Capitulo 11: Volverte a ver

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Después del "incidente", un Hallem con pose heroica vino a verme. Rodé lo ojos cuando me abrazo y me explicó que Pay no volvería acercarse a mi después de su "lección personal", nunca había tenido un padre... y me sentía... cálida, amada y ... sobreprotegida.

Sugirió que mientras Blest estuviera de viaje, podría volver a mis antiguas habitaciones en el palacio en el área norte, de esa forma su corazón se sentiría en paz. No es sorpresa que Lillest también apoyara esa idea ya que él también tenía una misión de "voluntariado" en una provincia del reino de Rhyllem, habían recibido una gran cantidad de heridos en un derrumbe durante una invasión Ragness y partiría el mismo día que Blest por la tarde.

Lillest tenía poca fé en Lefkó, y decidió que Rukh se quedara a mi lado, viendo lo bien que empezaba a llevarse con él dragón (pese a que el mismo Rukh no lo quiera). Mi padre se mostraba renuente a la idea.

Para pesar de mi padre, no acepté la sugerencia, sabía bien que jamás sería un objetivo para Rukh ya que detesta a los humanos. Y lo más importante deseaba reafirmar mi independencia de Palacio.

También se me prohibió visitar a Pay bajo ninguna circunstancia, no me opuse a ello... aún me sentía incómoda ya que solo había pasado un día; pero con forme la semana fue pasando quise una explicación, pero cuando se lo consulte a mi padre el recalcó mi prohibición.

¿Qué se supone que haga...?

Creí que, con el concejo disuelto, ya no habría más "demencia humana", ¿Por qué estaba sucediendo algo como esto ahora? Simplemente no tenía sentido.

No había a quien consultar un tema como ese, salvo al nuevo "inquilino" de mi residencia, aunque este se mostraba reacio a contestar cualquier duda mía, diciendo.

- "Debes ser más consciente de ti misma, ¿Por qué me lo preguntas a mí?, no eres mi problema"

Mi conciencia era un caos, era humana en cuerpo de tritón, mi alma y energía eran incompatibles sin embargo heme aquí gracias a Hallem....

La demencia humana para mí no debía manifestarse, pero a nadie le importaba aclararme las cosas. Por lo tanto mi lógica dictaba que era solo sentimientos tritones que ya se manifestaban abiertamente y eran manejables, como tales yo no debía correr el peligro " taaan cacareado por Rukh" , después de ello solo lo lancé lo más al fondo de mi mente.

Blest se iría por semanas...

Eso no me daba ni una pizca de serenidad, y aunque pedí ser miembro de la escolta que lo acompañará no se me permitía desviarme de mis labores hasta que los dragones despertarán.

Me sentí con las manos atadas.

- ¿Qué hay con esa expresión? – La voz de Blest me sacó de mis pensamientos, era tiempo de que partiera, su equipaje ya estaba listo, los sirvientes habían venido por él a primera hora.

Ahora que lo veía con sus vestimentas oficiales de embajador, sentí que ya lo extrañaba. El calor en mi rostro se intensificaba y no me pude resistir a verlo detenidamente.

Patrones de estrellas marinas y olas embravecidas, bordadas en la base de su túnica azul en hilos plata. El escudo imperial se mostraba hermosamente bordado en ambos hombros, para fundirse en un azul profundo y limpio, hasta el final de las amplias mangas. Su cinturón alto, dejaba brillar la correa que aseguraba su espada de plata, no solía usarla mucho, pero había oído por los sirvientes, que solo la mostraba cuando iba en misiones ya que él se veía a sí mismo como un académico sin necesidad de usar la violencia a excepción de situaciones peligrosas.

La prisión de Zión: Libro III - RagnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora