El grupo sale por otra trampilla, dentro de una pequeña cueva, en medio del bosque. Tienen suerte, no parece haber nadie fuera. Se está haciendo de noche.
Gabriel para.
—Alguien tiene que volver a contar esto. Hay que ir llamando a los portadores, hay que preparar los ejércitos, habrá que defenderse. Iré yo. —Todos se empiezan a despedir de él—. Si encendéis la farola de esa zona, si es posible, enviad un mensaje, por si no lo consigo.
Toman direcciones contrarias. El grupo avanza hacia Antaia. Para llegar tienen que atravesar la montaña por un bosque, les llevará algunas horas.
Antaia está al norte de Angelare. Una de las tres puertas pequeñas por donde llegaron los demonios está ahí. Toda la región está en zona oscura. Para llegar a Antaia por el norte de Angelare hay que pasar por un valle entre las montañas. Existe una muralla con una puerta central, que hace de separación entre ambas. Antaia es una región sin vida humana, solo de demonios. Las únicas opciones para conseguir pasar, son la puerta de la muralla o escalar montañas. La segunda opción queda descartada.
El grupo se va acercando a la muralla. Se ocultan detrás de unos árboles. Ya se ve la puerta. Una gran abertura en la muralla está cerrada por una puerta de barrotes de hierro. Delante hay varios sumisos, custodiándola. Gracias a la luz de las antorchas colgadas en la muralla, se pueden ver bastantes más sumisos por la zona. No se ven demonios.
—¿Cómo hacemos? —Gerd está contando cuantos sumisos hay.
—Son humanos. Es posible que atiendan a razones. —Las palabras de Lena suenan demasiado inocentes a los demás.
— No sé yo. Estos están aquí porque serán agraciados la mayoría de ellos. —Filo sabe que hay muchos humanos que son fieles a los demonios—. Yo no me fiaría.
—Estas murallas son como las de Ibontus, las conozco. —Ethan fue soldado en Ibontus. Está buscando con la mirada pequeñas puertas que dan al interior de la muralla, las localiza—. La puerta se abre desde dentro.
—Yo la abriré. —Filo se empieza a preparar para avanzar.
—No, espera. —Ethan la para—. Lo haré yo, dentro es un laberinto, pero si es igual que la de Ibontus, sabré hacerlo.
Airo está pensativo.
—¿Y tú?, ¿y si te acompañamos alguno?
—No, me estorbaríais. Una vez paséis, continuad hasta el generador, yo intentaré seguiros, pero si no puedo, no me esperéis—Ethan se sujeta bien la espada a la cintura—. Volveré a Angelare, os esperaré allí.
—Ethan... — Jaina está preocupada.
—No os preocupéis por mí, sé lo que hago.
El grupo se prepara, y avanza hacia la puerta. Mientras todos van a la puerta llamando la atención de los sumisos de la zona, Ethan aprovechará para colarse dentro.
Cuando les ven llegar, varios hombres se levantan rápido.
—¿Dónde vais? —Un hombre al que le faltan varios dientes se pone en el medio, otros lo acompañan.
—Necesitamos pasar. —Airo no da razones.
—Aquí no puede pasar nadie, nuestros señores no nos dejan. —El hombre echa la mano a su arma, dando a entender que la sacará si hace falta.
—¿Vuestros señores? —Jaina se ríe—. ¿De verdad vais a dejar que os manipulen a su antojo?
—Si os dejamos pasar se acabó para nosotros. —Uno de los hombres defiende a su compañero.
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Hijos de la luz
FantasyHace mucho tiempo que la oscuridad invadió este mundo. Unas estructuras antiguas, que los humanos relacionaban con sus dioses, se abrieron. Nadie sabe cómo, nadie sabe el porqué, se abrieron y la oscuridad llegó. Y fueron sometidos, todos. Y así, e...