La noche era ya avanzada cuando fueron a la celda del príncipe, Lillest había dormido profundamente hasta que sintió la presencia de la guardia, no hizo ningún ademán, sabía que eso solo aumentaría sus problemas y dificultaría el que le permitieran verla, por lo que decidió callar y obedecer, sin despertar a Rukh.
Una vez frente a su hermano es su despacho personal, intento verse lo más serio posible.
- Hermano... - Iba a realizar una reverencia, pero notó la expresión de Hallem – No... he perdido el derecho de llamarte así...
- Lillest, sin duda has cometido más errores en estos últimos años, de lo que hiciste en más de dos siglos de vida... - Camino hacía él - ¿Todo para qué...? Una obsesión por afecto disfrazado de amor, que te llevó no solo a imponerle un sello restrictivo ... también ... asesinaste a tu hermano ....
- Se equivoca, majestad... - Dijo sin levantarse de la reverencia, esperando el permiso del emperador. – Yo sentí amor por ella desde el primer momento en que la vi... desde el momento en que tomé su mano ese día en la superficie...
- ¿Niegas tu crimen?
- No... cometí muchos errores. – Frunció el ceño al, aún no poder ver a su hermano a los ojos – pero he intentado redimirme, el traerla aquí de vuelta... era una promesa nuestra, no la planeaba romper.
- ¿Y que hay acerca de Mellias...? – Levanta el rostro y dímelo.
- Me deje llevar por lo celos... - Dijo mirándolo a los ojos – Tú no estabas ahí, no los viste... si sintieras lo que yo ¿Qué hubieras hecho...? – Bufó – Incluso me compadeció – Dijo que mis sentimientos eran pasajeros, que encontraría ya a mi mujer indicada ¡Cuándo fue él quien me la arrebató! – Intentó calmarse – Pero, era consiente de lo que hice... solo así mi hermano volvería a nosotros... tenía que morir... solo... quise castigarlo...y sé que estuve mal... Abril terminó destrozada... no podía superar la muerte de su esposo... y fue porque él murió que quiso regresar... solo para estar con él... - Apretó sus puños.
- Tal parece que has recibido suficiente castigo por ti mismo... - Frunció el ceño – Aunque realmente dudo que te vaya a hacer cambiar tu actitud. – Suspiró - No puedo exiliarte, debido a el acuerdo que hicimos antes de que Abril desapareciera, y por suerte tuya... se me fue notificado que hoy despertó...y aceptó el compromiso con Blest nuevamente. – Se cruzó de brazos, su mirada demostraba lo fastidiado y tenso que se encontraba.
- ¡!
- Eres libre por ahora... – Se sobó las sienes –Si te encierro nuevamente y Abril se entera, sería problemático. - Se dirigió a las puertas para ir rumbo a su habitación – Tu castigo, por ahora, será no obtener nunca lo que deseas... y además buscarás proyectos para servir como galeno en las zonas más alejadas del reino, aprenderás que amar a tu compañera no lo es todo, tú mismo deberás crear todo el plan y traerlo a palacio para debatirlo. Tus ex compañeros saben de tu estadía en el concejo... serás visto como un traidor pese a mi perdón... y aún si mi hija te acepta, jamás serás su prioridad... ya que esta vez... parecer haber elegido realmente a Blest... - Abrió las puertas.
- ¡Majestad!
- ¿...?
- Mi compañero.... Por favor...
- ¿Te refieres al esclavo del concejo que fue encerrado contigo?
- Perdone su vida... se lo pido.
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La prisión de Zión: Libro III - Ragness
De TodoEnfrentada a un suicidio para regresar a reencontrar a Mellias. Abril se vera obligada e encarar a un destino nunca imaginado.