Capítulo II

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Londres, 20 de abril de 2006.

-- ¡Nicolás! -grito.

¿Dónde se habrá metido ese muchacho? Entro al dormitorio de Gwendolyn.

-- Gwen, ¿y tu hermano? -pregunto.

Gwen está tumbada en la cama leyendo un libro. Ella alza la mirada y me mira con recelo. Oh, no. Más le vale a Nicolás no haber hecho lo que creo que ha hecho.

-- Por favor, dime que no está en la cabaña con una de las chicas de la Universidad -le suplico.

Ella sonríe nerviosa. Mierda voy a matarlo.

-- Lo siento, Meg -se escusa-. Le dije que te enfadaría pero no me hizo caso.

-- Voy a matarlo a él y a la zorrita con la que esté.

Acto seguido salgo del castillo para ir a la cabaña.

Ya llevo casi quinientos años cuidando de esos dos. Después de rescatarlos de la muerte los llevé a mi casa y me hermane con ellos. De esa forma es imposible matarlos mientras yo esté viva. En el caso de mi muerte, volverían a ser humanos normales y empezarían a envejecer desde la edad en la que se quedaron.

Gwendolyn aparenta ser una Universitaria de 22 años. Una chica atractiva pelirroja y de ojos color miel. Actualmente estudia derecho en la Universidad.

Nicolás es un chico de 25 años. Con sus ojos grises, su pelo azabache y su cuerpo glorioso atrae a un sin fin de chicas. Y el hecho de que estudie filosofía, no ayuda nada.

No me importa que se acueste o salga con ellas. Pero desde hace varios años ha comenzado a llevarlas a la cabaña que tenemos a orillas del lago. Y por ahí no paso. Ese lugar es privado y solo mío.

Al llegar abro la puerta de una patada. No me importa si se rompe por mi culpa, al fin y al cabo, soy yo la que lo pagará.

-- Nicolás Thomas Evenson, trae tu trasero aquí ahora mismo. Me importa una mierda las guarradas que estés haciendo con esa colegiala con las hormonas revolucionadas -digo enfadada.

Mi voz resuena por toda la cabaña. Oigo un susurro.

-- No hagas ruido y se irá -dice el muy...

-- ¡Nicolás! O vienes o voy a por ti y créeme no te gustará lo que haré si me haces ir.

Le escucho tragar saliva.

-- Vale, un momento que me pongo los pantalones -dice a regañadientes.

Sale con la camisa desabrochada y con una chica cogida de la mano. Respiro profundamente, mis manos tiemblan a causa de la rabia. Tengo que contenerme para que mis ojos no se vuelvan rojos y me avalance sobre él y la chica, para hacer algo de lo que me arrepentiré luego.

-- Tú -señalo a la chica rubia- Largo.

Ella me mira desafiante y hace que mis se aprieten.

-- Ahora -ordeno.

Mi tono de voz hace que se estremezca y salga disparada.

-- No tenías que tratarla así, esto es culpa mía no suya... -se queja Nick.

Esto es el colmo, me giro y lo miro con cara de "te voy a matar". Se que mis ojos han cojido puntos rojos cuando veo su cara de pánico.

Respiro hondo, para calmarme y me acerco a él. No retrocede, mis ojos han vuelto a su color normal. Bueno normal, normal no lo son. Tengo los ojos verdes esmeralda con tonos azules y violetas. Parecen joyas.

Le agarro de la oreja como a un niño pequeño y me lo llevo al castillo de nuevo.

-- Ahh -se queja.

Debería estar agradecido, mi primera opcion era arrancarle eso de lo que se siente tan orgulloso.

-- Deberías estar agradecido de que te coja la oreja y no otra cosa -digo enfadada. Él se pone blanco al escuchar mis palabras.- Te he dicho mil veces que no quiero que lleves a tus ligues a la cabaña. Es peligosos para ellas y para nosotros.

Le dedico una mirada asesina. Nicolás pone pucheros pero está vez no va a funcionar. La Megara tierna a desaparecido, ahora tiene ante él a la Megara peligrosa y eso es muy malo.

Entramos en mi estudio, sigo teniendo cogido a Nicolás de la oreja y éste no para de quejarse. Lo suelto y me siento en el sillon detrás del escritorio. Pican a la puerta.

-- Adelante -digo sin apartar la vista de Nicolás.

-- Señora Holmes le traigo su té -anuncia Lesley el ama de llaves del castillo.

Lleva sirviéndonos quarenta años y es una de las personas de mi mayor confianza. Toda su familia me ha servido de generación en generación.

-- Gracias Lesley, puedes retirarte. Pero llama antes a Gwendolyn.

Ella asiente y se retira sin hacer ruido. Nos quedamos un rato en silencio hasta que pican a la puerta.

-- Entra -ordeno.

Ella entra sin hacer ruido y se sienta en el sofá de cuero negro italiano.

No sé por dónde comenzar. ¿Les riño primero? ¿O les doy la noticia antes? Estoy confusa. Me levanto y me pongo delante de ellos apoyada en la mesa.

--- ¿Cuánto tiempo llevamos juntos chicos? -les pregunto.

Aunque se perfectamente cuantos años quiero que ellos lo digan. Ellos se miran desconcertados. Se esperaban una bronca por llevar a una chica a la cabaña y por no decírmelo.

-- 474 años -se atreve a decir Gwen.

--- Casi cinco siglos -prosigo-. Sin embargo, sabéis que llevo viva mucho más tiempo. Me parece que ya os conté el motivo por el cual me oculto y no dejo rastro alguno, ¿verdad?

-- Los Vulturis -susurra Nicolás.

Buen chico.

-- Exacto. Hace aproximadamente tres mil años hubo una batalla entre vampiros y demonios. El resultado fue que toda mi especie murió. Excepto yo claro -relato-. Por ese motivo siempre me he estado ocultando de ellos.

-- ¿Qué nos intentas decir? -pregunta Nicolás.

Allá voy.

-- Me voy -lo suelto. Ellos se quedan parados sin saber que hacer.- Ayer vi a Demetri por aquí y temo que estén intentando localizarme así que me iré una temporada. Sola.

-- ¿Por qué sola? Nosotros te podemos acompañar -dice Gwen.

Desde que la encontré nunca nos hemos separado, pero donde voy es mejor ir ligera de equipage. Además, yo se que no le gusta la idea de tener que dejar la Universidad.

-- Vosotros os quedáis. Dejaré a Lesley a cargo de todo -digo sentándome en el sillón y tomando un sorbo del delicioso té verde que me ha traído-. No quiero que perdáis un solo día de clase. Y durante mi ausencia no quiero chicas en la cabaña. Cuando vuelva haré una inspección y cómo encuentre un solo pelo de mujer, que no sea ni mío ni de Gwen, te amputaré ese miembro del que estás tan orgulloso.

Él traga saliva y se cruza de piernas de forma protectora. Tengo que evitar reír con ese gesto para que mi amenaza no pierda fuerza.

-- ¿Y a dónde vas? -pregunta Gwen.

-- A ver a unos amigos que viven en Forks. Washington.

Holmes "El Angel de la Muerte" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora