Capítulo VIII

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>> -- ¡Dalas! A que no me coges -estamos corriendo por el bosque.

Dalas y yo estamos jugando al pilla pilla. Nos conocemos desde pequeño pero hace poco que me pidió matrimonio. Aún no me creo que esté enamorado de mí.

-- Ahora verás -aparece de golpe delante de mí. Me abraza y me besa-. ¿Qué decías amor?

-- Has hecho trampa -respondo enfurruñada-. No se vale volar.

-- No hemos puesto normas -me dice atrapándome contra un árbol-. Además, cómo si fuera posible atraparte acabando de tomar sangre. Era mi única opción si quería tenerte como te tengo.

Sus manos están a cada lado, aprisionándome. Nuestros corazones van a mil por hora. Sus labios rozan los míos una y otra vez. No puedo más. Rodeo su cuello con mis finos brazos y le acerco más a mí plantando un beso en sus tiernos labios. Él me responde al instante, baja sus manos a mis caderas. Pero cuando el beso comienza a subir de tono Dalas se aparta.

-- Será mejor que volvamos o no resistiré a quitarte toda la ropa que tienes puesta. Si lo llegara a hacer antes de la boda tu padre me mataría -susurra haciendo una mueca.

Sonrío y le acerco de nuevo para depositar un suave beso en sus labios.

-- Sí tienes razón -digo apartándome y dejándole con ganas de más.<<

Me despierto de golpe. Tengo la cara mojada a causa de llorar mientras dormía. Me levanto y me ducho con agua fría. Necesito serenarme. Salgo de la ducha y me visto. Me pongo una blusa negra sin mangas, con topos blancos, que está abotonada hasta el cuello. Cojo los pantalones rojos ceñidos y me los pongo junto a unos zapatos planos negros. La chaqueta negra me la dejo sin atar. El pelo lo llevo suelto.

Salgo de la habitación y voy a buscar una bolsa de sangre a la nevera de Carlisle. La cojo y la vacío en un vaso. En unos cuantos tragos ya he acabado. Quemo el vaso y salgo de la casa. Corro al claro donde ya estan todos. El momento ha llegado, es hora de que la Cazadora que hay en mi interior resurja, al menos durante unas horas.

Llego en poco tiempo, me pongo al lado de Carlisle.

-- Estarán aquí en unos minutos -me avisa.

-- Se dirigen a su propia muerte. -digo.

No dejaré que escape ni uno solo.

-- Megara, gracias -dice de nuevo.

Sonrío y le doy palmaditas en su espalda. Entonces se oye un aullido. Ya están aquí.

Como en una estampida aparecen un gran número de vampiros con ojos rojos. Los lobos salen del bosque y se avalanzan sobre los neófitos a la vez que lo hacen los Cullen. Yo me quedo quieta esperando a que vengan. Un grupo de cuatro neófitos me ve y corre hacia mí. Mis ojos se han vuelto rojos y mis colmillos se han alargado. Cuando uno se avalanza sobre mí me limito a tocarlo ligeramente y pronunciar la palabra sueño. Al instante cae al suelo inmovil.

La hipnosis siempre ha sido una de las cosas que me han hecho más temible. Uno de los dones más peligrosos que hay y con el que nací.

Los demás me miran sorprendidos. No se esperaban que fuera capaz de hacer eso. Miro a los ojos a los tres vampiros y tras pronunciar la misma palabra chasqueo los dedos. Caen todos al suelo como moscas. El juego ha empezado.

Corro a través de los que están luchando decapitando a todo el que se me cruza por el camino. A pesar de que ha pasado mucho tiempo no he perdido la práctica.

Holmes &quot;El Angel de la Muerte&quot; [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora