Capítulo 6

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Desperté cuando los pequeños rayos de sol que se filtraban en el lugar llegaron a mis ojos. Me extrañó porque en mi cuarto no tenía siquiera una ventana. Al sentarme en la cama descubrí que no me encontraba en la mía, esa no era mi habitación.
Sentí una presencia a mi lado. Volteé mi cabeza para ver a un Charlie profundamente dormido, con su boca abierta y saliva cayendo de ella. Se veía demasiado tranquilo, frágil y vulnerable, como un bebé.

Tan lindo.

Caí en la cuenta de que estaba en casa de mis amigos. Inmediatamente todas las memorias de lo que había sucedido el día anterior atravezaron mi mente lentamente, torturandome una vez más. Mis recuerdos eran de dolor, lágrimas y sollozos, hasta que llegaba a donde estaba en ese instante.
Me levanté y me dirigí a mí mochila para tomar mí celular. Tenía 6 llamadas perdidas de Vivian y 20 mensajes, sólo uno perteneciente a mi mamá.

"Mañana tenés clases, no me importa dónde estás pero va a ser mejor que vayas si no me querés ver enojada."

Recibido a las 00:30 Am.

Una vez más sólo se preocupaba por las escuela, no por si me encontraba bien, dónde había pasando la noche o si había comido algo. Me dolía saber que por lo único que se preocupaban era por mantener una imagen de familia impecable.

"No podemos permitirnos ser
menos que perfectos."

Y así fue como pasé toda mi infancia exigiéndome a mi mismo por tener las notas más altas; por ser el mejor en todos lo deportes que practicaba; ser ordenado; ir a la Iglesia; hablar educadamente; y ser "la hija que todo padre querría tener".
Siempre procuraba cumplir con todo lo que me ordenaban y hacer hasta lo imposible para que no se enojaran conmigo. A pesar de todo acuaban como si yo fuera la peor basura del mundo, haciéndome sentir un bueno para nada.
Cuando era pequeño lo único que deseaba oír era que mis papás estaban orgullosos de mi, su hijo. Sin embargo nunca escuché nada más que veneno salir de sus bocas; y a pesar de eso lo único que seguí buscando fue ser "la hija ideal".

Pero ya no. Ya no más.

Observé la hora del reloj que se encontraba en la pared porque había olvidado revisarla antes.

9:30. Lo lamento mamá, demasiado tarde para ir al colegio.

Sacudí con delicadeza al chico que se encontraba todavía recostado para despertarlo. Él sólo frunció ligeramente el ceño mientras abría un poco los ojos, para luego darse vuelta y volver a sumergirse en su sueño.
No tuve otra opción que lanzarme encima suyo mientras llamaba su nombre. En realidad fue lo primero que se me ocurrió. Pero funcionó, aunque no tan bien. Un instante después tenía a un Charlie muy malhumorado observándome, como si estuviera pensando mil maneras de torturarme antes de finalmente acabar con mí vida.

- ¡Nadie me respeta en esta casa!, ¡las horas de sueño son sagradas! -exclamó con clara indignación y soltó un resoplido- Cría cuervos y te sacarán los ojos.

Me reí de sus palabras y de su cara, que todavía tenía la almohada pegada.

- Perdón por despertarte, pero quería saber si hoy me podían acompanar a un lugar, después de todo no fuimos a la escuela.

- ¿Salir? ¡Obvio! -contestó con una sonrisa mientras sus ojos se iluminaban, él amaba estar afuera.

Ante la imagen tan adorable que estaba apreciando, no pude evitar imitar su gesto

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