tratando de calmarse, de concentrarse en su respiración y de detener el pánico. Estaba tan preocupado por el castaño que su ansiedad lo consumió y le hizo entrar en pánico. Pero necesitaba ser el fuerte, necesitaba ayudar a Jungkook. Jungkook lo necesitaba.

—Gracias, Tae —dijo, y el mencionado le apretó un poco más fuerte antes de soltarlo.

Jimin inhaló profundamente antes de bajar, apretando las prendas de ropa entre sus manos. Encontró a Jungkook recostado contra la pared donde lo dejó, con la cabeza colgando y la ropa aún mojada. Aclaró su garganta y Jungkook saltó ante el sonido. Sonrió antes de extender la ropa hacia él.

—Iré a preparar algo caliente para beber. ¿Estaría bien chocolate caliente? —preguntó con una sonrisa suave.

Jungkook asintió, evitando sus ojos, eligiendo en su lugar mirar fijamente sus pies.

—Bien, puedes cambiarte en el baño, es la puerta que está junto a la escalera. Estaré en la cocina. Y puedes dejar tu ropa en el suelo del baño, no te preocupes.

Jimin lo dejó y empezó a hacer el chocolate caliente. Miró por la ventana, observando las gotas de lluvia que se deslizaban sobre el cristal, aquello conseguía tranquilizarlo. La leche todavía estaba fría en la olla cuando Jungkook entró en la cocina, con aquella sudadera puesta que era un poco pequeña para él. Jimin le dedicó una cálida sonrisa mientras esperaba que la leche se calentase. Jungkook se movió silenciosamente sobre sus dos pies, hasta detenerse junto al marco de la puerta.

Muy pronto la leche estuvo suficientemente caliente, y Jimin la sirvió en dos tazas, antes de añadir el cacao en polvo. Mezcló todo, y tomó las dos tazas en sus manos, para girarse después hacia Jungkook.

Pink Lemonades, Tattoos and I Love You's - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora