Capítulo 13

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[Pequeña avertencia, al final del cap hay una escenita algo subida de tono xd.]

☁🌟☁

"No tiene final, incluso si trato de escapar
He caído en una mentira

Atrapado en una mentira por
favor encuéntra al yo que era inocente
No puedo escapar de esta mentira
Por favor devuélveme mi sonrísa

Atrapado en una mentira
Sálvame de este infierno
No puedo escapar de este sufrimiento
Sálvame, que estoy siendo castigado"

-Lie, Jimin.

☁🌟☁


Nuevo día, nueva semana, mismos problemas. Discusiones, hambre, golpes, lágrimas, gritos y falsedad. Demasiada falsedad. Ya estaba cansada de toda esa mierda. Lo que más quería era que las cosas se resolvieran rápido. Quería poder usar la ropa que a mi me gustara, hablar como me sintiera comoda y poder sentirme orgullosa de mi misma. Pero nada de eso sucedía ni iba a suceder pronto.

Siete y cuarto de la mañana y yo ya me encontraba en la escuela. Siempre llegaba temprano para que nadie se sentara en mí lugar y porque no había tanta gente a esa hora. Mientras con menos personas me topara sería mejor.

Las puertas se abrieron permitiendo el paso al prominente edificio. Todos los alumnos entraban desesperados, como si se tratara de una carrera por ver quién entraba primero. La hora de ingreso y de salida parecían Los Juegos del Hambre, montones de adolescentes empujándose y comportándose como animales. Sentía como me golpeaban y me llevaban por delante, nada me importó. Continué mí camino a paso lento y tranquilo, sintiendo el dolor que provocaban mis compañeros al impactar contra mi. De cierta forma creía que me merecía sentir eso. Merecía que la gente me pisoteara por ser tan cobarde como lo estaba siendo. Había tenido el valor para decir que era un hombre pero tenía mucho miedo de admitir que ya no lo era. Si lo hacía se daría por hecho el que lo que había pasado había sido sólo una etapa.

Escalones y más escalones,el recorrido hacia el salón de clases parecía interminable. Mí demacrado cuerpo estaba demasiado exhausto como para seguir. El cansacio acumulado y la falta de una buena alimentación estaban cobrando factura.
Nuevamente tenía Historia a primera hora. Sin embargo el día lunes ya no significaba tortura por eso, sino por volver a clases y tener que pasar tiempo con gente estúpida. Aunque no sabía con exactitud qué era peor: ir a la escuela o permanecer en casa. Últimamente ambos lugares eran un infierno.
El dinero guardado en una lata en la estantería de mí habitación llegó a mí mente. Podíamos huir. Podíamos pedirle a Charlie y a Emma que nos permiteran quedarnos un tiempo y nosotros pagaríamos lo que necesitáramos con nuestros ahorros, había suficiente para un buen tiempo. Podíamos hacer eso mientras yo conseguía trabajo.

"No, No pueden. Tendrían que hacerles un favor y dejar de molestarlos. Lo único que hacen es estorbar."

La voz tenía razón, no podía aprovecharme así de su amistad. Además estaba cansada de dar lástima a los demás, debía hacer las cosas por mi misma. Demasiado tenía con la mirada de tristeza que me lanzaba la profesora de Historia cada vez que me observaba.
Lástima, eso era lo único que causaba en mis amigos. Sólo por eso debían continuar conmigo, al igual que por eso la profesora Alicia quería ayudarme. Me veía como un animal herido e incapaz de continuar por sí mismo, aunque eso no estaba demasiado alejado de la realidad.
No me entendía. Quería que todos se alejaran de mi de una vez, que dejaran de tratar de ayudarme todo el tiempo porque me hacían sentir que no creían que yo fuera capaz de lograrlo sola. Al mismo tiempo yo sólo deseaba que alguien me ayudara, que me dieran un abrazo tan fuerte que hiciera que sintiera como si todo el dolor desapareciera, que me dejaran llorar en sus brazos y que me dijeran que todo iba a estar bien, aunque fuera mentira. Quería vivir y ser feliz, pero muy dentro de mi solamente quería rendirme porque no veía un futuro donde esa felicidad existiera.
En algún momento, mientras yo me hundía en mis pensamientos, el timbre que indicaba el primer recreo se hizo presente. No lo noté hasta que sentí a alguien a mí lado que llamó mí atención. Ese fue el momento en el que tuve conciencia del gran ruido que causaban las voces de los demás, a las personas que entraban y salían del salón de clases y de la desagradable figura de Thomas en el banco continuo al mío, observándome con su típica sonrisa burlezca.

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