Capítulo XXX

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Mis ojos se posan un instante en una sombra que pasa fugaz por los árboles que me rodean. Cierro los ojos y capto su olor. Esta cerca. Cada vez más cerca. Doy un salto y me acomodo sobre una rama alta de un árbol cercano. Unos pasos resuenan por todo el lugar y varios aullidos llegan a mis oidos. Puedo diferenciarlos a todos. Seth, Leah, Quil y Embry. Pero no escucho el que realmente me interesa. Veo pasar bajo mis pies a los quatro lobos pero no hay ni rastro del quinto. ¿Donde se ha metido ese chico? Puedo sentir su olor pero no lo veo. Miro a mi alrededor sin localizarlo hasta que escucho como se rompe una rama.

No he sido yo. Mi peso es como el de una pluma. Es imposible que rompa algo sin querer, la torpeza no es una característica que podamos tener los de mi especie. Sonrio al entender quien a sido el causante. Y mi sonrisa se amplifica al manipular la corriente de aire para que me llegue su aroma. Esta cerca. Doy un salto y sin hacer el más mínimo sonido me poso con suavidad en el suelo. Todo lo veo a cámara lenta. Escucho el aletear de un pajaro y como se va moviendo a una velocidad infima. Al escuchar como sus pasos se vuelven veloces doy un paso a mi izquiera justo cuando arremete contra mi. Lo cojo del pescuezo y lo lanzo a unos metros de mi. Obviamente utilizo el mínimo de fuerza para no hacerle daño.

Veo como el gran lobo rogizo sacude la cabeza y me mira retadoramente.

-- Si consigues noquearme puede que luego te de un hueso -le digo con una sonrisa burlona. Como si pudiera. Una sonrisa lúpina aparece dibujada en su rostro de lobo y agacha la cabeza en posición de ataque-. Maravillame. Enseñame esos genes que tienes de lobo.

Y la fiesta empieza. Se lanza sobre mi pero no lo esquivo como he hecho tantas otras veces. Dejo que se lance sobre mi. Su peso me oprime el pecho y me mira con una sonrisa burlona.

-- Ni pienses que he acabado -digo. Apollo mis pies en su tripa y hago fuerza levantandolo y lanzandolo por los aires.

Cae de espaldas pero enseguida se da la vuelta. Esta vez no ataca él sino yo. Me lanzo sobre él en el momento en que se lenvanta sobre sus patas traseras. Caemos al suelo yo encima. Él parece querer morderne de broma con sus imponentes incisivos pero yo sujeto su morro y lo imovilizo con mis pies. No puedo evitar comenzar a reir al ver sus ojos suplicandolo que lo libere de esta deliciosa tortura.

-- Creo que ya habeis jugado bastante, ¿no? -se queja detras Leah-. Si seguis así voy ha hechar el desayuno.

Me giro y veo a la metamorfo mirarme con una sonrisa burlona. A mi extrema velocidad me pongo a su lado rodeando sus hombros con mi brazo.

-- ¿Qué pasa Leah? ¿Celosa? -digo riendo. Sus labios se curban en una sonrisa. Antes era incapaz de sonreir. Al menos cuando la conoci hace un año practicamente.

-- Puede. Jacob te esta acaparando para él solo. No es justo, nosotros también queremos practicar contigo -dice formando un puchero la mar de falso. Una carcajada sale de mi garganta seguida de otra por parte de mi peculiar amiga.

-- ¡Chicos! Emily ya ha preparado la comida nos espera en casa -avisa Paul acercandose a nosotro.

-- Entonces a correr. No quiero que me dejen sin comida -exclamo comenzando a correr a paso humano.

Jacob que ya ha cambiado de estado rodea mis hombros con su fuerte brazo. Dejo de correr y le sonrio, meto mis manos en los bolsillos de mi sudadera roja y miro a los demás. Me alegra que todos se vuelvan a llevar tan bien como antes. Hasta permiten que Nessie vaya a La Push. Todo un logro. A mi me costo que se fiaran de mi. Hasta que no hice alguna que otra buena obra "desinteresadamente" no dejaron de perseguirme. Se creian que era otro tipo de vampiro. Cosa no seria una idea del todo alocada. Las dos especies beben sangre. Pero no nos podemos reproducir entre nosotros así que no creo que se nos pueda considerar de la misma especie.

Holmes "El Angel de la Muerte" [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora