Aunque el sol está en lo más alto, el día está gris. El pueblo entero ha quedado desierto. Los cuerpos inmóviles de los demonios se bañan en su propia sangre, una sangre casi negra. Gerd baja al hombre atado en las alturas. El hombre sale corriendo a abrazar al niño, su hijo. No para de darle las gracias a todos. Gabriel y su guardia están dando su adiós a su valiente compañero, sentados a su lado, sin hablar, mientras Gabriel coge su identificación.
Las ventanas y puertas de las casas están cerradas, mucha gente se ha ido. Saben que vendrán, saben que esto traerá consecuencias.
Airo está mirando al padre y al niño, pensando qué hacer con ellos. El niño es un portador.
—Deberíamos movernos — Annete está dando vueltas por la plaza, buscando algo.
—¡Un ejecutor! —Filo está delante de Liam mirándolo, con la cara desencajada—. Tenemos un puto ejecutor, ¡Se van a cagar! —Está claramente emocionada. Liam no, él duda de su condición.
Liam extiende su espada a Ethan, que lo mira con tono de aprobación, pero sin decir nada.
Gabriel se levanta y da instrucciones a su hombre.
—Hay que poner el niño a salvo, llévalos a Angelare, no paréis, Volved por donde hemos venido. Id con cuidado.
Mientras niño, padre y soldado parten de vuelta, Annete busca por la plaza, sin perder el tiempo. Al rato, encuentra una estatua de un demonio, en uno de los bordes. La estatua es grande, de piedra.
—Es aquí. —Se echa al suelo y empieza a quitar la tierra, se puede ver alguna línea que indica que debajo de la estatua hay algo. Llama a los demás.
Todos empujan, tienen suerte de contar con Gerd. Con una fuerza enorme consiguen tirar la estatua, que cae rompiéndose en varios trozos. Debajo se puede ver una trampilla, del material metálico de otras veces.
La abren.
—Entrar ahí puede ser nuestra tumba. ¿Qué pasará cuando lleguen? —Airo mira a la distancia, esperando ver movimiento hacia ellos en cualquier momento.
—Según los planos que vi, debería haber otra salida. —Annete tranquiliza al grupo, aunque ella aún tiembla de miedo. Todos entran.
Después de bajar unas escaleras bastante largas, ven un pasillo estrecho, bastante oscuro. Pero tiene algo de luz tenue. Unas esferas parecidas a las del túnel de Igtus adornan el techo. Aunque parece una luz muy débil, quizás estén algo protegidos.
En la penumbra, avanzan, hasta que llegan a una puerta. Como en todas las otras estructuras encontradas, tiene un terminal al lado, con botones. Todos miran a Annete.
—Vais a tener que empezar a ayudarme con estas cosas. —Annete se adelanta mientras mira a todos con cara de duda—. Porque no os lo vais a creer..., —Se rasca la cabeza. Sigue avanzando poco a poco hasta que llega al terminal—, pero no venía nada de esta puerta en todo lo que he leído. —Annete se da la vuelta para mirar a todos con una sonrisa nerviosa, de preocupación—. No obstante, voy a probar la misma del paso de Igtus. —Empieza a presionar los botones—. A ver cómo lo hacemos, no va a fun...
La puerta se abre.
—¡Toma ya!, ¿veis? —Mira a todos con cara triunfal—. ¿Cómo se os ocurre dudar de mí?
Nadie había dicho nada.
Entran dentro, hay varios pasillos y varias salas de muchos tipos. Todo tiene la misma iluminación que el pasillo, tenue, pero estable. Annete está abrumada, tendrá que decidir donde prestar atención y qué llevarse, hay demasiado material.
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Hijos de la luz
FantasyHace mucho tiempo que la oscuridad invadió este mundo. Unas estructuras antiguas, que los humanos relacionaban con sus dioses, se abrieron. Nadie sabe cómo, nadie sabe el porqué, se abrieron y la oscuridad llegó. Y fueron sometidos, todos. Y así, e...