El momento había llegado... estaba empezando a hiperventilar, todo el mundo que creí un sueño debería hacerse realidad en unos minutos .... Es un salto de fe.
Lillest me llevo a la caverna y no soltó mi mano en ningún momento; solo llevaba su espada, unos jeanes sencillos y una camisa ceñida que realzaba su porte, se había quitado los zapatos y me observaba con una sonrisa de oreja a oreja ...
- ¿Lista...? – Reforzó el agarre de nuestras manos.
- ... - Miré a Ian que nos había acompañado hasta el final, solté la mano de Lillest tomándolo por sorpresa y le di un fuerte abrazo a Ian – Te voy a extrañar... gracias por todo...
- Aun puedes arrepentirte – Susurro acariciando mi cabello – Solo lanzare la primera piedra que vea al pelirrojo y corremos. – Rio.
- Tentador...- Respondí siguiéndole el juego – Pero mi esposo me espera...
- Entiendo... - Me soltó lentamente. – Ten un buen viaje... Abril ... no me olvides
- Cuida de Marielle y Worf.. – Le di un beso en la mejilla y volví junto a Lillest, para mirarlo atentamente. - ¿Y bien...? Te seguiré, solo dime que hacer.
- Nunca esperé escuchar eso de ti. – Rio – Hagas lo que hagas no sueltes mi mano
- Esta bien. – Lo seguí al verlo entrar a uno de los manantiales y me coloqué a su lado, pronto lo vi sacar de un morral un frasquito de liquido rojo, me observo algo nervioso; pude oír pasos acercarse y vi a los sirvientes de la casa juntarse frente a nosotros.
- Esta es nuestra despedida formal, alteza. – Dieron una venía uniforme. – Tengan un viaje a salvo, la entrada se sellará después de su partida
Lillest solo asintió y les dirigió una mirada serena "son libres ahora", dijo.
- Abril...
Me giré al escuchar mi nombre.
- No olvides, que siempre.... Puedes confiar en mí. - Tu cuerpo y alma viajaran conmigo ... juntos.
Me estrecho con fuerza, y vacío el líquido ... una gran luz inundó el lugar.
- Siempre lo hago – respondí, dejándonos envolver por el brillo absoluto.
Todo fue extraño, de pronto me encontraba en medio de un gran vacío blanco ... me sentía flotar, no tenía frio ni calor, tampoco parecía moverme. Escuché un grito a lo lejos pero no podía ubicarlo.
Ya no podía sentir el cuerpo de Lillest, un jalón poderoso me llevaba hacía abajo, mientras me asfixiaba; finalmente me soltó abruptamente dejándome salir a flote en un manantial translucido y puro.
- ¿Dónde... estoy...? – Nadaba torpemente, chapoteando mientras intentaba mantenerme a flote; había tragado mucha agua.
Vi a mi alrededor, una caverna iluminada por cristales de luz y manantiales de distintos colores azulados, todo estaba vacío y en absoluto silencio.
Mis sentidos se sentían aturdidos, respirar era doloroso mientras salía con trabajo a la orilla, se sentía un fuerte viento que helaba aún más mi cuerpo, me sentía débil empecé a temblar. Fue entonces cuando noté mis extrañas ropas, al ver mis manos descubrí que ya no tenían membranas...-
- No puede ser ...¿Qué...? – Me lleve las manos al cuello - ¿Mis branquias...? – Me asusté – Toqué mis orejas – Redondas.... ¿Qué está pasando...?
ESTÁS LEYENDO
La prisión de Zión: Libro III - Ragness
De TodoEnfrentada a un suicidio para regresar a reencontrar a Mellias. Abril se vera obligada e encarar a un destino nunca imaginado.