- Ustedes son como una droga.... – Carraspeo mientras se tambaleaba – Los tritones no tienen cura...
- Lo sacaré de aquí. – Respondí con voz serena.
- Haz lo que quieras. – Sacudió la mano con enojo.
- Rukh....... – Suspiré – ... hablaremos de esto cuando lo de Pay se solucione – Sonreí tratando de darle seguridad . – Mandé un mensaje a Lefkó, una dama de medicina vendrá por ti pronto, así que podrás ser llevado a una sala de curación. Espera aquí. – Cerré la puerta tras decir eso.
Rukh miró de reojo la puerta y pronto hundió su rostro en la almohada, siempre que había "entrenado" había sido en enfrentamientos en los que luchaba por su vida; normalmente se recuperaba poco después de desmayarse por cansancio o daño y su cuerpo se regeneraba en cortos periodos de desmayos; nunca había entrenado y disfrutado la idea...
Estaba herido y molesto, porque arruinaron su diversión... porque, aunque distaba de su realidad, compartir su tiempo con esa humana le había hecho recordar viejos tiempos en su infancia, cuando pasaba sus noches compartiendo celdas con los esclavos humanos y era los únicos momentos en los que sentía reconfortado...
Valia la pena sufrir todo el día, si al anochecer brazos suaves y voces cálidas lo recibirían y consolarían... claro, cuando los humanos fallecieron y no encontraron reemplazo el maltrato aumento y finalmente cuando creció aquel anhelo se había podrido en un odio profundo.
- ¿A qué viene toda esta mierda repentina? – Se cuestiono en voz alta mientras abría sus ojos algo adormilado. – Pronto volvió a sus sentidos.
Desde que entró a la habitación se había comenzado a sentir adormilado... para él, el aroma humano era un tranquilizante muy eficiente... había sido condicionado de esa forma desde que tenía memoria; recordar esos momentos insignificantes era extraño y fuera de lugar... pero ahí estaba... había brotado una sonrisa ridícula y lastimera antes de que se diera cuenta de las acciones de su rostro.
Entonces recordó, ella había dicho que esa había sido su habitación...
Como si estuviera contaminada, pego un saltó de la cama al suelo ignorando las quejas de su cuerpo. Con una mirada tensa olfateo el lugar, ¿Cómo no se había dado cuenta antes?
Cierto, la humana lo trajo a rastras... sus sentidos estaban nublados hasta cierto punto, por lo que no asocio el aroma de la habitación y creyó que solo era suyo...
Golpeó su cabeza contra el suelo intentando despertarse un poco y borrar su sonrisa boba.
No caería en eso otra vez, no sentiría falsa seguridad donde no la había; pero la maldita habitación estaba repleta de cosas con su aroma.
Después de todo no importa cuánto se purifique un humano su esencia se refinará y simplemente quedara impregnando su aroma más puro en los objetos que usó.
- Maldita descuidada.... – Se levantó.
Su cuerpo se sentía relajado en extremo ... el daño a sus órganos internos había pasado sus límites, de pronto todo se oscureció. Su conciencia se negaba a sucumbir y en ese estado de lucha pudo percibir un golpe seco, seguido de un grito ahogado.
- ¿Hm?
Por muy anestesiado que este, seguía siendo un soldado entrenado para estar en guardia todo el tiempo, por lo que su oído se afinó buscando cualquier sonido sospechoso.
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La prisión de Zión: Libro III - Ragness
DiversosEnfrentada a un suicidio para regresar a reencontrar a Mellias. Abril se vera obligada e encarar a un destino nunca imaginado.