Capítulo X

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La mañana llega y yo me despierto con lágrimas en los ojos. Esta noche he soñado con el periodo de cautiverio en el que me encerraron en Volterra. Aún así no ha sido una noche tan mala como la anterior. Los recuerdos felices son peores que los dolorosos, porque me recuerdan que no volveré a tener momentos así.

Me levanto de la cama y me visto. Ya he enviado casi toda las cosas a casa. Ésta vez no perderse el tiempo cogiendo el avión, iré directamente volando yo sola. De esa manera llego más directamente y en menos tiempo.

Bajo las escaleras y voy a la cocina. Me preparo café y unas tostadas para desayunar. Alice aparece por la puerta algo triste. Sabe que me voy hoy y le apena perder a su compañera de compras.

-- Jo -musita haciendo pucheros. Tengo que contenerme para no reír-. ¿No podrías quedarte un tiempo más? Hasta que pase la boda.

-- Ya me he quedado más del que había pensado. Además tengo que volver a retomar los asuntos que he pospuesto durante mi estancia aquí -me escuso. Ella resopla-. No es para tanto, en agosto estare de vuelta para la boda.

Le doy animos. La verdad es que no creía que me cogería tanto cariño.

-- Ya pero... -me mira haciendo ojitos.

He de reconocer que su carita triste es mejor que la de Nicolás, pero no servirá.

-- Alice de verdad tengo que volver. Quizás cuando os vayáis de Forks me quede una temporada más larga con vosotros, una década o dos -asiente-. Y te prometo que cuando nos volvamos a ver te llevaré volando conmigo a donde quieras.

Ella sonríe complacida. Le encantó eso de volar, pero a quién no.

Termino de desayunar. Y voy a fuera, donde están todos los miembros de la familia.

-- Meg te echaremos mucho de menos -me dice Rosalie abrazandome muy fuerte.

Esme parece que vaya a llorar.

-- Y yo a vosotros, me lo he pasado muy bien estos meses. Incluso en la batalla y cuando tuve que vencer a Jasper con los ojos cerrados

El aludido me saca la lengua. Tiene tan mal perder, como Emmet.

-- Hay hermanita, no la líes mucho por allí -me dice Em.

-- Por favor, soy una londinense la mar de educada -él se carcajea en modo de burla.

He de reconocer que mi vocabulario cuando me enfado no es nada de una británica que se ha criado con la más alta educacion.

Después de despedirme de todos cambio de estado y salgo disparada hacia mi hogar. Quiero llegar cuanto antes y ver a Gwen y Nicolas. Reconozco que los he echado de menos. Cruzo el océano en un suspiro y en cuestión de minutos me encuentro delante de mi castillo. No hay nada como el hogar y de todas mis residencias está es mi preferida.

Cuenta con un spa, una pista de tenis, una piscina enorme interior y otra más pequeña con chorros, una piscina exterior tambien enorme, hasta un lago grandioso provisto de una pequeña cabaña, unos establos para caballos y un huerto donde las sirvientas cultivan los ingredientes de casi toda la comida que cocinan.

Aterrizo en la entrada. Miro el cielo, se avecina una tormenta la mar de fuerte. Pico a la puerta y espero a que me habrán. Un trueno resuena cerca de donde estoy. La puerta chirría y se abre, es muy vieja pero hace un buen servicio.

-- Buenos días, Señora Holmes -me abre Lesley.

-- Buenos días, Lesley -entro al castillo sin esperar invitación, miro a mi alrededor. La decoración es antigua, pero siempre me ha gustado-. ¿Cómo han ido las cosas por aquí durante mi ausencia?

Holmes "El Angel de la Muerte" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora