Capítulo XXIII

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Abro los ojos al escuchar un sonido extraño. Intento moverme pero estoy inmovilizada. Un enorme brazo me rodea la cintura y no me deja moverme. Siento la nariz de Jake en mi nuca. Ronca levemente lo que me hace gracia y no puedo evitar sonreír. Intento moverme sin despertarle pero no hay manera, por la noche hemos acabado abrazados.

-- Jake -le llamo en un susurro.

No quería despertarlo pero es la única manera para que me pueda levantar. Además, tenemos que ir a la casa Cullen. Nos están esperando.

-- Mmm... -murmura.

Mientras me aprieta más contra su pecho. Vale me parece que ya se está aprovechando de la situación.

-- Tenemos que levantarnos -logro liberar un brazo y le agito para que me deje ir.

-- Tengo sueño -murmura dejándome y acostándose de tal manera que ocupa toda la cama.

-- Vamos hombre lobo, si no, ¿quién protegerá a las personas de los terribles vampiros? -le digo sabiendo que ya he ganado la batalla.

El cubre su cabeza con la almohada pero enseguida la levanta y me mira. Tiene los ojos somnolientos y llenos de legañas.

-- Tienes cinco minutos para prepararte o te quedas sin desayunar. -con mi velocidad ultrasónica cojo mi ropa y voy al baño, en menos de un segundo ya estoy.

Me he puesto unos pantalones vaqueros, una camiseta de manga larga blanca y una sudadera roja junto a unas bambas grises. Me pongo unos guantes rojos y ya estoy.

Ato bien mi coleta y salgo para ir a preparar algo para comer. Pongo la cafetera en el fuego y saco varías tostadas de la tostadora. Sabiendo como comen los chicos voy a tener que preparar un buen surtido para Jake. Acabo de prepararlo todo en el momento en que él sale poniéndose la camiseta de manga corta.

-- No me acostumbro a llevar tanta ropa. Es más útil ir con solo unos pantalones. -me dice haciendo una mueca. Río por lo bajo.

-- Yo creo que así vas mejor. Aunque tienes el olor a perro que aullenta a los vampiros tu aspecto es muy apetitoso, al igual que el sonido de tu corazón. Cuanto menos enseñes mejor. -comento sirviendo mi café y las tostadas- ¿Café? -pregunto antes de servirle.

-- No gracias, no quiero empezar a arrancar cabezas tan de mañana -me dice con su singular sonrisa torcida. Me encojo de hombros y termino de servirme- ¿No vas ha tomar nada más? -me pregunta al ver que solo tomo el café.

-- Luego iré de "caza" no me hace falta comer mucho. -le digo sonriendo. Su sonrisa desaparece.

-- Creía que no necesitabais sangre como los chupasangre. -expresa con el ceño fruncido.

-- Si van a venir tantos "chupasangres" voy a tener que estar preparada. -bebo un trago del líquido tan agrio y fuerte.

-- ¿Nunca has pensado en dejarlo? -me pregunta de golpe serio. Le miro y alzo una ceja.

-- Lo he intentado varias veces pero a final he vuelto a tomar. No me malinterpretes, no es que sea adicta pero siempre hay algo que me hace recaer. Ya sea un incidente en el que casi muero por un vampiro o licántropo, por tener que proteger a alguien o simplemente por ejercer mi papel de Ángel de la Muerte. Siempre aparece un motivo y vuelvo a tomar. -me quedo mirando a la nada.- Supongo que hasta que no logre conseguir total paz en mi vida no lograré volver a la temporada seca.

Jake sigue comiendo en silencio, algo muy impropio de él.

-- No te preocupes, no mato a nadie. De hecho olvidan completamente lo que ha pasado y de esa manera no sufren en absoluto. Además si fuera tan peligrosa no podría estar en la Reserva y tendría que quedarme en el territorio de los Cullen. -le digo con una sonrisa.

Holmes "El Angel de la Muerte" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora